Sacrificaron parte de los mejores años de su vida por alcanzar una nación democrática y con plenos derechos y libertades. Ninguno está ya en la política activa, pero poseen recuerdos y sobre todo perspectiva. Ellos contribuyeron, en mayor o menor medida, a que España sea como es actualmente, o cuando menos, como ha sido hasta que comenzó el estado de alarma por la crisis del coronavirus, una situación que ha mermado derechos ciudadanos y libertades que ahora echamos de menos. Algunas voces miran con preocupación este momento porque adivinan en él intenciones que no son precisamente democráticas por cuanto advierten de que caminamos a una deriva que pone en peligro la monarquía parlamentaria y en definitiva la nación que salió de las urnas aprobando la Constitución de 1978. Llamémosle ‘régimen constitucional’. Lo que sí parece claro es que muchas cosas van a cambiar cuando esta crisis se supere y que no deberemos olvidar el esfuerzo y el sacrificio de aquellos que supieron aparcar posturas casi irreconciliables para dejarnos una España plural, democrática y mejor.
La Voz de Córdoba se ha puesto en contacto con Rafael Vallejo, José Javier Rodríguez Alcaide y Ernesto Caballero. Llegaron a la incipiente democracia de la segunda mitad de la década de los 70 bajo las siglas del PSOE, UCD y PCE, respectivamente.
Rafael Vallejo (Bailén, 1947) es médico jubilado. En 1974 asistió como delegado socialista por Córdoba al congreso del PSOE en Suresnes (Francia) donde se elegiría secretario general a Felipe González. Fue diputado en el Congreso tras las elecciones de 1977, 1986 y 1996. Ha presidido la Diputación Provincial de Córdoba (1991- 1994) y ocupó el cargo de Consejero de Juventud y Deporte y Cultura en la Junta de Andalucía.
José Javier Rodríguez Alcaide (Baena, 1938) también acompañó en la legislatura constituyente de 1977 a Vallejo, como diputado, pero por la extinta Unión de Centro Democrático (UCD), aunque previamente había sido uno de los fundadores del Partido Social Liberal Andaluz. Es licenciado en Veterinaria, Ciencias Empresariales y máster en Economía Agraria. Abandonó la política en 1982 y vinculó su vida a la docencia como profesor en la Universidad de Córdoba y a su faceta de escritor. Conoce los medios de comunicación y la prensa en particular, porque fue uno de los fundadores de la desaparecida La Voz de Córdoba (1981-1984), ha presidido Diario Córdoba y ha colaborado con la edición local de ABC.
Ernesto Caballero (Villanueva de Córdoba, 1935) es un histórico del PCE al que se afilió en 1957, algo mucho más arriesgado y difícil entonces que montar un círculo de Podemos en la actualidad. Este pastor, herrero y albañil conoce la clandestinidad, la persecución y la cárcel franquista de primera mano, lo que llevó en varias ocasiones a Francia o a vivir bajo diferentes alias. Tras la muerte del dictador, se centró en el trabajo del PCE en Córdoba, en el que ocuparía la secretaría general para más tarde convertirse en coordinador provincial de Izquierda Unida. Ha sido parlamentario andaluz durante dos ocasiones (1982 y 1986) y diputado en el Congreso en 1989. Ha publicado varios libros sobre sus memorias y vivencias.
DEL TIEMPO DEL ENTUSIASMO AL DE LA POLARIZACIÓN
En estos días se ha vuelto a hablar en España de los denominados Pactos de la Moncloa de 1977. Pedro Sánchez propuso una reedición similar ante la polarización de las posturas políticas y la catástrofe económica que se avecina, pero ha sido una propuesta más finalista que realmente consensuada. “La situación de los Pactos de la Moncloa y ésta no se parecen en casi nada”, señala Rafael Vallejo, “En aquel momento había un afán por la libertad, por la democracia, para conseguir una situación mejor en la sociedad española. No era sólo que hubiera elecciones, sino que había que consolidar una estructura y sobre todo, dar una esperanza económica porque si no no hay una base que solvente las dificultades económicas de los ciudadanos lo demás no sirve para mucho. Tras las primeras elecciones hubo una crisis económica muy importante y la diferencia es que entonces la visión era más global y el deseo más común en ponerse de acuerdo. Y aunque pareciera que se daban las condiciones para todo lo contrario era más fácil porque existía la voluntad de acuerdo. Ahora que curiosamente las condiciones parecen más fáciles, se complican, porque no existe esa voluntad. Sobre todo por quien manda. Entonces, durante la Transición, la iniciativa partió del Gobierno y ahora no, es un canto al sol. Se dice que se quiere, en los medios de comunicación, pero no se ponen en contacto con prudencia, rigurosamente y en privado con el resto, con los que tienen que ponerse de acuerdo”.
Ernesto Caballero ve “necesario el entendimiento entre las fuerzas políticas para aquellos asuntos que son esenciales para la sociedad. No veo bien que los pactos que se intentan hacer tengan que ser una copia del pasado. Los Pactos de la Moncloa se realizaron en un tiempo concreto, con otras composiciones y ahora son otras las circunstancias. Hay que esforzarse en pactar y conseguirlo pero sin copiar el pasado porque nunca se llegará al mismo resultado. Otra cosa es que se consiga porque las posiciones están tan encontradas que lo veo bastante difícil, o sea, que PSOE y fuerzas que están gobernando hoy puedan llegar a algún acuerdo”. En este sentido Caballero añade que “efectivamente hay opiniones y actitudes muy diferentes. En el tiempo de la Transición existía un entusiasmo para alcanzar la democracia y las libertades e ir hacia la sociedad que entre todos nos hemos dado. En la actualidad lo que hay es un pulso de unos y otros para ver quién consigue el poder para estar en la Moncloa y gobernar según su ideología política, sin reparar tanto en conseguir cosas positivas para el conjunto de la población. Son posiciones más egoístas y partidistas que las que se daban durante la Transición”.
José Javier Rodríguez apunta hacia la economía directamente: “Aquellos fueron unos pactos políticos, sociales y económicos y esto que hay que hacer, a modo de reconstrucción, es un pacto sólo de carácter económico. España es un país en suspensión de pagos. El Estado, para pagar la deuda anterior, tiene que emitir deuda nueva y esa nueva deuda la está comprando el Banco Central Europeo. Por eso ahora mandan el mensaje de que sea ‘deuda perpetua’. Una deuda perpetua en manos del BCE supone la quiebra del euro. Son unos ignorantes. El pacto que habría que hacer es que nos rescate la Unión Europea dentro de un año o deberíamos realizar el esfuerzo que hizo el señor Rajoy, es decir, bloquear las pensiones y bajar el sueldo a los funcionarios. Así de duro y claro. Como estamos en suspensión de pagos, a España no le compra la deuda absolutamente nadie y la única deuda que podrá emitir el Gobierno a través de sus mecanismos es en euros, y el único que lo está comprando es el BCE. Y esto sucede además en una sociedad, la española, que está con morfina, adormecida, y a la que no se le cuentan los verdaderos temas graves que existen. La solución es que este Gobierno se deshaga y salga otro Gobierno de otra naturaleza. Pero el señor Sánchez no se va a ir, porque el señor Iglesias lo tiene bien cogido. ¿Por qué lo tiene bien cogido? Es lo que hay que preguntarle”. Rodríguez Alcaide mira al pasado, a los finales años 70: “Los políticos de aquella época, primero, eran de mayor edad que los que hay hoy y, segundo, llegaban aprendidos al puesto. Y éstos han llegado sin aprender. Cuando se ocupa un puesto de responsabilidad sin aprender se cometen muchos errores aún con buena voluntad y peor todavía si es con mala voluntad. Yo todavía estoy esperando que los partidos políticos digan que se van a rebajar el sueldo, desde el primero hasta el último alcalde. Rebajarse el sueldo un 20% para reducir el déficit del presupuesto público. Cuando llegó la crisis en 2008, si recordamos, los políticos se pusieron de acuerdo para no rebajarse el sueldo y cuando la crisis desapareció, lo hicieron para subírselo. En esto tardan cinco minutos en encontrar el consenso”.
¿VAMOS HACIA UN NUEVO RÉGIMEN?
Las voces críticas que ven en el recorte de libertades de esta crisis una medida que no será provisional, y que se puede aprovechar espuriamente por parte del Gobierno actual para derivar en otro tipo de gestión político-administrativa de España, no son pocas. ¿Está en riesgo nuestra actual democracia? Rafael Vallejo cree que no: “Es una situación insólita y habrá quien quiera aprovecharla y manipularla para llevarla a sitios que no son el objetivo de resolver esta crisis. Pero, afortunadamente, existen muchos resortes y hay gente muy formada que denuncia que esto tiene un cariz que no es el que debía, y eso puede durar lo justo, es decir, en cuanto acabe el confinamiento y todo se normalice, pues desaparecerán los intentos – que seguro que existen- de gente que quiere cambiar las estructuras de la libertad. No sé si soy muy optimista, pero van a fracasar en ese intento”. Por su parte, Ernesto Caballero piensa “que no se va a dar, pero sí vamos a asistir a cambios en la sociedad y en la manera de gobernar porque el coronavirus muchas cosas para gobernar de otra forma”. Añade que “será la continuación del régimen democrático con nuevas formas de Gobierno, de comunicación y de nuevas metodologías y funciones del conjunto de la población española. Es otro tiempo el que se aproxima. Hay quien está trabajando para cambiar la democracia y el sistema, y es verdad que la ultraderecha está haciendo todo lo posible para romper el sistema que tenemos, pero no lo van a conseguir porque la concienciación del conjunto del pueblo es suficientemente madura como para que lo logren. El sistema democrático, tal y como lo conocemos, va a continuar con las modificaciones necesarias por la nueva situación producida”
Sí, pero no ha sido un general de un Gobierno de extrema derecha quien ha puesto recientemente en solfa la libertad de opinión y expresión “Es que en los militares hay opiniones de todo tipo y las declaraciones de este general lo que han conseguido es poner en entre dicho la gobernabilidad de este Ejecutivo. Hay que ver si eso ha sido un lapsus o es que este general está en una línea política coincidente con la extrema derecha”, apunta Caballero.
Rodríguez Alcaide es de la opinión de que “si no estamos asistiendo a un cambio de régimen sí parece que por lo menos se están poniendo los cimientos para que el régimen cambie, es decir, refiriéndonos con ‘régimen’ a nuestra Constitución de 1978” Añade el profesor que “ocurren cosas incomprensibles, como que un presidente del Gobierno permita que su vicepresidente, el señor Iglesias, diga cosas por televisión que son inconstitucionales. La pregunta es por qué el señor Sánchez, después de ese abrazo que se dio a las 24 horas de las elecciones acepta pactar con el señor Iglesias, su vicepresidente, a espaldas de muchos de sus ministros, como realmente sabemos. El último asunto, el de la renta familiar, ha sido pactado a espaldas de la ministra de Trabajo. Hay una crisis interna de Gobierno en la que realmente desconocemos qué cosas sabe el señor Iglesias del señor Sánchez, que no permite al presidente echarlo de ese pacto.
UN MÉDICO EN LA SALA
Aprovechamos la ocasión para preguntarle a Rafael Vallejo, en su calidad de médico que ha trabajado durante años en la sanidad pública, qué opinión le merece la gestión sanitaria de esta crisis: “Hay un problema de base. El Gobierno debió haber declarado una situación parecida a la del confinamiento, al menos, dos semanas antes. Y hacer previsiones de logística, infraestructuras y necesidades, y acopio de material un mes antes por lo menos, ya que al final de enero se tenía información – aunque muy sesgada y manipulada- de lo que estaba ocurriendo en China, de que podía ser algo grave. Como posteriormente ocurrió en Italia. Y aunque ya tengamos medidas, se sigue una línea de falta de información y comunicación con la oposición para llegar a acuerdos comunes, y hacer piña en cuanto a la defensa de los ciudadanos y no de los intereses partidistas. Me parece que cuando todo esto pase habrá que realizar un balance muy crítico de lo que se ha hecho”.