Ocupas en el Casco Histórico: un fenómeno en retroceso


El momento en el que se produjeron un mayor número de casos de ocupaciones fue en el ecuador de la pasada década

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Vivienda ocupada en la calle Moriscos. /Foto: JC

La presencia de ocupas en el Casco Histórico ha sido, con sus altibajos, una constante de los últimos años, que ha preocupado a los vecinos y que ha sido motivo de no pocos conflictos. Hay momentos de oleadas y otros de recesión con motivaciones de lo más diverso, que va desde la situación económica en general a la presión vecinal y las actuaciones policiales.

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Casa de la calle Moriscos. /Foto: JC

El momento en el que se produjeron un mayor número de casos de ocupaciones fue en el ecuador de la pasada década. En ese momento los ocupas empezaron a llegar a distintos barrios, con predilección en aquéllos en los que el número de casas y viviendas vacías era mayor, lo que les facilitaba el cumplimiento de sus fines. 

Manuel Ortega es presidente de la asociación de vecinos San Lorenzo Existe, que se fundó en 2018 y recuerda que «la proliferación de redes mafiosas empieza en 2016 y 2017, teníamos varios focos en el barrio y a fuerza de presionar se fue eliminando» hasta llegar a la situación actual en la que se ha reducido considerablemente el número de viviendas ocupadas en la zona. 

Casas tapiadas contra los ocupas

Esta situación provocó de inmediato que los propietarios de casas vacías tapiaran puertas, ventanas y todo hueco del edificio para evitar el acceso de ocupas. Las mafias inspeccionaban los barrios y determinaban sus objetivos. Buscaban un inmueble en el que entrar sin muchas dificultades para luego alquilarlo y obtener así un beneficio.

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Ventanas tapidas en el Huerto Hundido. /Foto: JC

Esta situación llegó en esos años a extenderse por todo el Casco Histórico, desde la Judería a Santiago. Ahora, la situación ha remitido, aunque siguen existiendo nuevos casos de ocupaciones recientes, como es el ocurrido en un inmueble de la calle Moriscos. Ortega explica que su asociación denunció el caso y se reforzó la puerta. «El tablón que pusieron ya lo han arrancado y hay movimiento de personas», apunta y añade el riesgo que supone ocupar una casa que está en ruinas y que puede provocar una desgracia en cualquier momento.

Muy cerca se encuentra un edificio de viviendas que es propiedad de una entidad bancaria en el número 5 de la calle Alvar Rodríguez. La apariencia externa es de total normalidad: en una ventana hay una jaula con pájaros y en otra se orean unas zapatillas de deporte. 

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Cerradura de la casa de Alvar Rodríguez, 5. /Foto: JC

En cambio, si uno observa con detenimiento la puerta principal comprueba que aquella no es una vivienda normal. No hay cerradura y la madera tiene huellas más que evidentes de haber sido violentada. Al final de un portal estrecho y oscuro se atisba un patio. La asociación de vecinos ha presentado una denuncia en la Delegación de Salud porque en este patio se acumulan aguas negras y hay niños en la casa.

En concreto, los ocupas de Alvar Rodriguez 5 «molestan, pero no causan un desorden cívico bestial», explica Ortega. A esta situación sí se ha llegado en otros casos o muy alejados de este punto. En la zona del Huerto Hundido hay varias casas ocupadas y el clima que se creó llegó a tal punto que hace unos años había vecinos que temían salir de la suya para que no se la ocuparan.

Ocupaciones en San Agustín

En la calle Hornillo, 1, donde el Ayuntamiento tiene previsto hacer un equipamiento para el barrio, los ocupas entraron de la forma más fácil: como la casa estaba en ruinas no tuvieron más que tirar de la reja de una ventana que se desprendió con rapidez. Llegaron a vivir 12 personas en las peores condiciones. Los vecinos denunciaron que aquello era un nido de ratas, como denuncian ahora que ocurre en el entorno de la plaza Poeta Juan Bernier, donde los roedores han llegado a anidar en el motor de una moto.

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Casa de Alvar Rodríguez, 5. /Foto: JC

Manuel Ortega comenta que la solución «para evitar la ocupación de esas viviendas es que estén llenas de personas». El abandono de los vecinos del Casco Histórico fue una de las causas que atrajo a los ocupas y la revitalización de estos barrios podría garantizar su futuro.

El presidente de la asociación San Lorenzo Existe aboga por la creación de viviendas que tengan un alquiler asequible que, incluso, podría estar bonificado por las administraciones. «No estamos pidiendo que se regalen las cosas, sino que los alquileres sean asequibles, no estratosféricos».

Ortega lleva tiempo reclamando al Ayuntamiento un Plan de Vivienda para revitalizar el Casco Histórico y frenar su progresiva degradación. Esto también evitaría la presencia de ocupas, porque «si va a una calle en la que no vive nadie, ¿quién sabe que estás allí?», remata.