“Me quedo con las sonrisas que se entrevén sobre las mascarillas”


En La Voz hemos hablado con una de las voluntarias, María Sánchez, que nos ha explicado su experiencia de fe en la peregrinación a Guadalupe

Un momento de la peregrinación a Guadalupe./Foto: Diócesis de Córdoba
Un momento de la peregrinación a Guadalupe./Foto: Diócesis de Córdoba
mascarillas
Un momento de la peregrinación a Guadalupe./Foto: Diócesis de Córdoba

La basílica de la Virgen de Guadalupe se convertía, un año más, en el destino de la peregrinación que realizan los jóvenes de la Diócesis de Córdoba. Acompañados por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández; en La Voz hemos hablado con una de las voluntarias, María Sánchez, que nos ha explicado su experiencia de fe.

“Tras tres años de peregrinación, este ha sido mi primero como voluntaria de la Delegación de Juventud, y no podía haber elegido mejor momento”, comienza a desvelar María. Quien asegura que, “poder formar parte de la preparación de la peregrinación me ha hecho darme cuenta del enorme trabajo y esfuerzo que hay detrás de todo esto y que no se aprecia”.

María confiesa que “se acercaba la fecha y no veía todavía creíble que fuese a ir yo. ‘Muchos son los llamados pero pocos los elegidos’, dice el Señor. Y no hay mejor forma de explicar cómo nos hemos sentido todos los que hemos acudido. Elegidos”.

Sobre el desarrollo de la peregrinación a Guadalupe, la voluntaria de la Delegación señala que “caí en un grupo burbuja con todos mis amigos, y si a eso le sumamos que Dios ha estado entre nosotros durante toda la peregrinación, pues no había mejor combinación”. Un testimonio que María completa al subrayar que, “mochila a cuestas, nuestra voz dejada en el altavoz, el estandarte arriba, la guitarra cantándole a la Virgen, y rosario en mano. Con todo eso salimos y con todo eso llegamos”. 

“Si tengo que destacar algo, me quedo con las sonrisas que se entrevén sobre las mascarillas de ‘aquí estoy por si necesitas hablar’, con un abrazo de el que está sentado a tu lado cuando ve cómo se te caen las lágrimas al exponer al Señor y con una conversación con don Rafael Ochando antes de llegar a Villavaquita”. Así concluye María su balance de una peregrinación que, para ella, ha sido “diferente, pero especial”.