La fe cristiana otorga la esperanza de que la muerte es el tránsito hacia la vida plena, eterna. Ésta es una de las aseveraciones que ha dejado el obispo de Córdoba, durante la jornada en que se celebraba la festividad de Todos los Santos. Un día en el que el prelado ha presidido la misa en el cementerio de San Rafael, en la parte de la mañana; y ya en la vespertina ha hecho lo propio en la Catedral, con la Misa de Réquiem. Una celebración majestuosa en la que Demetrio Fernández ha reflexionado sobre el verdadero significado de la muerte.
«La fe en la vida eterna ha sido generadora de cultura a lo largo de la historia», ha señalado el obispo. Éste ha insistido en que ello «no es una proyección del subconsciente, que necesita agarrarse a un clavo ardiendo». Por contra, el prelado ha manifestado «que proviene de la Revelación y ha mostrado que es Dios de vivos y no de muertos. Y su Hijo ha afrontado el trago de la muerte, para abrirnos las puertas del cielo de par en par».

El obispo ha recordado, además, que «Cristo pasa ese trance con una esperanza inquebrantable. Vencedor de la muerte ha llenado el mundo entero de una buena noticia. Nadie como él ha proyectado una luz tan potente sobre este misterio». Y ha reiterado que lo que «nos viene a decir es que la muerte no es el final, sino el tránsito hacia una vida feliz».
«En esta fecha la Iglesia nos invita a orar», ha proseguido el prelado. Y ha recordado que todos hemos tenido pérdidas en nuestras familias, «porque la muerte no es algo excepcional». En este sentido, ha destacado que «nuestra cultura contemporánea no quiere hablar de ello, como si escondiéndolo no existiera». Por ello, ha asegurado que «cuanto más lejos estemos de Dios, más terrible se presenta ese día. Por el contrario, si vivimos en familiaridad con Dios, ese día será un tránsito suave. Por eso al rezar por nuestros difuntos, también pensamos en nuestra muerte». Y es que, como ha subrayado el prelado que, «si miramos a Jesucristo, vemos el futuro».