Fernando Simón habla bajito, y eso ya sabemos que es un valor añadido según nos desveló Pedro Sánchez refiriéndose a Illa, que era el jefe hasta hace poco de Simón y ahora es preconsorte ganador de la tierra de l’algarada gracias a su propio efecto.
En la pandemia nos hemos movido a golpe de efectos, en efecto. El de Illa y el ‘Efecto Simón’ que es un efecto o dos, a lo sumo. Fernando Simón lo mismo te adivina el futuro de una pandemia que coge una tabla de surf o se mete debajo de un paso. Aunque en este caso se ha metido en un jardín, la verdad. Y eso que el hombre ha tratado de ser prudente y se ha puesto la vacuna antes de que salga la PCR, que es lo que antes de la pandemia se conocía como ponerse el parche antes de que saliese el grano.
Como estamos perimetrados y confinados en cómodos tramos horarios desde hace ya mucho, los nervios andan a flor de piel. Si además andamos arruinados y pagando cuotas a la Seguridad Social como si no hubiera un mañana – pensiones, entiéndase-, los nervios dejan de ser del acero de pecho de autónomo y puede haber mosqueo generalizado. Que no se celebren procesiones en Semana Santa es una cosa dolorosa para los cofrades y para la hostelería y el turismo, que es material humano y religioso y económico sensible. Y mucho.
Fernando Simón ha destapado el tarro de las comparaciones y anunciando prudencia, porque se reconoce humildemente como ‘no experto’ en costales, se ha puesto de frente a gran parte de los cofrades. En un momento de su comparecencia de hoy – nosotros reproducimos el que ha recogido la Cadena SER- ha dicho que no es lo mismo ir bajo un paso que estar en una manifestación. Twitter ha hecho el resto. La viral bronca, o sea.
Supongo que no le falta razón. Lo que ocurre es que a Simón le persigue una o dos maldiciones a lo sumo, como los contagios de febrero pasado. Y aunque habla cascado y bajito, lo suyo se amplifica. Sobre la prudencia de declararse ‘ no experto’ hubiera prevalecido la de estar callado al respecto. Sucede que el Gobierno que paga a Simón se empeña en mantener un 8M movilizado aunque con distancia perimetrales y aforos feministas numerados. Lo que viene siendo soplar y sorber transversalmente.
Puede suponer un riesgo, que no decimos que no, portar un paso. Sin distancia, sudando y expeliendo vapores respiratorios. En realidad el catálogo de riesgos ya nos lo conocemos: los virus campan a sus anchas en los bares a partir de las seis de la tarde o en la reunión de tías y sobrinas de más de 10 tías o sobrinas. Quiero decir, como Simón, que no somos expertos pero sí sabemos cosas aunque no las entendamos.
Fernando Simón hoy no ha entendido nada de lo que es llevar a un Rescatado – es un ejemplo- y todo lo que ello conlleva. Y sobre todo no poderlo sacar un año más. Igual solo lo mira con los ojos científicos – uno o dos ojos, a lo sumo- y de ahí la desafortunada comparación con las manifestantes gladiadoras y a la par profilácticas.
También es verdad que Simón da muestras de no conocer la Semana Santa malagueña – por ejemplo- sin ‘pasos’ con costaleros debajo. Por tanto también Simón desvela que su imaginario cofrade es breve y sevillano.
El próximo año, si Dios quiere y hay procesiones, que alguien invite a este hombre a ponerse un costal, que las manifestaciones ya las conoce seguro. Que como científico realice un trabajo de campo y, de ‘paso’, penitencia.
Porque no, no ha gustado lo que ha dicho. Aunque él no quisiera molestar hablando bajito.