Ellas en Córdoba son chirigoteras


Solo ha quedado una agrupación femenina tras el primer corte del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas pero dieron ejemplo de armonía musical con un repertorio desternillante y bien cantado

La conocida en los mentideros carnavalescos de la ciudad como la chirigota de «Las Nenas», con dirección de Carmen García «Koski», ofreció anoche un buen rato de risas al escaso público que acudió a la penúltima sesión de la fase semifinal del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas que se está celebrando en la ciudad como antesala al Carnaval de la Calle que empezará este fin de semana por el Casco Histórico. Es la única de los tres grupos femeninos que ha logrado pasar el primer corte del certamen, cuya final se celebra el próximo viernes con los grupos que esta misma noche falle el jurado.
Grosso modo, para quien se adentra por primera vez en este veneno del Carnaval, podría decirse que la chirigota es la modalidad cuyo objetivo es hacer reír. Pues eso es exactamente lo que hizo «Qué bien bailan las hijas de Putin», con un tipo bien defendido desde su presentación, tanto por cómo se metían en su papel de unas «bailarinas rusas» pero «de la tierra de balcones y callejas», como por sus letras, con golpes uno detrás de otro. Pero es que musicalmente, fueron una auténtica delicia; por la afinación, por ese tarareo dulce del arranque de los pasodobles, pero, sobre todo, porque vocalizaban y cantaban todas a la vez. Así si se pasa divierte el público escuchando Carnaval.

Coro espeleño La tierra de la alegría. / Foto: La Voz
Coro espeleño «La tierra de la alegría». / Foto: La Voz

Las bailarinas se pusieron serias en los pasodobles, sin perder un ápice de la dulzura, sello de identidad de este grupo; cantaron revelándose ante «este mundo de locos» de «bombas sobre siria, de muertos que no valen nada» y contaron la historia de un niño que gana la batalla al cáncer gracias al maravilloso mundo de colores, que recuerda a las paredes de colores del área materno infantil del hospital Reina Sofía. Con los cuplés, el estribillo y el popurrí, acabaron ganándose al público.
Coro y cuarteto
La sesión de anoche destacó porque tuvo representantes de todas las modalidades. El cuarteto «Pesadilla en España», que superó la primera criba del concurso del teatro Falla de Cádiz, actuó en el coliseo cordobés parodiando el programa de televisión del chef Alberto Chicote en un restaurante tan cutre que la botella de ron Legendario en vez de tener la bandera cubana llevaba colgando «la bandera de Rumanía». Sin embargo, se inventaron un concepto bastante beneficioso, la «gastrosiesta», según el cual, «primero te hinchas a comer y luego te echas una cabezadita».
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Chirigota sevillana «Bigilansiah24»./Foto: LVC

Sin duda, la explosión musical, con un derroche de colorido que puso en pie al teatro la trajo el coro de Espiel «La tierra de la alegría», una alegoría comparativa entre África, de donde decían venir, y Andalucía, su destino. La modalidad que recuperó el autor David Amaya «Agüito» tiene un buen relevo con los espeleños que, ataviados como diferentes tribus de pueblos africanos, interpretaron unos tangos con una música preciosa. Es cierto que en el inicio sorprendieron porque el coro «cordobés» al que nos tenía acostumbrados el gaditano, contaba con unos tangos introducidos por una versión de «Soy Cordobés» de Rafael Castro y este año lo han sustituido por un arranque muy rítmico musicalmente, alegre, pero que también da gusto escuchar. Cantaron un tango reivindicando el «cordobesismo» en el Carnaval de Córdoba. Aunque reconocen que «Cádiz es una preciosidad», «nunca me hizo falta tener mar o espigón» porque tienen «callejas de adoquines que conducen a la Mezquita», «esquinas con otro aroma, otro sabor».
La comparsa de los pregoneros
También ayer fue el turno de la comparsa de los pregoneros del Carnaval de este año, Fernando Abad y Antonio Ramírez, «La misteriosa», representaron las peripecias del investigador Sherlock Holmes y su compañero el doctor Watson pero cambiaron la astucia por la crítica feroz. Cargaron contra uno de los autores ausentes en el concurso de este año, Rafael Cámaras- Altas, a quien critican por ir a Cádiz a cantar con su comparsa y también contra el premio que la entidad Cajasol ofrece al certamen por primera vez, 500 euros por el mejor pasodoble a Córdoba, y animan a los autores a que «escriban sincero, sin mirar el dinero».
Parodia del cuarteto "Pesadilla"./LVC
Parodia del cuarteto «Pesadilla»./LVC

Anoche también fue el turno de la comparsa «El reino de Cronos», de Encinas Reales, unos dioses del tiempo con un repertorio muy positivo; «disfruta de la vida, que no te amarguen los problemas», cantaron en su presentación. De la provincia llegó también la última chirigota de la penúltima sesión del concurso, de Palma del Río, «Bigilansiah24» unas vecinas marujas en versión actualizada; más que la típica «mari» con bata de «guatiné» eran una especie de «Debo» de «Los Morancos» pero más cotillas que «Vieja’l Visillo» . Criticaron a una vecina «perroflauta», «una antitaurina que vota al ‘Coletas'» y a los «patriotas» que «no tributan y se llevan su dinero a paraísos fiscales».
La representación sevillana corrió a cargo de «Los vigilantes» que defendieron el flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y que va más allá de las coplas que cantan en el programa «Yo soy del Sur» de Canal Sur. A capela se atrevieron a cantar a «las voces sin nombre» del Carnaval, «la voz del pueblo», a «la ilegal y la callejera» que buscan su hueco mientras los grupos de renombre, como ocurre con las agrupaciones de Cádiz, hacen bolos en discotecas más allá de febrero.
Regalo de la noche: Fali Vila trajo a Martínez Ares
Como colofón, la noche de ayer tuvo una inesperada y muy grata sorpresa para los aficionados al Carnaval. Fali Vila, el que fuera octavilla de algunas de las comparsas de uno de los autores gaditanos por excelencia del Carnaval contemporáneo, Antonio Martínez Ares, que acudió a ver la sesión, se subió al escenario y regaló dos de los pasodobles más conocidos de «El Niño»: «Carnecita de gallina», de «Los Piratas» y «Dios mío que me estoy secando». Pasodobles de culto que todo carnavalero acaba cantando en las reuniones familiares o de amigos.