La calle Jesús y María es la arteria directa que conecta el centro monumental de la Mezquita Catedral con el centro comercial de la ciudad y juega el mismo papel que durante siglos, y hasta casi mediados del XX jugó la calle de la Feria, cuando la actividad del comercio se concentraba entre Capitulares, Diario de Córdoba y la Espartería.
Por esta razón, la calle Jesús y María juega un importante papel y es muy apetecible para el establecimiento de cualquier tipo de negocio debido al flujo de peatones que a diario la transitan. Prueba de ello es que en la actualidad son muy pocos los negocios que han cerrado por el coronavirus, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras calles de las inmediaciones.
Hasta finales del pasado siglo, hace sólo dos décadas, la calle Jesús y María era una jungla de furgonetas de repartidores, turistas, coches, padres que llevaban a sus niños al colegio y de jóvenes que volvían del Conservatorio. Ahora, la calle tiene un ritmo más amortiguado gracias a distintos proyectos que se han llevado a cabo.
El más importante de todos es la creación del denominado eje Tendillas-Mezquita, consistente en la pavimentación de toda la zona de forma uniforme, eliminación de aceras, obstáculos y demás barreras, así como la plantación de árboles, soterramiento de contenedores de basura y otras mejores.
El objetivo era, como indicaba su nombre, crear una vía agradable para el peatón entre la Mezquita-Catedral y el centro comercial, y viceversa. Las actuaciones, iniciadas en el primer mandato de Rosa Aguilar como alcaldesa, tuvieron un coste de un millón de euros y se completaron a su finalización, en 2005, con la renovación del pavimento en todo el perímetro del templo, con un presupuesto de dos millones de euros.
Un proyecto rompedor para Jesús y María
Cuando se diseñaba este eje, en los albores de la actual centuria, Córdoba, al igual que el resto de España, estaba impactada por lo que había supuesto en Bilbao la inauguración en 1997 del Museo Guggenheim, obra de Frank Gehry. Todo el mundo quería tener alguna obra arquitectónica de firma y Córdoba no podía ser menos. En aquellos años estaba el socialista José Mellado al frente de la Gerencia de Urbanismo, quien pretendió el proyecto del japonés Toyo Ito con unos jardines aéreos, cuajados de cúpulas que sobrevolasen el edificio de Simago y el teatro Góngora, que no pasaron de una maqueta.
El edificio de Simago. Levantado en 1972 sobre las casas que habían sido la sede principal de Correos, fue un centro comercial que gozó de popularidad y que aún pervive en el imaginario de los cordobeses, del mismo modo que sus bolsas amarillas, con la «S» forzadamente triangular en rojo, formaban parte del paisaje de la ciudad y, sobre todo, de los peroles en el campo.
Una vez cerrado Simago y frustrado el proyecto de Toyo Ito, El Corte Inglés se hizo con el edificio. Además, adquirió el antiguo Palacio de Cine, del que debía respetar su sala de proyección y el ambigú, con la idea de incorporarlo a un nuevo centro comercial. Las intenciones de este distribuidor eran las de incorporar una planta más para incrementar la superficie de ventas.
El Teatro Góngora entra en juego
Para cumplir este objetivo había que cumplir dos requisitos: por una parte, innovar el PGOU, algo que no se logró hasta 2005, y, por otra, compensar a la ciudad por las plusvalías generadas por este aumento de la tienda en 4.000 metros cuadrados más. Los técnicos municipales valoraron estas plusvalías en cuatro millones de euros, que se destinaron a la restauración del Teatro Góngora, un edificio de Luis Gutiérrez Soto de 1932, que acababa de ser expropiado por el Ayuntamiento a cambio de tres millones de euros pagados en solares a sus propietarios.
Estas reforma del Góngora fue ejecutada por Rafael de La-Hoz Castanys entre 2009 y 2010, justo en el momento en el que se decide presentar la candidatura para la Capitalidad Cultural de Europa en 2016. La incorporación a la infraestructura cultural de la ciudad de un teatro de esta envergadura era todo un golpe de efecto.
Mientras, El Corte Inglés, que pensaba no sólo abrir nuevo centro en Jesús y María sino también un centro logístico en El Álamo para el sur de España, sufre los efectos de la crisis surgida al final de la primera década del siglo. El tercer proyecto que tenía previsto para Córdoba es el único que se materializa: el Hipercor.
Por esto, decide darle una utilidad alternativa al edificio de la calle Jesús y María, que El Corte Inglés mantiene abierto como centro de oportunidades hasta 2011, y a la vista de la evolución del sector turístico en los últimos años se considera que convertirlo en hotel sería la salida más adecuada. La firma Arete 2016, la misma que convirtió en hotel la casa Colomera, se interesa en el asunto pero antes hay que superar un nuevo escollo. El PGOU contempla un uso comercial para estas parcelas, por lo que hay que innovarlo de nuevo.
Así, el largo y tedioso trámite del cambio en la normativa urbanística llega ahora a su fin y «se cierra una herida abierta en pleno centro de la ciudad», como calificó esta semana el alcalde, José María Bellido, la aprobación de la innovación.