“Me ha encantado hablar contigo, ¿me podrías pasar con el director para cerrar la operación? Ah ¿Qué eres tú?”
“Aquí tienes la invitación. Como directora general me ha encantado el gesto con la empresa, me organizo y acudo yo. ¿Cómo? Ah, que la invitación es nominativa. Soy la directora general y encantada asistiré yo en su lugar. ¿Qué?, ¿qué tiene que consultarlo? …”
Si siguiera comentando escenas creo que no les aburriría y les llevaría a sensaciones y emociones vividas pero saben, no creo que la vida deba crearse sobre pilares de errores. El victimismo no es muy habitual en ninguna de sus protagonistas. Aunque siempre afirmo que ser mujer lleva emociones y mil sensaciones que nunca me permitiría perder.
Ser mujer me gusta. Es mi identidad. Ser madre, saber lo que es disfrutar de una maternidad, algo tan sagrado que Dios nos ha regalado, no estoy dispuesta a renunciar.
Y ser empresaria no nace un día tras la constitución de una sociedad, ojalá fuese tan sencillo. En ese primer momento eres una gran emprendedora, aún no empresaria, tienes una fuerza inconfesable y si en ese momento los astros están contigo, te lanzarás al vacío de la soledad más grande, mejorarás en conocimientos, experiencias y superarás muchos, muchos obstáculos.
Tampoco eres empresaria con un título universitario en la mano. Antes tienes que pasar por muchos desvelos, muchas horas de planificación, motivación, seducción, oportunidad y disciplina.
Esa mujer emprendedora que sale a la calle pensando que es única. Se despierta un día, y aunque nunca dejará de soñar ve que pasan los años, la sonrisa de su rostro no desaparece, la alegría que día a día recibe de un trabajo excelente de años, provoca una satisfacción interior sin nombre. Y, al final, sí, puede proclamar a los mil vientos que es empresaria
¿Y ser directivas? No conozco ninguna empresaria que no le guste tener, en sus equipos a grandes, interesantes, creativas, serias directivas. Por eso no me puedo olvidar de ninguna de ellas.
El uso meticuloso de la profesionalidad, sus años de logros no regalados, la sensación de pertenencia y el valor que depositan en cada proyecto que nace de ellas, tiene un valor incalculable. Grandes planificadoras.
Ser directiva es pieza clave en las organizaciones, así como para su gente, su equipo, como para los órganos de la dirección. He estado en Consejos de Administración donde ha habido directivas y en los que no. Les aseguro que jamás me he encontrado con ninguna sin estar preparada, sin informes brillantes y dispuestas a evaluar sin tapujos y ser evaluadas.
Tampoco, al igual que la empresaria, la directiva nace. Nos hacemos día a día, damos gracias a Dios por nuestros logros diarios, no nos olvidamos donde estuvimos. Preciosa la ambición femenina.
Pero eso sí, al final, después de una larga jornada, volvemos a nuestros hogares, cuidamos de nuestros padres, damos una vuelta a nuestros familiares más cercanos, amigos, somos grandes amantes, acunamos a nuestros niños si la maternidad nos tocó. Pero seguimos, seguiremos luchando por aquellas que no lo han logrado aún.
La labor que se lleva desde las empresas para promocionar la igualdad me crea un doble pensamiento, das gracias a Dios por ayudar a aquellas que están en el olvido. Y, por otro lado, el “primero en mi empresa”. Demos ejemplo y podremos ayudar fuera. Por ser mujer no me siento en un grupo de “afectadas” como otros colectivos. Ni quiero que así me traten.
El proyecto desde el gobierno de obligar a auditar las tablas salariales que se aplican en las empresas por la igualdad, un acierto. Debemos obligarnos a implantarnos. Lo mismo no somos conscientes de nuestra propia realidad.
Internamente podemos hacer mucho, permitir que un padre pueda ir a una función, tutoría, al médico… no son roles sólo de madre. Analicemos bien nuestras necesidades dentro de la organización, colaboremos
Aunque, ningún sector se nos resiste, hay que trabajar en casa también aquellos valores que deben crear raíces en nuestros hijos, ayudar a fomentar el conocimiento de todas las opciones profesionales posibles a nuestras hijas, una necesidad.
Creo, que las mujeres, desde el hogar, como empresarias, emprendedoras, directivas tenemos ese impulso para alcanzar las metas y esa alegría y encanto para enamorarnos de la vida sin más que mirarnos a los ojos.
Vinimos a darle un sentido al mundo y es en eso en lo que debemos creer. Somos capaces de inspirar, de entregar alegría y amor a los demás y de hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.
Emprendedoras, directivas, empresarias todo suma, nada resta. Existimos y estamos, apostar por la mujer es rentable.
Por eso, sí, ¿por qué YO no?