Gregorio Vela, miembro fundador de Alcore y terapeuta: “ Lo que más me enorgullece es que mis hijos hayan disfrutado de mi rehabilitación”


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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), España tiene un consumo de alcohol ‘per capita’ mayor que la media europea.  Son conclusiones de un estudio realizado en 2016 – el último disponible—que también nos indica que la ingesta ha descendido ligeramente en los últimos 5 años, que los hombres españoles consumen hasta 4 veces más que las mujeres y que las cifras de muertes producidas por el alcohol – más de tres millones en ese año-  se producen por accidentes de tráfico, violencia, autolesiones, cáncer o trastornos mentales. Es curioso el eufemismo que la OMS emplea cuando habla de consumo excesivo: ‘prevalencia de episodios de alto consumo’. Pues bien, esa prevalencia es del 28,0% entre los chicos de 15 a 19 años. En esa franja de edad y preguntados solo los bebedores habituales, sube hasta el 49.5%.

Pero detrás de las cifras y de las estadísticas, están las personas. El consumo excesivo de alcohol, o habitual, puede derivar en alcoholismo. Y es entonces cuando el problema no solo afecta al enfermo, sino a todo su entorno. En el año 2000, en Córdoba, nacía la Asociación de Alcohólicos Cordobeses Rehabilitados (ALCORE), entidad sin ánimo de lucro que en estos casi 20 años de existencia ha ayudado a centenares de enfermos y familiares a recuperarse y a aprender a vivir sin alcohol. De los 18 miembros fundadores quedan Rafael Sánchez, Maite Díaz y nuestro entrevistado, Gregorio Vela (Montilla, 1960) además de los que en estos años han seguido recogiendo con generosidad y buena voluntad el testigo.

Gregorio, exempleado de banca y abuelo primerizo, nos recibe en casa de su hija con la alegría del nieto recién nacido. Ha estado en el lado de los que piden ayuda y ahora, desde hace años, es él el que la ofrece. Conoce al enemigo, pero sobre todo, se conoce mejor a sí mismo. Porque en realidad, el proceso de rehabilitación de cualquier adicción no es sino adentrarse en los oscuros caminos propios, enfrentarse a los demonios y vencerles con humildad y gratitud hacia la vida. Si además se cuenta con la ayuda de personas como Gregorio Vela, y asociaciones como ALCORE, mucho mejor.

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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

– El alcoholismo es una enfermedad crónica y progresiva. Si no se detiene a tiempo, el pronóstico es siempre muy negativo.

– Si, bueno… Todos los alcohólicos, cuando empezamos a pensar qué es lo que nos ocurre, por qué no somos capaces de tomar la decisión de dejar de beber, es cuando nos planteamos pedir ayuda, ir a una asociación, y ahí comenzar nuestra rehabilitación. En caso contrario, el final de un alcohólico puede ser la propia muerte, la ‘muerte en vida’ en el sentido de que morimos socialmente, a nivel familiar. Perdemos la familia, el trabajo y en definitiva somos algo que la sociedad excluye y que es una escoria.

– Hay últimamente voces que alertan sobre la proliferación de salas de juego, con el fomento de la ludopatía que ello puede tener, pero nadie protesta contra la venta pública, legal y generalizada del alcohol.

– Las personas que somos adictas sabemos que la puerta de entrada a cualquier tipo de adicción es el alcohol. Lo que ocurre es que la gente tiene más conciencia del consumo de cocaína, de heroína, del cannabis o la ludopatía. Sin embargo, cuando se habla del alcohol, este tema se rechaza: o bien porque lo consume socialmente (y en exceso), o porque está mal visto. Está muy bien el alcohólico que es ‘gracioso’ en los comienzos de su enfermedad, pero después se convierte en una persona totalmente denigrada cuando su alcoholismo avanza y es el ‘pesado’, el que en definitiva nadie quiere a su lado. Y así ocurre social y familiarmente. Hay que prestarle más atención porque, como decía, es la puerta de entrada a otros tipos de adicciones.

«Las personas que somos adictas sabemos que la puerta de entrada a cualquier tipo de adicción es el alcohol»

«- En tu caso, ¿cuándo descubriste que tenías que pedir ayuda?

– Yo entendía que bebía en exceso. Mi alcoholismo era ‘intermitente’ y bebía cada 40 días, aproximadamente, en desmedida. Y observaba que esos 40 días, poco a poco, se iban acortando. Me juraba una y otra vez que no iba a volver a beber y luego lo volvía a hacer. Llegué a la conclusión de que yo no era capaz de controlar el consumo. Acudí a una asociación en la que aprendí, en definitiva, a vivir sin beber.

– Es llamativo lo que comentas de esa forma de beber, porque se tiene una imagen del alcohólico de alguien que consume todos los días y desde muy temprano. Y que, por cierto, acaba tirado en el banco de un parque.

– Es lo que tenemos aprendido de las películas americanas: el alcohólico que vemos con la gabardina, y  la bolsa de papel con la botella dentro yendo para situarse debajo de un puente consumiendo… y creemos que cuando se llega a ese nivel se es alcohólico. Y eso no es así. Esa es una fase posterior, que es ya una persona alcoholizada, que es diferente a lo que supone el alcohólico. Un alcohólico puede ir con corbata y chaqueta, ser un ejecutivo – como hay muchos en España- y que pasan desapercibidos, pero que en su vida social, laboral y familiar sí se les nota la enfermedad.

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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

– La primera asociación a la que acudes es Acali, y en ella te encuentras a una persona que ha sido fundamental en la recuperación de muchos alcohólicos en Córdoba: Fulgencio Benítez. Sueles referirte a él como tu ‘tío Fulgencio’.

– Fulgencio Benítez fue la persona que me acogió el 30 de septiembre de 1994 en Acali y fue mi mentor y el que me ayudó a hacer una buena rehabilitación. De hecho, él llegó a acogerme como ‘sobrino’ y, claro, él ha sido  mi maestro y el que me ha enseñado no sólo a rehabilitarme como persona, sino a entender esta enfermedad y a sentir un amor por lo que es transmitirla, y enfocar mi vida a la recuperación de los demás.

– ¿Para recuperarse uno mismo debe ayudar a otros a rehabilitarse? ¿Es ese el ‘secreto’ de la rehabilitación?

– Ocurre que muchos de los enfermos que llegan, y que a lo mejor llevan tres o cuatro meses, pretenden rehabilitar a otros nuevos compañeros, o quizá a amigos. Y hay que estar muy bien rehabilitado para poder comenzar a ayudar. Es como la formación de un médico: dura 6 años y continua constantemente para poder atender cualquier tipo de enfermedad que tenga una persona. En este caso es igual. Alguien que no está suficientemente formado en su propia rehabilitación no está preparado para ayudar a los demás.

-¿Cómo acude un enfermo a una asociación? ¿Obligado o porque realmente se ha dado cuenta de que tiene un problema?

– Una gran mayoría de las personas que acuden a las asociaciones van obligadas, bien por la pareja, los hijos o por el entorno laboral. Pero si realmente son conscientes de que tienen un problema y que no saben cómo detenerlo, pueden ir aprendiendo y conseguir una buena rehabilitación. Pocos somos los que llegamos a una asociación por propia iniciativa, porque nos hayamos dado cuenta de que no somos capaces de parar el consumo.

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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

Algunos compañeros tuyos de Acali deciden hace 20 años dar un paso y formar otra asociación…

– Yo comencé en Acali y relativamente pronto empecé a dar terapias de grupo no solo aquí sino también en la provincia. Me incorporé como tesorero de la asociación y luego a tesorero de la Federación Andaluza de Alcohólicos Rehabilitados, en la que Fulgencio era entonces presidente. Cuando él falleció, entendí que había que hacer un revulsivo en Acali, y en las elecciones presentamos una candidatura que planteó el obviar el apoyo económico, porque pensábamos que estaba haciendo mucho daño a la propia asociación, ya que se olvidaba al enfermo y se dedicaba más al reparto económico. Perdimos aquellas elecciones y decidimos fundar Alcore – Alcohólicos Cordobeses Rehabilitados- en el año 2000, que cuenta ya con 19 años de existencia y de la cual nos sentimos muy orgullosos. El porcentaje de rehabilitación en Alcore es bastante más elevado que la media, y creo que eso se debe a la forma de impartir las terapias y el apoyo por parte de nuestro psicólogo, Juan Carlos Moya. En el tema médico nos ayuda Cruz Roja, a través de la atención de Bartolomé Cañuelo.

– Entiendo, por tanto, que estamos ante una asociación sin ánimo de lucro.

– Alcore se mantiene de las propias cuotas de los asociados y de los que pueden pagarla. Hay muchos que llegan y no pueden pagar la cuota y nunca se les pide ni exige nada. Los que podemos hacerlo la aportamos y con eso atendemos las cuestiones básicas, como es tener un teléfono móvil para las llamadas, la infraestructura de nuestra página web que nos permite dar información y charlas sobre este tema. Por tanto, más dinero no es necesario.

– ¿El apoyo médico y  el psicológico también son gratuitos?

– Sí, el de Cruz Roja es aportado gratuitamente y el psicólogo que tenemos en el equipo lo hace de una manera altruista. Ve a los compañeros, los atiende a ellos y a los familiares. Otro de los bastiones importantes de la asociación es la atención a los familiares. Por tanto, los gastos que tenemos se pueden cubrir con las cuotas de los socios, que es cómo entendemos que deberían funcionar las asociaciones.

-¿Los familiares también participan en las terapias?

– Sí, las terapias son abiertas a alcohólicos y familiares. Tenemos que entender que el alcohólico acude muy mal, pero, normalmente, el familiar llega peor incluso, porque sin consumir alcohol, su estado de nervios, de situaciones creadas… le produce un ánimo y una tensión que le desborda.

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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

-¿ Y cómo se desarrollan esa terapias conjuntas?

_ Bien, pues  habla sobre algún tema particular, que en pocas ocasiones tiene que ver sobre el alcohol. Se trata más bien de ‘formas de vida’, de cómo entender la vida sin alcohol, cómo tenemos que plantearnos nuestra convivencia, nuestra forma de pensar y entender. En definitiva, es como una ‘escuela de vida’.

«Se trata más bien de ‘formas de vida’, de cómo entender la vida sin alcohol, cómo tenemos que plantearnos nuestra convivencia, nuestra forma de pensar y entender»

-Y en cuanto a sexos ¿acuden más hombres que mujeres?

– Las últimas estadísticas sobre alcoholismo indican que hay un mayor porcentaje de mujeres que beben en exceso y que pueden llegar a ser alcohólicas antes que los hombres. Sin embargo, la afluencia a las asociaciones suelen ser más de hombres. Nosotros tenemos la experiencia de haber fundado el primer grupo de mujeres alcohólicas en terapia cuando estábamos en Acali. Era pionera a nivel nacional, solo y exclusivamente para enfermas alcohólicas. Hay que entender que el alcoholismo en el hombre y en la mujer se lleva de diferente manera: mientras que el alcoholismo en el hombre está relativamente bien visto por la sociedad – porque toma copas con los amigos, se van al fútbol, es el gracioso de la reunión y tal-, cuando la mujer es la alcohólica, los adjetivos son muy duros. Es más degradada.

Y la forma de beber también suele ser diferente. Aunque socialmente, hoy en día, la mujer también bebe en los bares, en los pubs, y puede que en exceso.

-Nos has hablado del carácter gratuito de los servicios pero no de la sede, de dónde se realizan las terapias.

– Alcore se fundó en el salón de mi casa y hemos pasado por diferentes lugares. Tuvimos la suerte de que el Ayuntamiento nos cedió un local en la antigua escuela de la Normal de magisterio, que cerraron por reformas y problemas de infraestructura y nos acogieron en las dependencia municipales del centro cívico del Campo de la Verdad/Sector Sur (Arrabal del Sur), y allí tenemos acceso a una sala donde impartimos la terapia y otra donde nuestro psicólogo ofrece asistencia a los compañeros.

-Lo hemos comentado antes en relación a las salas de juego ¿Serías partidario de prohibir el consumo de alcohol?

– No, no soy partidario de prohibir nada. para mí es importante formar a la gente y sobre todo, a la gente nueva, a los chicos jóvenes y avisarles de que todos los consumos en exceso derivan en algo malo. Y creo que si la gente estuviera suficientemente formada en este ámbito nos ayudaría como prevención. Pero también entiendo que hay que tener libertad para cualquier cuestión.

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Gregorio Vela/Foto: Irene Lucena

-¿No hay suficiente información sobre el alcoholismo?

– Es que creo que la información está mal explicada. Porque no tenemos que asustar a la gente joven con el alcoholismo, con lo que podemos llegar a ser ni nada de eso. Creo que la información se debería de dirigir no tanto a dónde puede llevarnos no solo el consumo de alcohol sino cualquier otra adicción, con lo que puede hacernos a lo largo de nuestra vida, y lo que puede dañarnos, en nuestro entorno y a nivel personal. No hay que olvidar que hace algunos años los alcohólicos estaban tratados en los manicomios, porque existe una degradación psíquica y una pérdida de neuronas importante – más que las neuronas, las conexiones entre ellas-, y eso nos hace ver la vida y formarnos de una manera diferente a lo que es la realidad.

– Esta es una enfermedad que no entiende ni de clases sociales ni profesiones, ¿verdad?

-Efectivamente, el alcoholismo está en todos los estratos sociales. Yo he conocido médicos, cirujanos, grandes ejecutivos de la banca, directivos de alto nivel, albañiles, transportistas, periodistas… todo tipo de profesionales en los que debemos incluir a la mujer. La mujer, cuando ha destacado más en el trabajo, se ha inorporado también al consumo importante de alcohol.

«El alcoholismo está en todos los estratos sociales. Yo he conocido médicos, cirujanos, grandes ejecutivos de la banca, directivos de alto nivel, albañiles, transportistas, periodistas…»

– De todos estos años sobrio y recuperado ¿qué ha sido lo mejor?

– Lo más importante en mi recuperación, además de lo que he crecido como persona, para mí, lo que más me enorgullece es haber hecho una buena rehabilitación y que lo hayan visto mis hijos y poder ver en ellos lo que yo hubiera deseado. Ver cómo ellos han crecido con mi rehabilitación, cómo les he aportado la educación, el respeto, los valores… es lo que más me enorgullece.