Acudía a la redacción de La Voz de Córdoba después de comprobar que su cuadro ya estaba colgado en la Diputación Provincial. Se les olvidó hace décadas colocarlo como recuerdo pictórico de quien fue su presidente durante los primeros años 90 del siglo pasado. Rafael Vallejo reconoce – con sonrisa socarrona- que ha sufrido un damnatio memoriae al estilo de los clásicos generales romanos. En Diputación también olvidaron hace poco poner un cuadro de la primera – y única, hasta ahora- mujer que presidió la institución, quizá porque era del Partido Popular. La memoria histórica es selectiva, como toda memoria humana. Vallejo está jubilado y vive en la actualidad en su Jaén natal. Es médico y fue socialista. De los de chaqueta de pana. En 1974 estuvo como delegado cordobés del PSOE en Suresnes (Francia) en un congreso del que salió elegido secretario general un tal Felipe González. También conoció la prisión franquista. Galones, para entendernos.
Le hemos llamado para que participe en la tertulia semanal de esta casa. Porque tiene perspectiva y ha conocido el nacimiento de la democracia, de la monarquía parlamentaria y de la España que ahora se difumina entre tuits vitriólicos y comunistas nuevos, que son los viejos comunistas de siempre. La perspectiva que se adquiere cuando alguien ha pasado por el Congreso de los Diputados, por el Senado y la Junta de Andalucía. La mirada del médico que una vez reincorporado a su puesto en el SAS sufre represalias donde más duele, o sea, en la nómina. Vallejo ha tenido sus aciertos y sus errores – ser guerrista, por ejemplo, como él mismo reconoce- pero que le quiten lo bailado. Y lo vivido. Forma parte de la historia de esta ciudad de luces y sombras con sus humanas sombras y luces comunes a todo mortal.
Queremos conocer qué piensa un hombre cómo él de un PSOE que ahora aplaude en el Congreso a los que un día- antier, mismamente- apoyaban a los pistoleros que mataban socialistas, niños, mujeres y otros españoles, en definitiva. Tenemos curiosidad qué reflexión le merece que la socialdemocracia abrace como un lémur al oso del comunismo bolivariano. Qué puede pasar con los que quieren irse de España cobrando euros, eso sí, de España y de los españoles todos. La pregunta en realidad es cuando se jodió el Perú, pero quizá eso ya no importe, sino qué nos va a quedar de Perú.
En El Coro de esta semana confluyen distintas generaciones, unas con más años que otras, pero todas con el suficiente criterio de lo que está bien y de lo que no, de qué hemos perdido y de por qué merece la pena luchar. Así también podrán escuchar las voces de Antonio Rodríguez de la Fuente, Natividad Gavira, José Juan Jiménez Güeto y Antonio Prieto, casi el cuerpo habitual de coristas disidentes. Porque en la disidencia – esa que echa de menos Vallejo- se está desde que uno se compromete frente al pensamiento único y la idiocia generalizada, además de colocarse contra los encantadores de serpientes y los tahúres. No son (o somos) mejores pero sí se discrepa para poder seguir haciéndolo como casi siempre se ha hecho. Como en el seno del viejo Círculo Cultural Juan XXIII, que también presidió Vallejo, se disentía contra el Régimen del caudillo. Ahora lo hacemos contra el Régimen chachi y progresista que ya viene.
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Como él ya se cuentan muchos y además en nómina de medios como columnistas opinadores.