Cuando una señora de Hospitalet de Llobregat llamada Elisa se hizo popular en determinada cadena televisiva en 2015 por decir que por culpa del Gobierno y del precio de la electricidad no ponía la calefacción y sólo encendía en su casa algunas lámparas al anochecer, el precio del megawatio/hora estaba alrededor de los 62 euros. El año pasado, los cordobeses pagamos la luz el día de San Rafael a 45,22 céntimos y mañana volveremos a festejar a nuestro custodio pagando 300 euros por el megavatio/hora.
¿Qué pensará ahora Elisa de precio de la luz? Según cuentan, no resistió los cantos de sirena de la formación morada y se afilió a Podemos. Ahora dice que el Gobierno no puede hacer nada porque quienes mandan de verdad son los oligarcas y los jueces. ¿Seguirá sin encender la calefacción?
Por encima de esta situación, la subida galopante que ha tenido ha factura de la luz en los últimos meses no sólo tiene graves consecuencias en los domicilios por el consumo doméstico, sino también en los comercios y en las pequeñas empresas donde asisten impotentes al incremento geométrico de un gasto que desequilibra cualquier presupuesto. Es lo que popularmente se conoce como una ‘estocada’ en sentido figurado.
Tiendas con la luz apagada
Cada vez es más frecuente encontrarse por la mañana más tiendas con todas las luces apagadas, o sólo encendidas aquellas imprescindibles para que el cliente no pase de largo. «Si en algo nos gastamos el dinero es en tener el negocio bien iluminado», afirma el presidente de Centro Córdoba, Manuel Blasco, quien reconoce que la subida del precio de la luz «está afectando a todos los sectores».
Tras los estragos sufridos en el sector por la pandemia y antes de que lleguen las ayudas prometidas y se comience a vislumbrar la luz al final del túnel aparece, como una desgracia sobrevenida, ha aparecido el incremento del precio de la electricidad. Efectivamente, esta subida se produce en toda Europa, pero cada país tiene una situación concreta y en España somos bastante especiales a la hora de gravar el recibo con impuestos y peajes para ser más verdes que nadie.
El propietario de una tienda en cualquier barrio de Córdoba no entiende de la alta política que al cabo de varios meses se ha demostrado incapaz de rebajar la factura de la luz. No le queda más salida que encender el mínimo de luces. Blasco explica que conoce el caso de «una amiga que tiene un negocio de 6.000 metros cuadrados, lo atienda ella sola y la factura no baja de los 800 euros». La solución que ha adoptado es encender cuando entra un cliente sólo aquella zona a la que quiere ir».
«Un gasto imprescindible»
José Luque, de calzados Salvador, en la calle Cruz Conde, señala que esta subida de la luz les está afectando «de forma muy negativa, porque es un gasto que no se puede quitar de los comercios y los pequeños negocios». En su caso concreto, indica que «los tramos más caros son en los que estamos abiertos al público, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:00».
La situación se agrava cuando se trata de un negocio para cuyo funcionamiento se requiere de maquinaria que funciona con electricidad. Es el caso que sufre Ana Muñoz, gerente de la Panadería Tradición Cordobesa. Allí, en su obrador, hay hornos que requieren de un considerable gasto de electricidad, pero también hay amasadoras y una cámara frigorífica para la levadura que funciona las 24 horas del día.
Para recintos más grandes, como es el caso del Centro Comercial El Arcángel, la situación es distinta. Su gerente, Rosario Salas, detalla que «no pagamos por kilovatio/hora consumido y no nos afecta como al resto de usuarios». Cuentan con un tipo de contrato que frena las subidas en el precio de la luz. Pese a esto, como añade Salas, en El Arcángel «las medidas de ahorro siempre están encima de la mesa y partimos de la premisa de que lo que no está encendido no consume».
Para que el pan esté en su punto justo de calidad cada mañana, en Tradición Cordobesa empiezan a trabajar sobre las 19:00 y terminan a las 03:00 de la madrugada, y «nos pilla el horario caro», señala Ana Muñoz. La situación es delicada porque «no podemos parar la cámara frigorífica ni tener los hornos o la amasadora trabajando menos tiempo; es imposible».
¿Quién asume el sobrecoste?
El sobrecoste que produce el precio de la luz tiene una repercusión en las cuentas del negocio, ya sea una zapatería o un horno de pan. En el caso de José Luque «lo soportamos nosotros, porque el zapato tiene un precio y no puedes repercutirlo». A esto hay que añadir «la brutalidad de un 21 por ciento de IVA, más un 5,2 de recargo de equivalencia que no lo puedes repercutir».
En el caso de Ana Muñoz han decidido repercutirlo con una subida del precio del pan, porque el incremento del coste eléctrico ha arrastrado también a la harina, que «en lo que va de año ha subido cinco o seis veces», o el cartón y el plástico, que también «han subido una barbaridad».
La gerente de la Panadería Tradición Cordobesa reconoce que no está a favor de subir el precio del pan, «pero somos una empresa artesana, cuidamos muchísimo nuestro producto y no vamos a hacer otro de menos calidad».
Cada empresa está tomando las medidas que considera más oportunas según sus intereses y en algunas, como afirma Manuel Blasco, «estoy escuchando que hay despido de trabajadores para asumir los costes». «No levantamos cabeza», añade.
Las subidas en la factura de la luz son considerables. Luque explica que hace un par de meses cambiaron de compañía «y sigue siendo cara, pero no tanto». Ahora, cada recibo llega unos 150 euros más caro que lo normal. En el caso de Muñoz, «si pagaba antes 400 euros, ahora son unos 100 euros más».