«Todos tenemos un lugar en la Iglesia, como todos tenemos un lugar en el corazón de Dios»


El obispo afirma en su carta semanal que la acción en favor de los necesitados "es el signo por excelencia hoy ante un mundo que se aleja de Dios"

Foto de familia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la III Jornada Mundial de los Pobres, organizada por Cáritas Diocesana./Foto: Diócesis de Córdoba/Álvaro Tejero pobres
Foto de familia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la III Jornada Mundial de los Pobres, organizada por Cáritas Diocesana. /Foto: Diócesis de Córdoba/Álvaro Tejero
Foto de familia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la III Jornada Mundial de los Pobres, organizada por Cáritas Diocesana./Foto: Diócesis de Córdoba/Álvaro Tejero pobres
Foto de familia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la III Jornada Mundial de los Pobres, organizada por Cáritas Diocesana. /Foto: Diócesis de Córdoba/Álvaro Tejero

Este domingo se celebra el día de la Iglesia Diocesana y el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, aprovecha la ocasión para recordar en su Carta Semanal la importancia de esta celebración así como para dar gracias por la pertenencia a la misma, porque «la Iglesia prolonga en la historia la presencia y la acción de Cristo para transformar nuestros corazones y hacer un mundo nuevo».

En su misiva, recuerda la creación de la Iglesia sobre los apóstoles, así como la pertenencia a la misma a través del bautismo y el enriquecimiento a través de los sacramentos. Por esto, este día es una ocasión en que «se nos invita a considerar la Iglesia diocesana, es decir, nuestra pertenencia a la Iglesia en esta diócesis concreta, la diócesis de Córdoba», porque la Iglesia, siendo una, -es decir, universal- se constituye en Iglesias particupares, como la de Córdoba.

Una Iglesia junto al Papa

«Por voluntad de Cristo, -añade- al frente de su Iglesia universal ha puesto a Pedro y a sus sucesores, hoy el Papa Francisco. Y al frente de cada Iglesia particular ha puesto a un obispo en comunión con sus hermanos obispos y presididos todos por el Papa. Esta es la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Nuestra pertenencia a la Iglesia católica tiene como seña de identidad la comunión con el Papa». De este modo, el obispo afirma que «Si nos apartamos de esta comunión, dejamos de ser católicos».

En su Carta Semanal, el prelado insiste en que la celebración de este año del día de la Iglesia Diocesana pone especial énfasis en dar gracias por pertenecer a una Iglesia concreta, en este caso la de Córdoba. Además, destaca que siendo la Iglesia «de origen divino» es una construcción de todos. «Todos tenemos en ella un lugar, como todos tenemos un lugar en el corazón de Dios. Y en su etapa peregrinante a lo largo de la historia necesita continuamente de la colaboración de todos. Esa es la sinodalidad», expone.

Demetrio Fernández da gracias «por nuestros sacerdotes, por nuestros religiosos y religiosas, por la multitud inmensa de fieles laicos, seglares en medio del mundo», y especialmente pide apoyo a los seminarios, «pues nos garantizan la sucesión del ministerio apostólico». Junto a esta gratitud reclama especial cuidado a las vocaciones a la vida consagrada, «y entre la multitud inmensa de fieles laicos, cuidemos todos los carismas y estados de vida, cuidemos especialmente la familia y preparemos a nuestros jóvenes para el sacramento del matrimonio que consagra el amor humano».

Una faceta de la Iglesia que el obispo subraya con especial interés es «la misericordia con los pobres, los descartados, los marginados, los últimos de la sociedad. Es un signo muy propio de la presencia de Jesucristo buen samaritano, que se abaja de su cabalgadura, toma sobre sus hombros al despojado de todo, incluida su dignidad humana, y lo lleva a la posada, a la comunidad cristiana, que lo acoge y lo redime. Solo el amor es capaz de curar las heridas del corazón».

Por último, Demetrio Fernández deja claro que esta acción en favor de los necesitados «es el signo por excelencia hoy ante un mundo que se aleja de Dios, que no cree en el amor de Dios y que necesita más que nunca de ese amor».