Que ser madre implica una gran responsabilidad y esfuerzo está fuera de toda duda. Como también, que es un acto de amor absoluto. Pero no deja de ser cierto que, durante las últimas décadas, las políticas públicas obligan a elegir entre tener un trabajo o ser padres.
Esa última afirmación la realizaba en Córdoba, sobre los milenials, la directora de la Cátedra Extraordinaria de Políticas de Familia de la Universidad Complutense de Madrid- AFA y autora del informe de Think Tank Milenio ‘Trabajo remunerado y vida familiar en la generación del Milenio: un equilibrio necesario’, María Teresa López.
“Ejercicio de héroes”
Fue en una conferencia en Córdoba, donde la autora del informe detalló algunas de las claves de la situación, como que en la actualidad “tener hijos y trabajar fuera de casa es considerado como un ejercicio propio de héroes”.
Por ello, según López, las políticas públicas deberían apoyar la maternidad y facilitar el equilibrio entre trabajo y familia, ya que hoy en día éstas se orientan más a proporcionar servicios que permiten a los padres y madres dedicar más horas al trabajo remunerado, mientras sus hijos son cuidados y educados por terceras personas. Precisamente, esas dificultades para lograr el equilibrio entre familia y trabajo, también afectan a la posición de los jóvenes en el mercado de trabajo. Así, por ejemplo, los datos muestran que la tasa de paro aumenta a medida que crece el número de hijos especialmente entre las mujeres. En una familia biparental con tres o más hijos, las mujeres tienen una tasa de paro 14 puntos superior a la de los hombres.
“El debate sobre la conciliación es, en ocasiones, demasiado simplista, con mucha carga ideológica y excesivamente sesgado hacia la defensa de los derechos laborales de las mujeres, cuando lo que la conciliación exige es la corresponsabilidad de todos agentes implicados: familia -padres, madres, hijos, abuelos…- agentes públicos, empresarios y la sociedad en general”, recalcó la ponente.
Llegados a este punto y en plena celebración del Día de la Madre, La Voz ha recogido el testimonio de algunas de esas madres.
La cultura como barrera
La historia de Fátima es tan antigua como el mundo: chica conoce a chico, ella se enamora perdidamente y queda embarazada. El chico se desentiende. La muchacha se enfrenta al abandono, y a la tremenda vergüenza que supone un embarazo fuera del matrimonio. Ella es marroquí, y aunque vive con su familia en España desde niña, sabe lo que significa eso en su cultura. Es mayor de edad – tiene 18 años en ese momento- y cuando comienza a notársele la tripa no puede soportar la presión y decide no hacer pasar a su familia por ese trago, por una deshonra que se debe entender en el contexto cultural que ocurre y que, por cierto, no nos es tan ajeno.
Fátima se marchó de casa con solo 40 euros en el bolsillo, un embarazo ya avanzado y sin saber a dónde ir. No es un buen plan, pero las circunstancias le sobrepasan. Durante unos meses anduvo de acá para allá, durmió en albergues y en la calle. Su familia la buscaba, pero ella no quiso regresar. Y además quería tener a su hija. “En ningún momento pensé en el aborto”, nos dice. En uno de los centros asistenciales a los que acudió pidiendo ayuda le hablan de las Adoratrices y de la labor que realizan. Y allí que se fue Fátima. Le ayudaron a tener a su hija, la atendieron, cuidaron y le buscaron trabajo, un trabajo que le permitió independizarse de verdad. Ahora, tras haber pasado por distintos empleos en hostelería, se ha quedado en el paro y aunque busca trabajo, nos confiesa que quiere emplear el tiempo libre en retomar los estudios y sobre todo en disfrutar más de su hija, que ahora tiene 10 años. “Tengo los problemas habituales de una madre soltera”, nos cuenta Fátima que, sin pareja, saca adelante a su niña. Aunque ha habido reconciliación familiar ella no quiere aún regresar a su hogar debido precisamente a esa circunstancia – ser madre soltera-, que para ellos es, según nos dice, un motivo de tremenda vergüenza.
La maternidad desde los valores religiosos
“Ser madre para mí lo es todo. Es mi vida”. Debe ser cierto porque Raquel (33 años) tiene 8 hijos. De un único matrimonio. Y esto hoy en día, curiosamente, parece una rareza o una excentricidad. Pero no lo es. Sí se puede ver con la excepcionalidad que tiene en la actualidad la familia numerosa, en una sociedad que no solo ya no tiene hijos sino que fomenta el que éstos no nazcan y legisla con fruición para ello. Pero personas como Raquel ayudan a mejorar, aunque sea modestamente, el envejecimiento de la población, y sobre todo dan ejemplo de coherencia ejemplar entre lo que se piensa, se cree y se ejerce.
Raquel y su marido son misioneros de la Iglesia católica. No están en un país lejano como se pueda pensar en un primer momento al hablar de misión. Su labor la desempeñan en Alemania, en la parte este de Berlín, la que más sufrió los estragos del yugo comunista. Incardinados a una parroquia, en la misión ‘Ad gentes’ comparten el trabajo con otras cinco familias; una madrileña, dos italianas y dos alemanas. Raquel es periodista y trabajaba en Córdoba antes de marcharse a Alemania. Confiesa que era feliz porque podía, laboralmente, ejercer su vocación. “Pero la vocación de ser madre es mayor”, confiesa. De hecho, en Alemania dedica todo el día a atender a su familia, a sus niños; el mayor tiene 10 años y la más pequeña solo dos meses. “Ha sido todo un descubrimiento. No solo puedo estar con ellos y educarlos, sino que puedo conocerlos”, y añade que “los hijos son un regalo que me ha dado Dios y ahora puedo dedicarme completamente a ellos”. “¿Echas de menos a tu madre?”, le preguntamos. “Muchísimo, sobre todo desde que estoy aquí. Ahora además entiendo muchas de las cosas que ella me decía”.
Fuente de Vida
Por último, cabe destacar la labor que realizan las Adoratrices, – a donde acudió Fátima- a través de Fuente de Vida. En Córdoba la Congregación de Religiosas Adoratrices da respuesta desde el 20 de enero de 1901 a diferentes demandas de la mujer en situación de exclusión social (prostitución, exreclusos, mujeres maltratadas, madres gestantes, y madres con hijos). Actualmente, el proyecto Fuente de Vida, desde Noviembre de 1985 da respuesta, acogida, atención integral, promoción y reinserción de las mujeres gestantes y/o mujeres con hijo, Victimas de trata, prostitución, violencia de género y exclusión social.