La venerada imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón lucirá próximamente un estreno muy especial. Se trata de una túnica de terciopelo blanca (con tonalidad cruda), que es fruto de la confección de una de las damas camareras de la cofradía de San Roque, María José Trillo. Una pieza que el imponente Señor que esculpiera Francisco Romero Zafra vestirá durante el quinario. Y, cuya simbología, ha querido aprovechar la hermandad, para invitar a la reflexión e introspección.
«No ha sido una elección al azar, sino basada en los colores litúrgicos, ya que en esta hermandad siempre se han tenido muy presentes y se ha intentado ser fiel al significado de los mismos», ha explicado el diputado de cultos, Jesús Campos, en un escrito cargado de profundidad. En este sentido, Campos ha subrayado que «en una sociedad consumista como la nuestra, en la que la dignidad de las personas depende de cómo van vestidas, de la moda que siguen, de las marcas que usan, los cristianos deberíamos preguntarnos que hicimos de nuestra ‘vestidura blanca’ bautismal y verificar si, como dice San Pablo “nos hemos revestido de Cristo”.
Cristos de Blanco
Cabe recordar que, como explicaba Joaquín de Velasco, es habitual leer que constituye una incorrección litúrgica vestir de blanco las imágenes pasionistas. La afirmación es inexacta, ya que las rúbricas litúrgicas no prescriben al respecto nada de forma expresa, como sí lo hacen respecto a los colores de los celebrantes. No obstante sí parece que algunos colores resultan más apropiados que otros. El morado y el rojo son las tonalidades más apropiadas para representar a Jesús desde su presentación ante Pilato hasta su crucifixión, por el simbolismo pasionista y su adecuación evangélica, con la excepción del momento en que se representa el desprecio de Herodes.
Las razones que llevan a una cofradía a elegir el color pueden ser variadas. Desde la adecuación al pasaje representado y la catequesis plástica hasta la estética y la mera costumbre. Una de ellas, de peso, es la simbólica. El blanco es un color que simboliza inocencia y santidad, además de su asociación habitual al concepto de paz. Por ello algunas corporaciones lo utilizan aun a costa de su adecuación al momento evangélico. Pero hay un día especial, la festividad de la transfiguración del Señor, en que resulta especialmente correcto este uso.