Vacunas para los que nos inmunizaron con su amor


Los mayores vuelven a ser de nuevo los primeros en recibir las vacunas contra el coronavirus en una jornada, la de ayer, esperanzadora.

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Vacunación en la residencia de La Trinidad./Foto: Jesús Caparrós
Vacunación en la residencia de La Trinidad / Foto: Jesús Caparrós

Lo dieron todo. Sus días, sus desvelos y sacrificios. España ha visto en estos aciagos meses cómo perdía a parte de los que vivieron una posguerra, supieron atarse los machos, sacar un país adelante, encontrar la reconciliación y dejarnos un país lleno de decencia y esperanza. Han sido los más castigados por este virus cruel y por otra crueldad: la de la gestión política, una gestión perdida entre la soberbia, la incapacidad y la mentira. Y esto es así y que cada palo aguante su vela. 

Los abuelos que ahora vacunamos con riqueza gráfica son los hermanos supervivientes de los que murieron solos, ocultos y tapados hasta hace unos meses. Y algún día habrá que pedir responsabilidades por dejar morir de esa manera a los que han demostrado ser mejores que nosotros y nos han permitido el lujo de dilapidar la decencia que nos heredaron sin pedir nada a cambio. 

Las vacunas van llegando y la de ayer, en el segundo día del proceso sanitario, lo hizo con cierto retraso debido a un problema logístico desde la sede de los laboratorios en Bélgica. Las cosas serias no deberían nunca estar en manos de los belgas, pero cómo vamos a quejarnos nosotros, los de los 17 minipaíses de taifas. Por la tarde llegaron a Córdoba y a tres residencias: Santa María, en la Compañía; Nuestra Señora de los Dolores, en Capuchinos, y a la de la Trinidad, en Lope de Hoces. A esta última se fue La Voz de Córdoba para recoger las fotografías y el testimonio que allí se vivió. 

Fueron 53 residentes y 35 trabajadores los que recibieron la dosis de esperanza e inmunidad. Con emoción, algún temor y sobre todo con mucha ilusión. Esa ilusión que muchos de ellos, cuando jóvenes, colocaron en un futuro que ahora, ya presente, les ha dado la espalda en los meses primeros de la pandemia. Se merecen ser los primeros, pues, en vacunarse. 

Pepe Solís ha visto la 2ª República, la Guerra Civil, una dictadura, la democracia y la vacuna para una pandemia mundial. / Foto: Jesús Caparrós

Al margen de la campaña propagandística, de la colgadura de medallas – como si no fuera una obligación pública y política el proceder a la vacunación- y del todo el ruido que el proceso está teniendo más allá de lo que sanitariamente supone, en esto días encontramos posiblemente las mejores imágenes para esta larga y triste historia que la humanidad está viviendo. 

Ellos no dudaron en inmunizarnos frente a los avatares de la vida con sus años, su esfuerzo y su amor. Qué menos que les devolvamos esa generosidad desinteresada con los viales que traen la esperanza de recuperar el legado que nos dejaron.