Somos lo que producimos


Si yo le preguntara a uno de mis alumnos que entiende por PIB (Producto Interior Bruto), siendo ya nativos digitales, buscaría en Google y me respondería: “es una magnitud macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país o región durante un período determinado, normalmente de un año o trimestrales”, (ver Wikipedia). Partir de este concepto, nos llevará a una primera reflexión: el PIB depende de lo que en cada región o país se produzca, obvio. Si un país tiene más habitantes existen mayores posibilidades de producir más, a modo de ejemplo, el PIB de EE. UU. será mucho mayor que el PIB de Luxemburgo, por tanto, dividir toda esa producción entre el número de habitantes nos dará lo que produce cada habitante, que se conoce como PIB per cápita.

Aterrizando en las frías cifras, en el año 2019, España ha tenido un PIB de 1,232 billones , Alemania 3,435 billones , EE. UU. 19.139 billones €, México 1,034 billones o India 2.354 billones . Si dividiéramos su PIBentre la población de estos países tendríamos que el PIB per cápita en 2019 para cada país: España (26.420 €), Alemania (41.350 €), EE. UU. (58.469 €), México (8.296 €) e India (1.741 €). La explicación de estas cifras y su evolución daría para escribir un libro. Se puede avanzar una segunda reflexión: no todos los países se encuentran en la misma posición respecto a su PIB per cápita. A cualquier ciudadano nos gustaría disponer de PIB mayores en nuestros países o regiones, con la única intención de disponer de mejores bienes privativos (educación, vivienda, cultura, ocio) y mejores bienes compartidos (sistema educativo, sistema sanitario, sistema social,infraestructuras públicas).

Cuando yo le pregunto a un alumno de México, ¿en tu país, si enfermas, y vas al hospital te atienden? su respuesta es no, salvo que tengas un seguro médico. Sin embargo, si le hago la misma pregunta a un alumno francés, la respuesta es . Absolutamente injusto diríamos todos, pero esa componente de bienes privativos y compartidos en un país o región es la que sus habitantes han decido darse (si es un país democrático), y han destinado durante años a determinados bienes. A alguien en su sano juicio no le gustaría disponer de los mejores bienes privativos y compartidos posibles, a qué político no le gustaría disponer de mayores recursos para desarrollar sus políticas, sean cuales sean, díganme uno que esté en contra de esto que yo no le voto.

Ahora es cuando llega la tercera reflexión, esta vez en forma de pregunta: ¿qué puede permitirse un país o región?, pues como una familia (ya lo decía el Profesor Fuentes Quintana), lo que sea capaz de producir (en otro artículo hablaré de renta e impuestos), es duro escribirlo, pero es así, o se creen que a los habitantes del cualquier país del mundo no les gustaría tener un sistema de salud universal, y sin embargo, hay millones que no lo tienen. Si bajamos de lo macro a lo micro, cada uno tenemos los bienes privativos adaptados a nuestra capacidad (vivimos donde podemos permitirnos, viajamos lo que podemos permitirnos y destinamos los recursos que podemos a la educación de nuestros hijos). Para tener unos mejores bienes compartidos, necesitamos generar primero producción y después riqueza. No es cuestión de deseos es cuestión de números, siento ser tan poco romántico. No hay solo un camino, solo hay una meta. Produzcamos, creemos riqueza, apliquemos nuestros esfuerzos individuales (cada uno en nuestro ámbito de actuación y capacidad), a mejorar nuestros bienes compartidos, porque querido lector, siento decirle que el dinero no sale de los árboles se genera de lo que producimos.