Jaume Vives, periodista y escritor: “Vivimos una persecución sutil, distinta y auspiciada desde las leyes”


El barcelonés ha estado en Córdoba para presentar su nuevo libro y hablar de persecución religiosa

No es la primera vez que Jaume Vives (Barcelona, 1992) recala en Córdoba para mantener encuentros numerosos con un público fiel – y joven- y presentar algunos de sus trabajos. Libros, cómics, documentales… Vives responde al perfil del periodista joven a la hora de usar distintas plataformas narrativas salvo por un importante detalle: es católico. Y además comprometido (“¿se puede ser de otra manera?”, que preguntaría alguien). Los periodistas jóvenes y católicos no forman parte del mainstream comunicativo. Los encontramos, a patadas, que son especialistas en perspectiva de género, política progresista y pose intelectual malasañera, pero no católicos. Y existen, como Jaume. Y no es que se escondan, sino que esa corriente mayoritaria, además de cómoda para asegurarse el sueldo, los desprecia. Pero están y tienen miles de seguidores que ya quisieran muchos con todo el movistarplus de su parte. 

De Jaume sabemos que vivió en la calle para contar posteriormente la experiencia, que viajó a países musulmanes para ser testigo de cómo los cristianos son perseguidos -y contarlo, por supuesto- y que abanderó Tabarnia frente al secesionismo catalán a pesar de su juventud, al contrario  que otros que prefirieron ponerse de perfil o hacer componendas políticas que de nada han servido. Quiero decir que Vives es un tío que se moja, que da la cara y que lo hace – como deja claro en su discurso-  porque confía en Dios, algo que nos parece más razonable aunque de fe se trate que hacerlo, por ejemplo, del Pacto de Toledo. La plataforma  Paso al Frente/Estudio y acción lo ha traído hasta un salón del Círculo de la Amistad para hablar de su último trabajo, una novela titulada ‘Los demonios del padre Joan’ y que supone un relación de temas que preocupan a Vives, a los que ha dotado de escenarios y personajes para convertirlo en una novela de intriga. La noche anterior tuvo un acto en Las Ermitas para hablar de cristianos perseguidos.

Lleva barba pero no es un hipster. Es catalán pero se siente profundamente español. Es católico y lo practica. Jaume Vives es alguien necesario en un mundo confuso y lleno de gente perdida. 

¿Qué ha sido de Tabarnia?

Es un buen recuerdo de un momento en el que había mucha tensión y que estaba todo muy convulso. Fue una respuesta que dio ilusión a la gente, aunando fuerzas para esa ‘guerra’ en la que parecía todo perdido y ahora cumple su función. En la vida las cosas pasan. Es un recuerdo bonito.

¿Cataluña tiene remedio?

Si supiera responder esa pregunta a lo mejor estaría en el Gobierno. O quizá no (ríe). 

Pues no lo sé. Ahora mismo estamos en un momento más tranquilo. Con la pandemia parece que todo se ha ido apagando y entonces puede parecer que están las cosas mejor. Pero antes de 2017 también estaban como están ahora. Unos siguen haciendo el trabajo de hormiguitas y otros piensan que las cosas van bien. El problema no se ha solucionado. Ha habido un stop, una pausa. No sé si tiene solución porque es complicado. Hay interés en todos lados de que el fuego esté bien calentito y saltando muchas chispas, porque al final esto es un negocio. No creo que haya un verdadero interés en buscar una solución al problema, y lo vemos cuando hay un esfuerzo constante en deshumanizar a unos y otros y convertirlos en un enemigo a abatir, no político sino incluso social. Y todo por unas ideas. Mientras sigamos en esa dinámica- que no solo afecta a Cataluña, sino al mundo entero- en la que “yo merezco el respeto que merecen mis ideas”, va a ser muy complicado. Tenemos que aprender a despreciar las ideas que son despreciables, que las hay, pero  a apreciar, a respetar y a querer siempre a todas las personas. Mientras no seamos capaces de diferenciar a las personas de lo que esas personas piensan, va a ser complicado. El clima político , la clase política y mediática no parecen tener mucho interés en querer trabajar eso y nos convierten en bestias que vamos a por la persona continuamente, sea el tema que sea. 

 

¿Se puede establecer una comparación entre el cristiano perseguido y el catalán disidente con el separatismo?

No me atrevería a hacer eso porque me parecería una falta de respeto a esos cristianos. Hay gente en Cataluña que ha vivido situaciones muy duras y que lo han pasado mal, pero aquí estamos hablando de otras cosas. El de Cataluña es un asunto político y sí, de violencia, pero no es cruenta. Hay muchos tipos de violencia: verbal, mediática, estructural… pero  la persecución a los cristianos, aunque tiene componentes políticos, es una cuestión de fe. Es decir, es gente que muere por amor a Cristo, por no querer renunciar a Él. No tiene nada que ver. Son dos mundos distintos. Pueden tener en común la persecución que sufre pero no es comparable con lo que viven allí, ni cómo lo viven esos cristianos. 

Bueno, la sociedad occidental puede disfrazarlo de otra manera. El aborto y todos su promotores ejercen una persecución contra la vida. 

Cuando a los chavales les puse en la Ermitas el documental sobre los cristianos perseguidos les dije que verían testimonios de gente dispuesta a morir por Cristo a 5.000 kilómetros de aquí, a unas cuantas horas en avión, y que les podría parecer que estaban muy lejos.  Les advertí que el martirio a los cristianos no les queda lejos en el espacio  o en el tiempo, porque en España también hubo una brutal persecución religiosa en 1936. Les pedía que no lo miraran con esa distancia espacial o temporal, ya que la Iglesia siempre ha sido perseguida de mil maneras distintas. Hace menos de 100 años lo fue en España y ahora lo es en algunos países de Oriente Medio. Cuando uno está en la Iglesia y está cómodo y no ve persecución, es que algo está fallando.  Ya lo dijo el Maestro: “Por causa de mi nombre os perseguirán”. Lo que vemos ahora no es un martirio cruento sino gota a gota. Un martirio social de perder la reputación, o amistades que no aceptan tus creencias o incluso de perder el trabajo. Vivimos en una persecución sutil, distinta, cada vez más ‘desde las leyes’. Como no hay sangre parece más suave. Y ocurre que en los países donde la persecución es cruel la fe crece, está viva, la viven con esperanza, con el Señor en el centro. En los países en los que la persecución es incruenta se observa cómo la fe se va apagando poco a poco, se va quedando mustia. La gente pierde la esperanza y el Señor está más en la periferia y menos en el centro. 

Pero no será necesaria una persecución para tener la fe viva ¿no?

No, pero cuando a uno lo ponen entre la espada y la pared, y está dispuesto a perderlo todo por el Señor, en ese momento hay una gracia inmensa, porque el martirio no es solo una cosa de los más valientes de Irán o Pakistán, de hombres con agallas, sino una gracia. No hace falta la persecución pero uno tiene que arriesgar, saltar al vacío, confiar.Si quieres tenerlo todo atado y controlado no dejas lugar a la acción de Dios. Cuando dejas espacio a esa acción es cuando ves realmente esa fe viva que lo impregna todo.

Ha venido usted, también, a hablar de su libro, ‘Los demonios del padre Joan’. 

Es una novelilla – porque no me atrevo a llamarla novela- de intriga y misterio. Una novela negra donde hay cosas truculentas (desapariciones, asesinatos) que suceden alrededor de una parroquia y de un sacerdote. Y todos los personajes que aparecen son reales. Es una novela en la que las desapariciones y los asesinatos son ficción pero lo sustancial, que son los lugares, los personajes y lo que hay en su corazón, eso es real. 

Toca varios temas de actualidad. No tenía previsto escribirla, pero me vino la inspiración, comencé a escribir y en una semana ya la dejé lista. Las reflexiones que hago sobre la novela son a posteriori, porque mientras escribía no reflexionaba. Iba escribiendo sin saber muy bien cómo terminaría. Es una novela que me ha servido para sacar todo lo que tenía dentro. Temas que me interesan, que me despiertan inquietud, como por ejemplo la relación del hombre moderno con los animales, con el sexo,  con el dinero, el trabajo., el papel de la familia o la importancia de la pequeña propiedad y la libertad económica. Temas que me interesan como la belleza en la arquitectura, que parece en decadencia cuando compruebas que cada vez, con presupuestos más grandes, se hacen edificios más feos. Es como una voluntad de romper con todo lo anterior por pura soberbia, con la idea de hacer ‘algo mejor ‘ sin contar con lo que ya se ha hecho. Todo es más feo, fruto de la soberbia, y a poco que uno vaya por la calle lo ve. 

A parte de la trama hay una serie de temas que trato de forma somera y  de los que me apetecía hablar. También aprovecho para hablar de otros libros que creo que sí pueden ayudar a profundizar sobre esos temas.

Hemos observado en las charlas que usted ofrece que acude un numeroso público formado por gente joven. Parece que hay ganas de escuchar un mensaje nuevo que en realidad no lo es. 

Yo creo que sí.  Las ideologías, por definición, son falsas, ya que lo que buscan es adaptar la realidad a lo que uno piensa. Tienen un ciclo: mueren y vienen otras porque no pueden prosperar ya que no están pegadas a la realidad. Con dinero y la voluntad de algunos se alargan en el tiempo pero acaban muriendo. Estamos en un momento de la historia que mueren cosas que teníamos asumidas como reales, pero esas ideologías imperantes no dan respuesta a lo que el hombre lleva en el corazón, a la realidad que uno observa. Cuando uno va a la raíz – y eso es ser radical- y habla de lo real, no de lo que le gustaría que lo fuera, eso tiene un poder de tracción tremendo debido a su autenticidad. 

Tras este libro, ¿en qué se embarcará Jaume Vives?

En un cajón está ya terminado un documental que es la segunda parte de ‘Guardianes de la fe’ y que se llama ‘Guardianes de la paz’, pero llegó la pandemia y todo se fue al garete. No he encontrado el momento de hacer una presentación y espero hacerlo en un futuro.