Un análisis social, poético y artístico sobre la revista Cántico abre los actos de su aniversario


El Real Círculo de la Amistad se suma al 75 aniversario de la aparición del primer número de la publicación poética

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Miguel Clementson, Juan José Primo, Nicolás de Bari Millán, Manuel Gahete y Juan de Dios Torralbo. /Foto: JC
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Miguel Clementson, Juan José Primo, Nicolás de Bari Millán, Manuel Gahete y Juan de Dios Torralbo. /Foto: JC

El Real Círculo de la Amistad, con la colaboración del Ayuntamiento, ha elaborado un programa para celebrar los 75 años de la aparición del primer número de la revista ‘Cántico’. Ayer, el salón Julio Romero de Torres acogió el primero de los actos, una mesa redonda moderada por el consiliario de Cultura de la entidad, Manuel Gahete.

El fenómeno del grupo Cántico trasciende a la propia revista y esto ha quedado claro a la vista de las intervenciones del historiador Juan José Primo Jurado; del director de la Escuela de Arte Mateo Inurria, Miguel Carlos Clementson, y del profesor de la Universidad de Córdoba, Juan de Dios Torralbo, quienes analizaron este grupo poético y artístico desde el momento histórico en que surgió, desde la literatura del momento y desde las artes plásticas de la postguerra, respectivamente.

De este modo, frente al panorama sombrío tras la guerra civil, Primo Jurado ha expuesto que «hay que poner una Córdoba que luchaba por vivir, por divertirse y en esa Córdoba es en la que nace ‘Cántico'». En el plano literario, Cántico nace frente a las revistas que homogeneizaban la poesía permitida por el régimen, como ‘Escorial’ o ‘Espadaña’, con «un compromiso claro con la poesía, con la autenticidad». Lo mismo ocurría en el terreno artístico, donde Clementson ha explicado que las vanguardias -representadas en Córdoba por Rodríguez Luna o López Obrero- quedaron al margen.

El éxodo de Cántico

Pero en ‘Cántico’ se combinaba todo de manera que, como ha señalado Torralbo, a los poetas cordobeses se les permitía lo que se les censuraba a los de las revista ‘Ínsula’. La religiosidad sincera se mezclaba con la obra de Gide, Peguy o Aragon, como una de sus señas de identidad. Aún así, el grupo Cántico se disgrega y la mayoría, salvo Molina y Bernier, se marchan de la ciudad, «aunque no le dieron la espalda a Córdoba en ningún momento», en opinión de Primo. En un momento u otro se van Aumente, García Baena o Miguel del Moral, quien «tiene la fuerza de voluntad y la valentía de volver a Córdoba a ganarse la vida y se gana el reconocimiento de la ciudad», como ha apuntado Clementson.

Este éxodo, en palabras de Gahete, no fue exclusivo para los miembros de Cántico, sino que poetas como Luis Jiménez Martos, Concha Lagos o Mariano Roldán, entre otros, salieron de Córdoba casi en los mismos años para continuar sus carreras literarias en otros lugares, fundamentalmente en Madrid.

Por último, este profesor ha señalado el hecho de que los integrantes de Cántico dominaran varias disciplinas. García Baena «tenía una facilidad extrema para el dibujo», Julio Aumente también pintó y Liébana, ya en la madurez, ha sido reconocido como poeta, narrador y dramaturgo, algo que practicaba desde su juventud.