La hostelería, junto con el pequeño comercio, son los grandes damnificados de las restricciones horarias impuestas por la pandemia. Son ya muchas las persianas bajadas definitivamente porque no se puede hacer frente a los gastos y a la falta de ingresos. Sin embargo, otros establecimientos han decidido aguantar el chaparrón, apretar los dientes, echar números y observar cómo, en mayor o menor medida, la pandemia evoluciona y ello afecta a la actividad económica.
«Lo bueno de la hostelería es que sigue teniendo demanda. Comer se necesita al menos dos veces al día», nos comenta Alfredo Romeo, uno de los propietarios de El Mirador del Río. La firma tiene dos establecimientos, uno junto al avión de Miraflores y otro, inaugurado algo más tarde (en diciembre de 2016) en la avenida de Carlos III. Este último ha estado cerrado desde el confinamiento. «Tanto mi socio David Enríquez como yo nos hemos decidido volver a abrir. No lo hemos hecho antes por ser cautos y conservadores. De los dos establecimientos que tenemos, el primero lo abrimos a los cuatro meses. Quisimos hacerlo bien: saber a qué nos enfrentábamos y ver la evolución de la pandemia. Y ha sido ahora cuando nos hemos decidido a abrir el segundo», nos comenta Romeo, que hace años decidió también embarcarse en el sector de la hostelería para saciar su espíritu inquieto y emprendedor. Y hay que ser muy emprendedor para invertir en estos duros tiempos. «“Una operación así implica la contratación de 8 a 10 personas, lo que implica tener una responsabilidad y responder si vienen mal dadas. En el momento que hemos estado seguros hemos abierto. Hemos contado además con todos los que empezamos”, nos dice Alfredo.
Aprovechar la situación, a pesar de los horarios
La avenida de Carlos III estaba un poco huérfana sin El Mirador del Río. En sus tres años de vida se había convertido en un lugar de encuentro no solo para comer, sino para celebrar diferentes eventos en sus amplias instalaciones. Es amplitud ahora juega muy a favor de la reapertura cunado se exigen distanciamientos, según Romeo: «El establecimiento es amplio, con mesas de sobra y grandes espacios. El cierre obligado a las seis de la tarde te permite dimensionar mejor al personal. Merece la pena abrirlo». También ha sido decisivo el cariño de los clientes. La verdad es que es un sitio que se ha echado de menos en estos meses extraños. «Hemos aprovechado para renovar la cocina -en cuanto a oferta culinaria- y algo de los equipos también. Hemos querido ponernos en contexto y dar una oferta que sigue siendo atractiva en cuanto relación calidad/precio pero que esté a la altura de lo que un comensal exige. Nuestros clientes son maravillosos, empatizan con nosotros y es una manera de devolver el cariño y el apoyo que hemos recibido. Ha sido mucha le gente que nos ha preguntado que cuándo abríamos», comenta agradecido Alfredo Romeo.
La actitud es lo que cuenta
Alfredo Romeo, en su trayectoria como empresario, ha conocido serios reveses además de varios éxitos. Su periplo en República Dominicana, por ejemplo, se ha visto paralizado sin expectativas de futuro. Sin embargo, Romeo y su equipo son optimistas: creen que todo esto sirve para mejorar y aprender. «La gente cambiará sus rutinas pero no tanto que no te permita mantener un negocio. Estos cambios nos harán más eficientes en todo, no solo en la hostelería, sino de manera global».
Que El Mirador del Río reabra sus puertas es una estupenda noticia. El hecho en sí, en efecto, invita al optimismo, a pesar de los números de contagios y los dramas que muchos negocios están viviendo. La vida sigue y muchos son los que se esfuerzan, con tesón, en que sea así, a pesar de la incertidumbre y el miedo que se puede sufrir.

Desde hoy martes, 1 de diciembre, el establecimiento abre desde las 8:30 de la mañana y hasta las preceptivas 18:00 horas. Los lunes cierran por descanso.
Merece la pena darse de nuevo una vuelta por este sitio estupendo y disfrutar de las buenas cosas que no nos quita, ni quitará, la pandemia.