El discurso de Alfonso XIII en Córdoba que cambió la historia de España


El monarca se salió de su papel institucional y denunció la degeneración del sistema parlamentario

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Alfonso XIII. /Foto: Kaulak

No era la primera vez que Alfonso XIII visitaba Córdoba. La ubicación de la ciudad -que ahora se llama logística- hacía que cualquier viaje del monarca al sur de España tuviese su preceptiva parada en la ciudad. En todas las ocasiones se repetía el mismo ritual: recibimiento multitudinario, varias visitas a establecimientos militares, benéficos o industriales; almuerzo o cena, según el momento, y algún discurso que nunca destacaba por nada en concreto.

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Alfonso XIII. /Foto: Kaulak

En la visita de Alfonso XIII de 1921, de la que mañana se cumple un siglo, no hubo novedad al respecto. El Rey regresaba a Madrid tras inaugurar el embalse de El Chorro en Málaga. Se hospedó, como era habitual en el Palacio de Viana, donde se inmortalizó la estancia en un azulejo junto a la puerta de entrada, y se le organizó una reunión con los olivareros debido a la crisis que padecía el sector.

El encuentro fue en el Círculo de la Amistad, donde la repostería del Hotel Suizo se encargó de elaborar el menú de una cena organizada por la Unión de Olivareros. Los asistentes degustaron consomé a la Reina, salmón con salsa muselina, solomillo mechado a la Perigord, espárragos de Aranjuez con salsa holandesa y capones de Bayona en su jugo. De postre, crema helada a la vainilla, bizcocho suizo y fruta del tiempo. Hasta aquí todo normal.

La sorpresa saltó cuando tras los postres le tocó a Alfonso XIII cerrar las intervenciones en las que se había insistido en la crisis del sector olivarero. El monarca tomó la palabra y quienes llenaban el Salón Liceo esperaban más de lo mismo, un discurso con el que quedar bien sin pisar muchos callos. Pero saltó la sorpresa.

Las palabras de Alfonso XIII

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Azulejo que recuerda la visita de Alfonso XIII de 1921. /Foto: Palacio de Viana

Hubo un momento en que Alfonso XIII se vino arriba y arremetió sin ambages contra el sistema parlamentario basado en la Restauración de Cánovas del Castillo a la que le debía el trono. En sus palabras, el Rey denunció la degeneración que paulatinamente había invalidado cualquier acción del Gobierno.

El párrafo en cuestión es el siguiente: «Yo estoy muy satisfecho de contraer responsabilidades, esas responsabilidades que pasaron de la Corona al parlamento. Prefiero, sin esas responsabilidades, ofrecer mi vida al país, porque es muy duro que no pueda prosperar lo que interesa a todos por las pequeñeces de la política. Mi gobierno presenta un proyecto, lo combaten y cae. Los miembros que se suceden se han convertido en oposición y se vengan. ¡Como van a ayudar a los que los mataron!. Así las cosas, se convocan y disuelven los parlamentos sin que se logre nada útil».

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Salón Liceo. /Foto: LVC

Las caras de estupefacción de los asistentes no eran comparables, en absoluto, al rictus gélido que se le quedó al ministro de jornada, que era Juan de la Cierva. No daba crédito a lo que acababa de escuchar e intentó que aquellas palabras del Alfonso XIII quedaran en las paredes del Salón Liceo y no trascendieran, encerradas bajo los lienzos de Rodríguez de Losada.

La valiosa actuación de Daniel Aguilera

Rápidamente se puso en marcha el ministro de Fomento y redactó un resumen del discurso del monarca que nada tenía que ver con lo que se había dicho. Era la aplicación de la vieja teoría de la versión oficial frente a la versión real.  La intención era que los medios de comunicación y las agencias publicaran su nota para amortiguar una tormenta política.

El ministro De la Cierva no contaba con que entre el auditorio se encontraba el periodista Daniel Aguilera Camacho, director de ‘El Defensor de Córdoba’, un diario católico y monárquico donde los hubiera.

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Discurso enmarcado de Alfonso XIII. /Foto: Palacio de Viana

Aguilera salió rápidamente del Círculo de la Amistad y se dirigió a la redacción del periódico, que estaba muy cerca, en la calle Ambrosio de Morales, 6. Al día siguiente, ‘El Defensor de Córdoba’ fue el único medio que reprodujo la literalidad de las palabras del Rey y gracias a este periodista se han conservado las frases exactas de Alfonso XIII.

Era la primera vez que el monarca se mojaba tanto en cuestiones políticas, más allá de su papel institucional. Los historiadores consideran que el discurso del Círculo de la Amistad fue el abrió las puertas al general Miguel Primo de Rivera para que dos años más tarde diera su incruento golpe de estado.

Reacciones al discurso

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El discurso, bajo un retrato de Alfonso XIII. /Foto: Palacio de Viana

Sólo cuatro días más tarde, se habló del discurso de Alfonso XIII en el Congreso de los Diputados. Desde la izquierda -Julian Besterio e Indalecio Prieto- se interpretó como un ataque al Parlamento, mientras que Antonio Maura decía que España se había convertido en «una confederación de cacicatos» que se sostenían recíprocamente para no perder el poder.

Lo que vino a continuación forma parte de la historia de España. En el plano local sí se valoró la trascendencia que tuvieron aquellas palabras de Alfonso XIII. Una suscripción popular sufragó un elaborado pergamino que iba a lucir en el Salón Liceo, pero que finalmente se puede ver en el comedor del Palacio de Viana, donde se alojaba el Rey, cuyo busto preside el vestíbulo de acceso al Círculo de la Amistad por el famoso discurso.