La tarima


Hace apenas unos día que comenzó mi colaboración en el diario La Voz de Córdoba a través de este blog cuyo nombre es La Tarima de la Schola. No fue fácil decidirlo , fueron numerosas y  variadas las opciones que se presentaron  pero al final la elección recayó sobre él y ganó casi por mayoría. Y lo hizo por añoranza y por qué no decirlo, como reivindicación. Nunca entendí que una tarima que pusiera al profesor en una posición más elevada que los alumnos (físicamente), pudiera entenderse como elemento discriminatorio y tiranizante. El tratar de “imponernos” el mismo nivel a todos es bastante irracional. Y hablo de nivel como de rasero, nadie mejor ni peor, pero sí en distinta posición.

La tarima no implicaba el poder del profesor sobre el alumnado, sino esa autoridad  implícita que debía ejercer éste para control del mismo. La posición de dominio, aunque sólo fuera física y visual, hacía que los alumnos tuviesen un punto de referencia en el que fijar la mirada y concentrar la atención durante las clases.

Hoy, que estamos todos a ras, en el mismo nivel, y que nadie es más que los demás, he de decir que se ha perdido este punto y con él , un poco el norte.

El profesor ha de estar de pie durante la hora que dura la clase y en todas ellas, si quiere tener un mínimo de control sobre los alumnos. Todos hemos pasado por esa edad  y hemos intentado eludir la mirada del profesor que hacía que trabajásemos y estuviésemos pendientes de la explicación y aprovechásemos el horario de clase al máximo. Hoy los alumnos llegan cansados a clase, han descansado poco, estuvieron whatsappeando hasta altas horas, o quedaba algún nivel que alcanzar en el último juego de la Play, cuando no, cazando Pokemon con los amigos. Se echan en las mesas esperando recuperar en pocos minutos la atención … “total, no me ve el profesor”.

Y como todo en la vida, tiene sus consecuencias. No realizan las actividades propuestas en clase para practicar el tema explicado y reforzar los contenidos, con lo cual lo han de llevar para hacerlo en casa. Y aquí se presenta el tema tan debatido en la actualidad de las tareas. ¿Es que encanta a los profesores llenar de tareas a sus alumnos para luego tener que pasar la mayoría de sus tardes en corregirlas? ¿Son consecuencia de lo mal organizada que está la educación?  De todo habrá , como en la viña del Señor, pero en la mayoría de los casos son consecuencia de la escasa atención prestada en clase por los alumnos y algo tiene que ver esa falta de autoridad que se impartía desde la tarima vigilante del profesor.

Pues bien, ya no solamente estamos al mismo ras, sino que el alumno, si cabe, tiene más autoridad que el profe, siendo en no pocas ocasiones  este último sujeto de violencia y no solamente verbal.

Ya no hay “tarimas”, el control sobre el alumnado se pierde prácticamente al desaparecer la posibilidad de visualizarlos a todos estando sentado en el sillón. Pero lo importante es que ya no somos distintos, no hay distancia, separación entre los alumnos y el personal docente…

A esta conclusión a la que llegaron pedagogos y personas instruidas en la materia, nadie puso reparo, se aceptó casi unánimemente el hecho de retirar todas las tarimas de las escuelas.

Pues yo…., sigo queriendo una tarima.

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