Amelia Caracuel, una concejal popular y querida


Personas de las peñas, los patios, las cofradías y la política que trabajaron con 'Nani' cuando era edil hablan de sus virtudes y bondades con motivo del premio que le da hoy Claveles y Gitanillas

Amelia Caracuel rodeada de compañeros y amigos en un perol en el Arenal por San Rafael en el mandato de Merino. / Foto: LVC
Perol en El Arenal por San Rafael organizado por las Peñas en el mandato de Merino. De izquierda a derecha: Miguel, esposo de Amelia Caracuel; Mialdea, escolta municipal; Amelia Caracuel, Rafael Merino, María de los Ángeles y su esposo Ignacio Mata, Francisco Castillero y Rafael Mariscal (arriba); Luis Martín, Jacinto Mañas, Nacho Mata, Antonio Prieto, hija de Francisco Castillero y Miss de las Peñas. / Foto: LVC

Asegura quien fuera durante años presidente de la Federación de Peñas Cordobesas, Francisco Castillero, que todo el mundo tiene algo que agradecerle a Amelia Caracuel, que Córdoba le debe mucho. Esta opinión sería solo eso, una opinión sin más trascendencia, si no fuera porque los que han tratado con ‘Nani’, que así la conocen sus amigos cariñosamente, en su etapa como concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Córdoba aciertan a decir lo mismo.

Amelia Caracuel del Olmo (Cañete de las Torres, 1954) se ha ganado el cariño y el favor de quienes han sido sus iguales en el partido y en el Ayuntamiento, sus superiores en política, los trabajadores municipales y sus fieles compañeros de viaje en lo que a la defensa y promoción de las fiestas de la ciudad se refiere. Un ejemplo de ello es el premio que esta noche de viernes recibe en el patio de San Juan de Palomares, 11 por parte de la asociación Claveles y Gitanillas, que le ha concedido la Gitanilla de Oro por su contribución a la más genuina y conocida fiesta de la ciudad.

Con tal motivo, La Voz de Córdoba se ha puesto en contacto con algunos de los que han coincidido con ‘Nani’ en su trayectoria de servicio público a los cordobeses, pues fue concejal del Ayuntamiento entre 1995 y 2007 y de 2011 a 2015, encargándose del Área de Fiestas y Tradiciones en los gobiernos de Rafael Merino y José Antonio Nieto. Todos la elogian como «buena y excelente persona» y «gran y buena amiga».

Uno de los que así lo dice es Rafael Merino, para quien está claro que Amelia «llegó a ser muy querida en la ciudad por realizar el trabajo que los colectivos -Cofradías, Patios o Peñas- se merecían». Él la tiene por una gran persona que se entregó totalmente en su labor de concejal y «me ayudó muchísimo en mi mandato como alcalde». Y es que, como compañera, Amelia o ‘Nani’, es «de lo mejor que me he encontrado», recalca Merino, que cuenta que ella nunca decía que no a nada y cuando había algo que resolver se ofrecía para hacerlo «y eso facilita mucho el trabajo», asevera el exregidor cordobés.

Una de las cosas que consiguió Amelia Caracuel en su primera etapa como concejal y que mantuvo en las siguientes tanto si estaba en el gobierno como si estaba en la oposición es conocer personalmente a quienes trabajan y se desviven por las fiestas de la ciudad. Ella se desvivió con ellos y por ellos también y accedió con gran simpatía y dedicándole horas a los entresijos de las tradiciones cordobesas. Por eso, también hablan de ella muy bien quienes fueron presidentes de las Peñas y las Cofradías en los años 90.

Francisco Castillero habla de ella como una mujer «competente con todo el mundo, siempre puesta en su sitio y dispuesta a hacer un favor a cualquiera de Córdoba». Por eso, las peñas de la ciudad «la quieren y la seguirán queriendo» porque, «aunque no todos sean en el colectivo del PP, ella se los ganaba». Y es que estaba siempre presente en todo lo que se la requería. «Ella iba a lo más mínimo, a una fiestecita de una peña, solo había que llamarla y estaba dispuesta siempre, ojalá que fueran así muchos en la política, algunos de los que están deberían aprender de lo que ella hizo», sentencia Castillero.

Rafael Mariscal fue presidente de la Agrupación de Cofradías durante el mandato de Merino y sus palabras están en consonancia con las de Castillero y todos los demás entrevistados. «Tanto ocupando como sin ocupar cargo ha estado siempre presente en los actos de las hermandades», señala. Y esa actitud y predisposición «le honran porque ya sabemos que aquí se desempeña el cargo y luego nadie se acuerda, pero Amelia sigue manteniéndose al frente de esa religiosidad popular y luchando por Córdoba».

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Amelia Caracuel, Antonio Prieto y Luis Martín. / Foto: Jesús Caparrós

Mariscal abunda en que «su despacho siempre estaba abierto a cualquier sugerencia y ha contribuido mucho al funcionamiento actual de la Semana Santa». Prueba de ello es que «sigue teniendo abiertas las puertas de cada casa de hermandad sin ostentar el cargo de aquella época», añade este hombre.

Su implicación con las cofradías y en otros ámbitos la ha llevado a ser pregonera en varias ocasiones de hermandades como San Rafael o el Socorro, o en peñas como la Casa de Sevilla, y presentadora de exaltadores de la Semana Santa y también del Carnaval. Lo subraya uno de sus más cercanos compañeros de partido: Luis Martín, con quien es habitual ver a Amelia en actos de la vida social de la ciudad y que también recibe los elogios, como ella, de algunos entrevistados por La Voz como es el caso de Francisco Castillero.

Pero volviendo a Martín, tiene claras y profundas palabras de admiración y reconocimiento por la que es su amiga. «Creo que ha sido una persona entregada en cuerpo y alma a toda la ciudad de Córdoba, reflejada en este caso en todas sus fiestas y tradiciones populares, nunca ha dejado de estar con su gente», indica. Él destaca «su lado humano y que buscaba conocer a las personas de los distintos colectivos». Y es que, con independencia de que estuviera en una salida procesional o visitando patios, «a ella le gustaba ir a ver a los cuidadores cómo preparaban las macetas, visitar las peñas para ver cómo preparaban las flores de papel para las romerías meses antes, y también cómo se fundían los cirios en las cofradías o cómo se colocaban los claveles en las cruces, así como a los ensayos de las chirigotas y comparsas», resalta Martín.

Las palabras del que también fuera concejal del PP ponen de manifiesto que Amelia Caracuel no iba solo a hacerse la fotografía en el día importante de cada evento, sino que estaba presente cuando nadie la veía, en el trabajo oculto de los colectivos que mantienen vivas las tradiciones cordobesas.

Compañero de Amelia, como Luis Martín, fue también en el primer gobierno del PP en Córdoba Antonio Prieto. Él tiene muy claro que «Nani Caracuel ha sido una de las concejalas que ha dado verdadero contenido al apellido ‘Popular’ de las siglas del PP». Así, recuerda que en la corporación del 1995-1999 acercó, junto a Luis Martin, el gobierno de Rafael Merino a las peñas, cofradías, cuidadores de patios y a todos aquellos que de una forma u otra dedicaban su tiempo y cariño a mantener nuestras costumbres, tradiciones y fiestas populares». Una de las recompensas fue que José Antonio Nieto lo supo valorar y la incorporó en su gobierno local de nuevo como responsable de las fiestas, señala Prieto, que ha conocido «de su mano a gente entrañable del mundo peñístico y del cofrade», motivo éste y otros por los que para él «fue todo un orgullo trabajar a su lado y todo un privilegio gozar de su amistad».

También trabajaron junto a ella Ignacio Mata y Jacinto Mañas. El primero como oficial de la Policía Local y el segundo como jefe de prensa del alcalde Merino. Para Mata, Amelia es maravillosa. Entre los recuerdos que guarda de ella están la asistencia al Rocío de la Ilusión con discapacitados físicos y psíquicos o la visita el día de Navidad a las residencias de ancianos. Así, para él, y teniendo en cuenta que repite todo lo que los demás dicen sobre Amelia en cuanto a su implicación con Córdoba, «es una pena que no siga de concejala» pues «han perdido los cordobeses a una buena política y buena persona que se merece este homenaje -el de Claveles y Gitanillas de esta noche- y muchos más».

Luisa Arcas, Amelia Caracuel y Luis Martín. / Foto: BJ

Jacinto Mañas describe a Amelia Caracuel como «una persona que ha venido a humanizar la política porque le ha dado el valor de cercanía, de preocupación por los demás, de verdadera vocación de servicio público». Mañas está convencido, de esta manera, de que «ella se ha sentido mucho mejor haciendo política municipal que cuando fue diputada  en el Congreso» entre 2000 y 2008. Y es que, asegura este hombre, que ‘Nani’ es «muy cercana y se siente muy a gusto en las distancias cortas». Quizá por eso no hacía distinciones entre colectivos y actos a los que tenía que acudir, según cuenta Mañas, y «no había para ella actos de primera y de segunda y, si me apuras, vivía más intensamente cualquier acto sencillo y modesto».

Pero la vida de Amelia Caracuel no se entiende sin su esposo, Miguel, ya fallecido. Y para él también tienen bellas palabras Francisco Castillero, Ignacio Mata y Jacinto Mañas. En concreto, este último tiene «un recuerdo imborrable» de Miguel, que «la acompañaba siempre que podía». Así, asegura Mañas que «en este caso podemos decir que detrás de una gran mujer se escondía un hombre excepcional. Porque ‘Nani’ sobre todo lo que ha sido es una excelente esposa y madre» que como representante pública «mientras toda Córdoba disfrutaba -de la Feria u otra fiesta- ella estaba preocupada por que todo saliera bien».

Esta noche le llegará un homenaje y reconocimiento a su gran labor de parte del colectivo de los patios. Es la asociación de propietarios Claveles y Gitanillas la que premiará a Amelia, pero en otra entidad como la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses también reconocen el trabajo desempeñado por la exconcejal. Así, el presidente de este colectivo, Miguel Ángel Roldán, cuenta que «desde que entró en el primer gobierno, ha sido una persona que a los patios los ha defendido bastante». Lo hizo con Rafael Merino y con José Antonio Nieto.

Así, Roldán destaca que «ella fue una de las que retomó y llevó a buen fin el expediente de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, que se comenzó con el anterior gobierno de Rosa Aguilar y ella lo retomó y encauzamos». A entender de Roldán, Amelia «fue una gran artífice» del logro de los Patios ante la Unesco, que «se consiguió gracias a todo el mundo pero ella allanó mucho el camino para que llegáramos a buen fin con esa solicitud y jugó un papel importante».