Acaba de finalizar hace unos días el festival de piano ‘Rafael Orozco’ y Juan Miguel Moreno Calderón (Córdoba, 1961) está satisfecho por el nivel que ha alcanzado una cita musical “que cada vez atrae a más aficionados jóvenes”. Él fue el impulsor de ese homenaje anual al desaparecido maestro Orozco y sigue como director artístico del mismo. Nos confiesa que es un ejercicio de gratitud hacia quien fue amigo y un artista de talla enorme. Quiere Moreno Calderón traer a Córdoba cada año la memoria de aquel cordobés errante como tantos otros que marcharon en busca de un destino personal, profesional y artístico. A Juan Miguel Moreno Calderón, que ha sido concejal en el Ayuntamiento de Córdoba por el Partido Popular y edil responsable de Cultura se le ha preguntado, en todas las entrevistas que le han hecho este año, si no tiene ganas de volver a la política, pero esa cuestión encierra el deseo compartido de que regrese porque se le echa de menos. Porque no era un político al uso. Porque sabía lo que quería y podía hacer. Porque además es culto, cualidad esta no requerida habitualmente a ningún responsable público de cultura. En 1987, cuando España iniciaba la resaca de la Movida madrileña y comenzaba la borrachera del pelotazo socialista con hombreras y cardados en una fiesta que parecía para siempre, él conseguía convertirse en catedrático de Piano. Un compás distinto en la época para un joven de tan solo 26 años. Ahora, más mayor pero sin perder aura juvenil, nos recibe en la biblioteca del Círculo de la Amistad con el silencio de los libros cerrados que nos observan mientras recordamos su marcha de la casa consistorial, sus amistades de acero, alguna decepción que solo queda en la grabadora, y hablamos con el hombre que un día antepuso la salud, la familia y la música a la política activa.
¿Qué es mejor para la salud? ¿La música o estar lejos de la política?
La música es muy buena para la salud. Siempre. Y la política siempre puede estar bien si uno la lleva con una cierta tranquilidad. A mí me sienta mejor la música.
¿Y a usted qué le sentó mal?¿El estrés o la política en sí misma?
A mí la política me gusta y me parece una actividad muy necesaria en una democracia. Es una actividad noble si hay altura de miras y si todos perseguimos realmente el bien común. A mí fue el estrés lo que me hizo replantearme el seguir ahí después de ocho años, y volver a mi profesión, a mi trabajo de toda la vida, que es enseñar a alumnos de grado superior de piano.
Decía Pío Cabanillas que están los amigos, los enemigos y los compañeros de partido.
Tenía entendido que esa frase se la atribuían a Churchill. Bueno, son dichos que quizá tengan una parte de cierto, pero yo, la verdad, es que he tenido muy buena relación, y la mantengo, con todos los que han sido compañeros míos, tanto los que estuvimos en el gobierno municipal con José Antonio Nieto, como con los del anterior mandato, que estuvimos en la oposición. Las incomodidades que puntualmente pueda haber, muchas veces se explican porque las sensibilidades, o las miradas, pueden ser diferentes aunque podamos compartir muchas cosas. Hay que pensar que el Partido Popular es un partido muy ancho desde el punto de vista ideológico. Hay personas con una mentalidad muy conservadora, como otros más reformistas o hacia el centro, y es normal que en determinados aspectos pueda haber cierta tensión que yo no creo que sea mala, sino que enriquece. Y eso pasa en otros partidos. En el partido socialista, por ejemplo, lo hemos visto muchas veces. Por lo tanto, más allá de lo anecdótico o de cosas puntuales en el pasado, nunca me lo he tomado como algo personal, sino como una cosa del trabajo, del día a día.
Mis recuerdos son cariñosos y de una época muy grata para mí.
Pero es verdad que la política es una actividad muy exigente, muy sacrificada y dura. Quizá si hubiera llegado a la política más joven a lo mejor me hubiera aclimatado por más tiempo, pero no ha sido el caso. Yo llegué más mayor, con una trayectoria profesional hecha y con vocación de servicio, porque siempre he sido alguien muy dispuesto a colaborar y así lo he hecho a lo largo de mi vida.
Si no estuviera Juan Miguel Moreno Calderón ¿se habría perdido la memoria de Rafael Orozco?
No. Yo creo que las personas que lo escucharon en su tiempo lo recuerdan muy bien, pero es verdad que es ya una generación mayor. Para ellos, conmigo o sin mí, Rafael Orozco está muy presente. Para muchos pianistas creo que lo seguiría estando de todas maneras. Pero es cierto que en el mercado discográfico, que ha caído muchísimo, la mayoría de sus discos están descatalogados. La mayoría de su vida transcurrió fuera de España. Viene bien que haya personas que traten de vivificar esa memoria. Y es lo que humildemente hago. Para mí, en mi infancia y juventud, Rafael Orozco fue una fuente de inspiración. Era un símbolo de triunfo, de éxito, de bravura en el piano. Después tuve la suerte de tener con él una relación personal de amistad. Lo conocí en Priego en el año 85 y tuve una relación muy buena con él hasta su muerte. Cuando ocurre algo así, es normal que uno se sienta llamado a recordar constantemente a Rafael Orozco. Y lo hago siempre muy ilusionado, con muchas ganas. Sobre todo porque creo que las personas jóvenes se alegran cuando conocen a un pianista de esa categoría. A pesar de la tristeza que supone que una persona muera tan joven, a la que queríamos y admirábamos mucho, la alegría es cuando a los jóvenes les muestras cómo era Rafael Orozco, en entrevistas, seminarios, les pones grabaciones y cuentas cosas de su vida, ves cómo se entusiasman. Yo hago simplemente lo que puedo y lo que creo que debo de hacer.
El Festival ‘Rafael Orozco’ es un milagro por duración en el tiempo, repercusión del mismo y presupuesto económico.
Esta edición ha sido la primera, en casi veinte años, en la que se ha incrementado el presupuesto de una manera significativa, sobre todo en promoción. El festival nació en 2002 porque cuando yo llevé la propuesta al Ayuntamiento, en el que Angelina Costa (PSOE) era la teniente alcalde de Cultura y Juan Carlos Limia jefe de área, la acogieron muy bien. Hubo mucho éxito en la primera edición y se pensó en repetirlo todos los años. Y no solo no ha dejado de tener éxito sino que este ha ido cada vez a más. Por tanto, el milagro es que pudiera salir. Luego ha sido laborioso- hay que decirlo- con todas las corporaciones que han pasado después; que lo hayan querido, aceptado y cuidado como yo creía que había que hacerlo. Mi trabajo era en cierto modo de pedagogía, si se me permite la expresión. Aparte de ser el director artístico desde que se creó. Este año había una doble efeméride, como era el 75 aniversario del nacimiento y 25 de la muerte, y el Ayuntamiento decidió apoyarlo más con la idea de que el festival crezca. Creo que hemos dado un salto de calidad y lo importante es que lo mantengamos en el tiempo y sigamos creciendo. Porque yo cada día me convenzo más -y siempre lo he pensado desde que era joven- de que Córdoba es música. Hay tradición literaria y de las artes, pero creo que ninguna faceta del arte y de la cultura tiene tanto anclaje y tradición en Córdoba como ha tenido la música. O las ‘músicas’, en plural.
Me gustaría que la línea ascendente del festival ‘Rafael Orozco’ se convierta en un buque insignia de la potencialidad que tiene Córdoba como ciudad musical.
Córdoba, ciudad musical, nos dice. Pero sin embargo hemos cambiado la cultura por la logística.
Tiene un valor importante para Córdoba, porque, evidentemente, el empleo, el desarrollo económico… son cosas que se necesitan. Se dice que Córdoba es cultura, que Córdoba es patrimonio, y todo eso es verdad, pero necesitamos que haya más cosas. Córdoba no va a ser seguramente una potencia industrial. Es una ciudad de servicios, que debe tener un protagonismo grande en la cultura -que lo tiene ya grandísimo como pocas ciudades en Europa en cuanto a patrimonio histórico-artístico-, pero lógicamente necesita un desarrollo económico mayor que el que tiene. Eso es evidente. Da pena que algunos de los barrios más pobres de España estén en Córdoba, porque esta ciudad no es solo la realidad que ven los turistas o que disfrutamos la mayoría. Hay más realidades. Ha sido una suerte que haya habido una convergencia de intereses entre distintas administraciones (Gobierno central, Junta de Andalucía y Ayuntamiento) que es algo que debería ser moneda corriente. Se ha producido para este asunto, y es algo bueno y que va a tener trascendencia para la ciudad. Que la ciudad crezca, se desarrolle, al tiempo que haga honor a lo que es su tradición cultural, que es muy importante. E insisto: en el caso de la música tiene una especial relevancia.
Ha hablado antes del mercado discográfico. Decía recientemente en una entrevista Santiago Auserón que “la música de hoy en día es como la comida basura y no dejará ninguna huella en el futuro”. ¿Qué opinión tiene de la música actual?
Es verdad que cada época tiene una serie de signos que la identifican. Yo creo, sinceramente, que mucha de la música que se hace hoy – no toda- es de consumo fácil. En todas las épocas las ha habido, ojo. No es una cuestión de este tiempo. La ha habido siempre, incluso en el siglo XIX. También la ha habido de carácter más trascendental, la música que perdura. Cuando hablamos de Bach, Mozart, Beethoven, Wagner… son grandes compositores que en su tiempo fueron muy importantes pero que no necesariamente fueron los más populares. Hoy en día tenemos una música que casi todo el mundo consume, que creo que es a lo que se refiere Santiago Auserón, y después hay otra que está más en un segundo plano desde el punto de vista mediático o de popularidad, que será la que quede. Hay música de hoy que permanecerá en el futuro, por supuesto.
¿Se está ya pensando en el vigésimo aniversario del ‘Rafael Orozco’?
Sí. De hecho me satisface que el día que presentamos el festival este año en Las Tendillas, con una maratón de 24 jóvenes pianistas, el propio alcalde estuvo charlando conmigo y animándome para el año 2022. Por cierto, que fue la primera vez en 19 años que un alcalde presenta el festival ‘Rafael Orozco’, todo hay que decirlo. Estoy muy ilusionado porque precisamente eso es lo que uno espera encontrar en los representantes políticos que nos dirigen; el calor y el ánimo para crecer, no solo para cumplir. El objetivo que nos marcamos de que fuera más conocido, no solo por los melómanos, es un paso que hemos dado con esta edición y hemos conseguido.
Ahora que ha nombrado al alcalde, se nos ha quedado a muchos en la retina la imagen de usted y él el día de su despedida como concejal, con un alcalde emocionado como poquísimas veces se le ha visto.
Realmente se emocionó, como yo lo estaba, por supuesto, porque José María y yo sobre todo somos amigos. Nos conocemos desde hace casi 20 años y desde el primer momento, a pesar de la diferencia de edad, hemos simpatizado mucho. Tenemos muchas cosas en común y siempre pensé que llegaría a ser el alcalde de Córdoba porque es una persona que tiene unas cualidades políticas y humanas que a mí me hacían pensar que las cosas iban a salir como han salido. Y sí, es verdad que ese día él estaba muy emocionado. Para mí también fue muy duro decirle al alcalde que no me encontraba bien y que quería dejarlo. He procurado poner el 200% en todo lo que he hecho en la vida y con más motivo en un gobierno nuevo que llega al Ayuntamiento. Cuando no se puede estar al 100% lo más honrado es dar un paso al lado y que entre otra persona. Y a él no le gustó seguramente, pero puso por encima el factor humano sobre el problema que le causaba mi marcha. Creo que eso dice mucho de él.
Yo tengo un enorme cariño por José María, y por muchas personas no sólo del Partido Popular sino también de otros partidos. Porque realmente lo que más une en política es cuando tú compartes con otros ese deseo de servir a la sociedad, y yo lo he encontrado en personas de distinto color político y por supuesto en muchas del PP.
Yo, que soy además una persona sentimental y nunca lo he ocultado, eso siempre quedará en mí. Me quedan las cosas buenas que hay, y muchas, en todos los órdenes de la vida. También en la política.
Y volviendo a José María: creo que es un buen alcalde y yo siempre le desearé lo mejor.