Camino de Ucrania : ida con material y vuelta con refugiados


Dos autobuses cordobeses se suman a la ola de solidaridad con el pueblo ucraniano

Más de 300 cajas con medicamentos y ropa. Cerca de 100 toneladas. Ese es el cargamento que en menos de una semana un grupo de voluntarios han recaudado para llevarlos a Ucrania. Y no regresarán de vacío: se traen 111 personas, mujeres y niños, para sacarlos del horro de la guerra.

La iniciativa ha estado encabezada por Arístides Bermejo, que entre otras cosas es vocal de Caridad de la Hermandad de la Buena Muerte. Atiende a La Voz de Córdoba ya de camino, en uno de los autocares que llegará a la frontera con Ucrania el miércoles por la noche. Del tirón, sin parar.

La pasada semana y en coordinación con el Centro Ucraniano de Córdoba, el apoyo de la Hermandad de la Buena Muerte y Entreculturas enviaron un tráiler con material de ayuda (1500 Kg) que fue recogido y almacenado en San Hipólito. Hoy y mañana salen otros dos camiones llenos desde el Centro Ucraniano , en este caso con lo que aporta el Ayuntamiento de Córdoba a través de la delegación de Servicios Sociales, Mayores y Solidaridad.

Los dos autocares que desde ayer por la tarde van camino de Ucrania se quedarán cerca de Cracovia, en Polonia. El material se quedará en un colegio de Padres Escolapios polacos que tienen dos centros educativos en Ucrania. O tenían, porque uno ha sido destruido por las bombas rusas, nos dice Arístides. Además del material, desde Córdoba se aporta dinero en esta iniciativa, donativo que servirá a los escolapios para pagar un camión que transporte el cargamento hasta Ucrania.

Esta iniciativa se ha concretado en escasos días, casi por casualidad. Arístides Bermejo fue reclamado por una amiga para intentar traerse a la familia de una ucraniana que trabaja en su casa. Bermejo pensó que sería mejor llevar material y traerse más gente. Casi dicho y hecho: concertó los dos autocares y con el apoyo de la Fundación Alalá y el Centro Ucraniano puso en marcha la iniciativa que hoy ya va camino de Cracovia.

Para Arístides no es algo nuevo coger el macuto y acudir allá donde haga falta echar una mano. Ha vivido 11 meses en un campo de refugiados; ha estado en Filipinas, Haití y Calcuta (y no de turismo) y  reconoce que es uno de los viajes más cortos que va a realizar. “Sí me temo la carga emocional  del momento en que tengamos que regresar con los autobuses y ver cuánta gente se queda atrás”. De Ucrania ya no dejan salir a los hombres de 18 a 65 años de edad y si tienen más de 65 pero son médicos o sanitarios, tampoco pueden abandonar el país.