Córdoba se vuelca con la Virgen del Socorro


La alcaldesa perpetua de Córdoba llena las calles de cientos de devotos, que no han querido faltar a su cita con la Virgen

Socorro
Salida de Nuestra Señora del Socorro Coronada./Foto: Luis A. Navarro

El último domingo de septiembre es para la Virgen, para Nuestra Señora del Socorro Coronada. Desde Santiago a la Plaza Grande, sus habitantes lo saben y cumplen con el rito y la regle de ir a cumplir con la cuenta de una tradición que la consideró alcaldesa perpetua. Con música o sin ella; con trío de capilla tras la Patrona del Sánchez Peña o con banda de cornetas abriendo el cortejo -gracias al compromiso de Caído y Fuensanta-; todos acuden dando muestra del riquísimo acervo de piedad popular que atesora, que no decrece.
Frente a su ermita, los devotos se agolpaban para no perder detalle. Y cuando ella salió, bajo el baldaquino áureo, Ella lo llenó todo. A pocas imágenes les sucede algo así, pero la Virgen del Socorro tiene esa virtud de centrar en ella toda la atención. Sucede cualquier noche del año cuando brilla en esa ventanita de la calleja del Toril, cuando apenas hay trasiego y Ella está allí, cual vigía, cual faro en el camino, como la madre que te espera y te sorprende cuando llegas a casa con su abrazo tibio. Y, con los instrumentos de viento evocando la Marcha Real o la Coronación de la Macarena, en cada esquina ha extendido su amor a los centenares de devotos.
Desde San Pedro a Don Rodrigo, la Virgen ha realizado uno de esos guiños que se guardan en la memoria del cofrade que la sigue admirado de su belleza. El capataz mandaba la izquierda alante y la derecha atrás. Nuestra Señora del Socorro miraba, por unos instantes la Calle del Sol, a la iglesia de Santiago, para regresar al itinerario previsto. De vuelta a su ermita, el camino ha seguido marcado por el gran número de personas congregadas a su alrededor. Y es que su barrio sabe que el último domingo de septiembre es suyo y, lejos de decaer, la devoción es suya, de la Virgen del Socorro.