Desde la Confederación de Empresarios de Cordoba, CECO, gracias a su presidente D. Antonio Diaz y bajo la dirección de D. Jose Rafael Rich, ha nacido con fuerza y fantástico apoyo empresarial, la comisión de RSE, responsabilidad social empresarial. Ese día, en el que pude estar presente, recordé algo que leí: “no importa lo que digas, lo que importa es lo que haces”.
Al ver a entidades sociales y empresarios reunidos, felicitándonos por aquellos proyectos que son un éxito social hoy, puedo afirmar que Córdoba está representada por verdaderas empresas y empresarios que no decimos, sino que hacemos y contribuimos con ilusión a una sociedad mejor para todos.
Cierto es que las empresas tenemos un fin lucrativo, no hemos nacido para perder, aunque también a veces nos pase. Adquirimos riqueza, cierto, pero asumiendo responsabilidad social, con el entusiasmo de devolver a la comunidad de una forma u otra, una gran parte de lo percibido.
En mi vida y la del resto de mis compañeros, día a día, hemos aprendido a ser muy diligentes, la formación continua es una necesidad y hacer las cosas con gratitud son las claves del éxito, el círculo que lo cierra todo.
Nunca he conocido ningún empresario que no aporte aunque pueda parecer pequeño, siempre su gran granito de colaboración. Me refiero a aquellos que aportan lo poco que pueden pero su esfuerzo es ejemplo de muchos de nosotros y debe decirse.
Humanizar a las empresas no es malo, las formamos personas y como tal tendemos connuestros errores y caracteres a hacerlas de una u otra forma, pero están ahí y creo que es un orgullo que todo cordobés sepa que la economía está al servicio de la sociedad y así lo pensamos.
Pero, por mucho que quiera, no hay responsabilidad social si la sociedad no admite a la empresa como la base sobre la que construir ese nuevo marco de exigencias recíprocas. Desgraciadamente, la crisis puso al descubierto un reparto tan injusto de sus costes y unas imágenes tan antagónicas de sus “responsables” frente a sus “víctimas”, que no ayudó a construir reputación corporativa positiva sobre esas bases. Y se vivió una parálisis “social” desde las empresas cuando debía haber sido todo lo contrario.
Debíamos todos de haber actuado de diferente forma pues la responsabilidad social empresarial supone un aumento competitivo empresarial, crea bases sólidas de diferenciación ante nuestros competidores, aumenta nuestra eficiencia por la revisión continua de nuestros sistemas e incentiva la innovación. Además el equipo se cohesiona incrementándose la productividad porque participa y crece personal y profesionalmente.
Una empresa que mira a la sociedad es capaz de identificar nuevas oportunidades y disminuye los riesgos al prever las consecuencias de sus acciones.
A primeros del mes de Noviembre, tuve el honor de participar en una mesa de trabajo desarrollada por una entidad, de la que nunca había oído hablar, invitada por la Fundación Secretariado Gitano, entidad social, amiga y colaboradora en la empresa.
Ese día conocí el proyecto que nace desde la Fundación Cajasur, “Cordoba Social Lab”, donde desde 2011 se trabaja para aunar a todos los agentes sociales cordobeses de cara a conseguir un crecimiento sostenible, tan necesario. Al pedirnos nuestra humilde opinión, junto con otras empresas cordobesas, pensé que esto sería algo más de lo de siempre. Donde se habla mucho pero luego no se vuelve a saber.
Sin embargo, me sorprendió gratamente su trabajo y enfoque. No niego que llegar a pensar que las empresas pudiéramos ser escuchadas por los 26 agentes sociales que la componen, parecía un sueño imposible. Pero, desde estas líneas, por supuesto, viendo el esfuerzo y dedicación prestada, quiero desearles lo mejor y pedirles, a ustedes lectores, estén alerta, seguro que se irán acercando más a la sociedad y nos sorprenderán. Felicidades por ese paso decisivo y necesario de agentes sociales-empresas.
Y, hoy día, cuando acababan de darnos los espeluznantes resultados de pobreza de nuestra provincia, que quieren que les diga. Tras los encuentros en CECO y la experiencia tan gratificante con el proyecto Cordoba Social Lab fui comentando, en varios foros, a compañeros de fatiguitas: empresarios, fundaciones, instituciones, a todos, uno a uno, lo que me habían regalado esos días. Y si cierro mis ojos, percibo esa cara encendida de entusiasmo de mis oyentes, la ilusión de poder participar y hacer posible que esta tierra, que aunque mermada por causas sobre las que prefiero no entrar ahora en materia, pueda ser la que nos devuelva esa ilusión de un trabajo voluntario, quizás sin necesidades materiales, euros. Una tierra en la que construir, dentro y fuera de nuestras entidades, y por qué no, en la que soñar para que nos devuelva nuestro sitio en una sociedad que a veces, políticamente en algunos sectores, nos acribillan.
Una economía fuerte, unos empresarios con poder, no son una lacra para la sociedad ni tiene porque generar desigualdad. Dejemos ciertos argumentos políticos de la edad de los latifundios y dejemos hacer.
La Economía Social y Solidaria es una realidad, es un plan de negocio para cambiar el mundo desde las empresas, también.
Parte de nuestro deber empresarial está en un crecimiento hacia un bien común, mostrarlo a la sociedad es parte de nuestra obligación.
Hagamos posible con el ejemplo visible esa economía al servicio de la sociedad.