No sé en qué momento oí que la felicidad depende un 40% de nosotros, dar mucho las gracias es de personas felices y decir cosas positivas anula las negativas. Pero no estoy del todo convencida de si esta realidad de se puede mantener cuando un mundo digital, muy suavón, es capaz, no de entrar, sino irrumpir en nuestro hogar.
Para mí todo empezó hace ya muchos años con una tal Señorita GPS y Señora Siri.
De siempre nos ha gustado viajar y aún anhelo esa época de copiloto donde con un gran mapa de Camspa iba contando los km por tramos para ver qué nos quedaba, íbamos viendo las localidades que pasábamos, incluso leíamos si había algo que visitar o donde era recomendable comer. Pues esta señorita entró como si nada y lo primero fue, con una voz nada “sensual”, encandilar a aquel que prometió ser me fiel.
Me pregunto por qué tiene voz de mujer, lo que sí tengo claro es que teníamos que decirle “quédate” pues ante frases como “ha llegado a su destino” había conseguido ganarnos. Y ella, la señorita Gps, sin más, ya pasó a formar parte de la familia.
Y sí señores la era digital entraba en nuestros hogares “para servirnos”, seguiríamos siendo felices y podríamos continuar con un nivel emocional sano.
Tranquila durante unos años por ser partícipe de una nueva etapa, comienzo a ver que, durante el año 2016, un 20% del conjunto de empresas de la UE han realizado ventas electrónicas a consumidores, otras empresas y/o autoridades públicas. Y corroboró que España está entre los países que superan el promedio de la UE con un 21%.
Ya no solo nos van a acompañar en nuestros viajes o en nuestras dudas de conocimiento puntuales, eliminando esas fantásticas enciclopedias con las que pillarte los dedos, sino que habían inventado una nueva forma de venta, una nueva forma de comprar para los consumidores.
Querían seguir generando servicios, las empresas descubren la necesidad que el consumidor reclama de una experiencia positiva, queremos seguir siendo felices.
Y aquí irrumpe nuestro protagonista masculino de hoy, nuestro James Bond virtual: Amazon.
Curiosamente Amazon parece ser un señor servicial y coqueto, se insinúa con sus ventajas premium y sería capaz de decir que el sexo masculino ha abierto la puerta de sus casas sin más, sin consultar a su pareja o hijos menores, con la misma facilidad que se cambia un canal de tv.
Y el señor Amazon pasa a ser un amigo de la familia, que con enorme facilidad me ofrece lo que me interesa e incluso con una inimaginable habilidad hace que mi deseada espera sea mínima.
Mi deseo de tener un producto se resuelve con una buena tarjeta de crédito y un envío relámpago. Y mi vida hogareña vuelve a sufrir cambios.
Amazon había dado con la clave, ahora sólo necesitaba conocer al detalle nuestras necesidades, en el caso del que aún no había picado.
E inteligentemente aquí fue cuando Señor Amazon descubre un problema, quiere llegar a tooodo consumidor. Necesita datos, necesita saber.
Y aunque saber que existe una gran big data que analiza y obtiene información mía no me crea tanta inquietud como cuando leo un artículo que dice como Roomba quiere vender a Google, Amazon y Apple el mapa de nuestra casa. ¡Horror! «iRobot, la marca que fabrica los populares aspiradores, no oculta que en unos años pueda vender a las grandes compañías el mapa de nuestro hogar”.
Sin darme cuenta, no solo estaban estos señores en mi casa sino que el servicio doméstico digital puede pasar a ser un confidente de terceros y sin grandes exclusivas como las del papel couché.
Sí, sí. Esos pequeños, redondos y rápidos, con conexión inalámbrica, pueden trasmitir el plano de nuestra casa para varias cosas: saber dónde y qué tipo de muebles tenemos en el salón hasta para conocer lo contrario, qué espacios no ocupamos.
Se avecinan tiempos diferentes.
No sé yo si en estos casos mucho big data, mucha experiencia positiva con el Señor Amazon o la Señora Gps serán buenas para sentir esa falsa felicidad llamada consumismo.
Lo que si tengo muy claro que este señor, Amazon, entró en mi vida y con idea de quedarse, le empezó ofreciendo a mi fiel marido múltiples artículos, ha pasado a vender ropa y está en prueba para que los productos frescos lleguen a mi hogar ideando una nueva forma de super que nos sirva hasta para ligar como ocurre en los supermercados que actualmente compró, Whole Foods Market Inc. en USA
El concepto de supermercado tradicional se revolucionará. Donde todos los clientes que tengan un perfil en Amazon y una ‘app’ que les ayude, tal vez sincronizada con la nevera, a contar calorías, pensar en una cena equilibrada, o recordarles que los huevos se pasaron de fecha; y una Señora llamada “Lola”, por ponerle un nombre patriótico, que avise de que llevas “más de cuatro pizzas congeladas este mes”.
En un escenario ideal, los compradores irán a las tiendas solo para encontrar los productos que quieren ver, oler y tocar antes de comprar. El resto de los productos deseados serán entregados directamente.
Para aquellos minoristas tradicionales que no quieran ver esta nueva visión y no hagan cambios radicales, el tiempo se les puede estar agotando.
TIC TAC TIC TAC Amazon, Siri, Gps, están ya ¿quién será el siguiente en entrar sin llamar, y para quedarse, en los próximos años, en nuestra casa?