¿Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Rafael Blázquez, Susana Díaz o Pedro García? Aunque los nombres y apellidos, pese a estar relacionados, guarden las distancias en los departamentos estanco de las distintas administraciones, lo cierto es que para la alcaldesa de Córdoba suponen el más difícil todavía, sobre el alambre de su gobierno en minoría y un futuro ejecutivo tras las elecciones.
A nadie escapa que las relaciones entre el presidente de su partido y del Gobierno con la presidenta de la Junta nunca fueron buenas. Por esto, quizás Isabel Ambrosio da las de cal y las de arena. Por ello, ha alabado el pacto presupuestario -que puede que quede en nada, si los independentistas no dan el ok- entre Sánchez e Iglesias. Mientras en desde el Ayuntamiento vigila García. Su número 2 y defensor de la Confluencia, la misma que Blázquez ha rechazado. Y, en una concatenación poco literaria, pese a que el primer teniente de alcalde vea con buenos ojos las intenciones de Ambrosio, lo cierto es que la coordinadora local de su partido ya avisó que la gran coalición siempre estará “a la izquierda del PSOE”.
«A Ambrosio sólo le preocupa el sillón», aseguraba el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Córdoba, José María Bellido, tras la declaración de intenciones de Ambrosio al pacto Sánchez-Iglesias. El candidato a la Alcaldía recordaba a la socialista «ha sido incapaz de exigir a Susana Díaz recursos prometidos por más de una década» para la construcción de ascensores en el hospital Reina Sofía, así como planes de empleo para la capital de provincia «con más paro de España». Y exigía a Ambrosio que «deje de ejercer de portavoz socialista y delegada de la Junta», y que «debe dedicarse a ser la alcaldesa de todos, exigir proyectos de la Junta y que se cumplan los PGE de 2018» y exija a Pedro Sánchez su ejecución.
Tal vez, en las acusaciones de Bellido esté la de cal o la de arena que la alcaldesa da a su jefa directa, la presidenta del PSOE andaluz. La misma que dejó claro, no hace tanto, que Ruiz era su candidato para dirigir a los socialistas cordobeses. Como así fue, por encima de Teba Roldán (la “sanchista”) y de la vía Crespín, que se diluyó antes de pedir un aval.