El Pele: «A cantar se aprende en la calle, y yo lo hice oyendo a los viejos»


A Manuel Moreno Maya le concedieron en diciembre la Medalla al Mérito en las Bellas Artes, galardón que dedica a Córdoba, de la que está orgulloso como de su familia, donde dice que está la felicidad

Manuel Moreno Maya 'El Pele', en el Puente de Miraflores. / Foto: JP
Manuel Moreno Maya 'El Pele', en el Puente de Miraflores. / Foto: JP
Manuel Moreno Maya ‘El Pele’, en el Puente de Miraflores. / Foto: JP

El barrio de San Pedro vio nacer en 1954, hijo de Juan y Pura, a un grande del flamenco que 65 años más tarde ha sido reconocido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes después de haber cosechado los más importantes premios de su especialidad. Manuel Moreno Maya ‘El Pele’ es aún hoy un volcán en erupción cuando canta. De lo más profundo de su garganta sale la voz como si saliera el magma de lo más hondo de la tierra sin control arrasando lo que encuentra por delante.

Con motivo de la concesión de la Medalla el pasado mes de diciembre, La Voz de Córdoba se cita con él en la Cruz del Rastro, donde lo encuentra fumando un cigarro que apaga para la sesión de fotos en el Puente de Miraflores, con el Puente Romano y la Mezquita-Catedral como telón de fondo. ‘El Pele’ ha acudido vestido totalmente de negro, aunque un universo de colores vivos aparece cuando se abre la chaqueta y en su pañuelo. Cuando se le fotografía, evita mirar a cámara, lo hace al horizonte con su gorra y gafas de sol de las que no se desprende en ningún momento de la entrevista en un bar de la Ribera en el que el cantaor cordobés no evita ninguno de los temas que le proponemos y se abre con total sinceridad.

Así, no duda en rebelarse contra algunas páginas de Internet en las que su curriculum, extensísimo, no aparece como es debido según cuenta. Destaca que compartió escenario con David Bowie o Camarón y que «estuve media vida con Enrique Morente, con todos los grandes”, recuerda. Menciona además algunos de los premios de los que ha sido merecedor. Queda claro en diversos momentos de la entrevista, sin que él lo explicite, que le duele que se le haga de menos, como es normal. Ahora, por la Medalla de las Bellas Artes ha recibido muchas felicitaciones, pero no todas las esperadas. Él le dedica el galardón “a Córdoba, mi tierra, que me ha visto crecer, aunque las instituciones no se hayan enterado de que me lo han dado”. No obstante, reconoce que “he recibido muchísimas felicitaciones de los cordobeses, a los que mando un fuerte abrazo”.

– ¿Cómo se siente ante la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes?

– Como cualquier persona a la que le dan un galardón de esta importancia, estoy muy contento, muy orgulloso de representar al flamenco con este título. Creo que es la recompensa al esfuerzo y el trabajo de 50 años en lo alto de un escenario, aunque también sé que hay muchos compañeros que fallecieron sin que se le reconociera su trabajo. Hay personas que se lo merecieron en otro tiempo. Ahora mismo soy el cantaor en activo más longevo, he recorrido todo el mundo llevando el nombre de Córdoba muy orgulloso. Creo que la vida le da a cada uno lo que ha luchado.

– Se lo ha ganado a pulso desde que con 15 años ganó el Cayetano Muriel. A usted no le han dado nada gratis en la vida, ¿verdad?

– A mí no me han regalado nada, empece con 11 años pisoteando las calles de Córdoba buscándome mi vida como se la ha buscado todo el mundo, honradamente para sacar a mi familia para adelante porque mi vida fue así, pero estoy muy orgulloso, porque aprendí mucho, donde se aprende a cantar es en la calle, no en un conservatorio. Allí te pueden enseñar a diferenciar los distintos estilos o quién cantó cada cosa pero aprender no se aprende en un conservatorio.

– ¿Y a usted quiénes le enseñaron?

– Escuchando a los viejos, escapándome de mi madre haciendo auto-stop para escuchar a tal viejo en tal pueblo de Cádiz, Huelva o Jerez, donde fuese, el flamenco no se aprende por libros.

«Estoy en el mejor momento de mi vida, con más ilusión y ganas, el momento cúspide de mi carrera»

– ¿En qué momento le llega este reconocimiento?

– Estoy en el mejor momento de mi vida, con más ilusión y más ganas, el momento cúspide de mi carrera. Opino que los premios se tienen que dar en vida, si tienen que darte un galardón o hacerte hijo predilecto de tal o de cual tiene que ser en vida. Está claro que los políticos unos entran y otros salen, el que no va a entrar ni salir soy yo, yo sé que soy algo, tengo algo aunque no sepa decirte lo que soy, pero si te tienen que dar algo que te lo den en vida, no cuando ya no estés y no puedas disfrutar de ese galardón.

– ¿Por qué dice eso, tiene alguna espinita clavada?

– Nadie es profeta en su tierra, pero aun así me siento muy querido. Yo he sido una persona que he sido muy entregado a mi tierra y he representado el nombre de Córdoba por todo el mundo.

– ¿Qué siente usted por su ciudad?

– Es mi casa, nunca he querido salir de Córdoba, me quita el sueño la tierra donde he nacido y donde quiero estar para siempre. Estoy muy orgulloso de ser cordobés y de la tierra en la que he nacido.

«Nunca he querido salir de Córdoba. Estoy muy orgulloso de ser cordobés y de la tierra donde he nacido»

– ¿Y que cree que siente Córdoba por usted?

– No lo sé, Córdoba ya sabemos como es, creo que de alguna manera saben quien soy pero no se abren, somos muy reacios, a los que vienen de fuera le abrimos más los brazos y buscamos fuera lo que tenemos dentro. Y no hablo ya por mí, el toreo por ejemplo, Córdoba ha tenido grandes toreros como también guitarristas y bailaores. Hablando de toros, es una pena que esté la plaza como está, que no se den más oportunidades a sus toreros y siendo de primera categoría no entiendo que traigan a figuras y que haya un cuarto de entrada, tenemos que luchar más por lo nuestro.

Manuel Moreno Maya ‘El Pele’, en la Cruz del Rastro. / Foto: JP

– Hablemos de su estilo. ¿Digo bien si lo califico como puro, salvaje y libre?

– Sí, yo soy yo, yo no canto nunca igual, canto lo que mi corazón dicta en cada momento, soy un cantaor anárquico, no sé nunca lo que voy a cantar. A lo mejor me he enfrentado con treinta o cuarenta músicos de una orquesta con los que he estado 15 días ensayando y el día de la gala he hecho otra cosa, pero eran buenos músicos y hemos salido como hemos podido. Al Niño Seve lo tengo loco, le pasa igual que a Vicente Amigo que empezó conmigo y de ahí pasamos a Manolo Silveria, Antonio de Patrocinio, al Niño Pura, muchísimos, y a todos les ha pasado igual, y el Niño Seve viene todos los días a mi casa y me dice: “maestro, me tienes loco”, porque nunca hago las cosas igual.

– ¿Es una de las claves de su éxito?

– El éxito, no entiendo esa palabra, entiendo la palabra trabajo, sacrificio, levantarme a las ocho de la mañana y oír a los cantaores. Hoy los jóvenes lo tienen muy fácil, antes quería escuchar un cante por seguiriyas y tenía que irme a buscar a esa persona que lo cantaba, hoy le dan a un botón y lo están escuchando. Pero sobre lo que decías, la palabra éxito… nunca se tiene el éxito total, es igual que los guitarristas, nunca buscan el fin del diapasón de la guitarra, siempre sacan algo más, eso me pasó con mi soleá que creo que está clasificada como ‘soleá del Pele’. La mayoría de los cantaores de hoy están haciendo mi soleá y he dejado eso y también un cante por alegrías totalmente nuevas y frescas.

«Canto lo que mi corazón dicta en cada momento, soy un cantaor anárquico, no sé nunca lo que voy a cantar»

– Porque aparte de interpretar es usted un creador.

– Bueno, hago lo que puedo, por eso te digo que a esto no le encuentra uno nunca el fin. Por eso me dicen Poveda o Arcángel, que son de mi escuela: “maestro, ¿todavía estás estudiando? No paro de buscar, yo empiezo a escuchar una soleá y me tiro tres o cuatro horas escuchándolas y las meto todas en un saco y las muevo y siempre sale algo. Por eso en mi soleá está un trocito de Córdoba y también de los alfareros de Triana y mi sello personal.

– ¿Cantaría igual si no fuera gitano?

– No hace falta ser gitano para cantar bien, o se lleva en la sangre o no, no se distingue por el color de la piel. Aunque es verdad que los gitanos le hemos dado un sello especial a cantes por bulerías, seguiriyas, soleás… se nota cuando uno tiene la piel morena o no en nuestros cantes.

– ¿Cree usted que será inmortal en este arte del flamenco?

– Yo creo que no voy a pasar desapercibido. Lo que te dije antes con los políticos… yo lo que quiero es que el día de mañana digan: “el moreno cantaba así y es de Córdoba”, porque normalmente los que cantan así no son de Córdoba por su expresión y dolor cantando.

«El flamenco es una forma de amar, de sentir, de llorar, de expresar lo que sientes, es una forma de vida»

– ¿Le duele a usted cantar?

– Sí, si no me doliera, no cantaría. El flamenco es una forma de amar, de sentir, de llorar, de expresar lo que sientes, es una forma de vida.

En este punto, durante la conversación, ‘El Pele’ pone sobre la mesa el tema del duende. Él no cree que exista. “Para mí, si yo estoy en mi casa y tengo un problema, los duendes no aparecen, pero si antes de salir a cantar mi nieto me da un beso y me llena el traje y las manos de potaje o mi compañera me da un abrazo, entonces me como el mundo. Para mí lo que existe es el estado anímico del que canta, baila y del que toca. No se puede subir uno a un escenario como me pasó a mí que falleció mi madre por la mañana y por la noche tenia que cantar un concierto en París; yo estaba cantando y estaba llorando. ¿Dónde estaban en ese momento los duendes? Lo que existe es el estado anímico”.

Y siempre que se lo permita su ánimo, cuenta este veterano cantaor que se siente cómodo haciendo cualquiera de los “58 palos” que conoce. “Yo me siento en una silla y miro a los aficionados y ya sé lo que tengo que cantar, el cante es el mismo, pero hay que tener unos sentimientos y hacerlo con el corazón”. Y hay que hacerlo más en las peñas, según reivindica. “Normalmente se está perdiendo y le pido desde aquí a los compañeros que vayan a las peñas que no pueden costear los cachés de las figuras, pero también se merecen que nos demos un paseo por ellas”.

Manuel Moreno Maya ‘El Pele’, en la Ribera. / Foto: JP

– Pele, ¿se canta hoy igual que antes?

– Hoy no se canta como antes, hoy le dan a una tecla y ponen el Youtube y son calcamonias, hay que ser mas creativo, le diría a la juventud que se lo curre más y no se conforme con lo que tienen, que yo tengo 65 años y no he parado de luchar y de oír todos los días, de estudiar, el flamenco es muy extenso.

– ¿Y es tan extenso el flamenco que abarca a cantantes como Rosalía?

– Yo la quiero mucho pero no tiene nada que ver con el flamenco, es una buena aficionada, para mí no es flamenca, no lo ha sido nunca, pero sí le agradecemos lo poquito que esta haciendo que a través de ella nos esta abriendo puertas al flamenco sin ser flamenca, acercando a mucha juventud.

«Rosalía no es flamenca, pero le agradecemos que está abriendo puertas acercando a mucha juventud»

– A sus 65 años, ¿qué hace para conservar sus facultades?

– Cuidándome pero mayormente es Dios, sería imposible si Dios no estuviera conmigo.

– Es usted una persona religiosa.

– No soy de ir a visitar los templos o al culto que está de moda entre los gitanos, respeto a todo el mundo. Pero Dios está aquí mismo, lo puedes buscar el cualquier sitio, soy muy creyente.

– ¿Qué proyectos tiene y qué le pide a la vida?

– Disfrutar mucho de mis nietos, que haya todos los días un día de Reyes para verlos con esa sonrisa en la cara, y disfrutar mucho de la familia, que entres a tu casa y tu madre y tu pareja te den un abrazo, la verdadera felicidad está en la familia.

Termina la entrevista pero no la conversación. Salimos del bar en la Ribera y caminamos hacia Bodegas Campos, donde ‘El Pele’ ha quedado para almorzar con unos amigos. Hablamos de su día a día. Él vive en la Sierra, junto a un arroyo, con “mis pajaritos, mis perros”, señala. Y es algo que con total seguridad le aporta paz y tranquilidad, lo evita del estrés de la ciudad, a la que baja poco, “a veces de noche para pasear por la Judería”, confiesa antes de despedirse recitando unos versos que cuenta que le dedicó Rafael Alberti: “Se acaba la lejanía cuando a Córdoba se llega, y el cante rebriega y juega la soleá y la alegría, y en su real fantasía tanto alegra como duele, una voz que se conduele mientras la guitarra suena, es la gracia y es la pena del cante hondo del Pele”.