Camino de ‘Alimentaria’, una de las tres ferias internacionales más importantes de alimentación, cargo energías para mostrar a nuestros socios colaboradores algo de lo que tan orgullosa me siento, mi tierra. Vender un producto no es solo prever lo mejor de ti y tu equipo, vender un producto cordobés tiene mucho más.
Tenemos el privilegio de pertenecer a una tierra rica en gentes y productos. Y si ofreces un producto tan cordobés como la aceituna hojiblanca, de una subbetica inundada de color verde por toda su campiña, donde el agricultor pone todo su saber a una tierra rica y con las innovadoras tecnologías que les apoyan, puedo y debo afirmar que la excelencia de un producto se siente, se vive y atraviesa fronteras.
Imagino que sabrán que nuestras emociones influyen en el momento de selección de una marca o la compra de un producto. De forma natural cuando consumimos un producto se generan emociones y sentimientos, son estímulos que pueden llegar a ser intensos, en función de lo que nos rodee en experiencias y entorno, aunque sea una experiencia de corta duración, se produce. No me cabe la menor duda de que la parte racional cede su espacio a la emocional siendo determinante frente a la elección de un producto u otro.
Si el producto se identifica con una marca territorial, como en este caso es nuestra tierra cordobesa. Querido lector, ¿cree usted que no hay emociones que nos envuelven, siendo una elección acertada su consumo? Es cierto que Consumimos alimentos como fuente de energía, existe una necesidad biológica y fisiológica, pero eso es el comienzo lo que provoca después, un sueño. Indiscutiblemente es fuente de placer, por lo que esa acertada selección es fuente de reconfortante sensación de acierto, de éxito.
Por ello la respuesta emocional en una compra determinada es vital para cualquier empresa agroalimentaria, siendo necesario conocer con mas profundidad cuales son las reacciones que provocan los productos y poder alinear las estrategias de marketing que colaboren con la venta.
El valor que se trasmita, las creencias que se tengan y los sentimientos que radian ayudan en un proceso que parece banal y caprichoso Y que recoge mas aún de lo que se ve.
Por ello, cada vez interesan más las valoraciones, creencias y sentimientos. Y las empresas intentamos afinar la imagen de la marca con una experiencia sensorial y emocional. Diferenciarnos de la competencia se transforma en el elemento vital que nos lleva al éxito. Pero cuando estamos donde estamos y vendemos lo que vendemos, señores, la experiencia se transforma en hacer realidad los sueños de nuestros consumidores.
Me preguntan qué siento cuando estando en Australia encuentro un producto cordobés, nuestra tierra nos marca, nuestras raíces están ahí pasen los años, pasen las circunstancias que pasen.
Les animo a abrir una lata de aceitunas de nuestra tierra, una carne un embutido ibérico, aceite, almendras, vino, vinagre, naranjas, miel, quesos… el arte de sacarlo de su envase, el primer olor que nos trasmite, nos sitúa en esa dehesa, ese Valle de los Pedroches, ese Zuheros, campiña, subbetica, sierra, valle, dehesa… nuestra piel se pone de punta ante esa primera experiencia, cerramos nuestros ojos y rememoramos esa matanza, esa campaña, ese amanecer y atardecer en la Cordoba de nuestros amores.
Recordamos situaciones varias como esa afición cordobesa, ‘pasión infinita’, ese arte en nuestras callejas, olor a azahar, mimados patios, creencias, por muy agnóstico que seas, …. si señores en nuestras manos tenemos un legado de años, cultura, tradición e historia.
Los estímulos visuales, ese negro aceituna, verdor de aliño, blancos, morados, color oro, …. ningún color nos abandona, todos evocan una tierra que todo el mundo debe conocer y sino tener la suerte de ofrecerla atraves de sus productos, donde estén. Atraparlos con productos que les acerque más y les haga acompañarlos, seducirlos y embrujarlos.
Una tierra judía, arabe, cristiana donde la gastronomía muestra en cualquier hogar cordobés una realidad de excelencia, donde mostramos en nuestras tabernas, restaurantes, lo mejor de nosotros mismo. Unido a grandes chefs de quienes sentirnos tan tan orgullosos. Una herencia gastronómica que evoluciona con conocimientos, tradiciones y el amor que toda fogón debe tener.
Por ello hoy más que nunca la marca territorial Cordoba es importantísima, identificarnos con nuestra tierra un orgullo, una forma de venta y de progreso. Hablar en negativo es un rotundo error. Invierno como dicen algunos, a la sombra de otras provincias o que nos digan que hay dos córdobas, la de la capital y la provincia, algo ilógico y desagradable.
Vender mi producto es vender mi Cordoba.
Su tecnología incipiente, una ciudadanía valiente, un empresariado generoso y que se debe conocer, unos trabajadores con ganas y voluntad.
Y, no sería yo si no lo dijese, unas cordobesas para quitarse el sombrero. Conocer a las grandes mujeres que lideran nuestras empresas, grandes mujeres que dirigen equipos con valentía y mucho sentimiento hace que nuestra tierra sea y será referente de muchas más cosas de las que nos debemos creer.
Camino de Barcelona voy con un corazón deseoso de seguir mostrando mi tierra, un gran producto y, por supuesto, apoyando a compañeros del gremio y del resto de sectores.
Cordoba debe ser grande porque lo fue y por merecimientos propios.
Por ello sigamos trabajando duro, sigamos dando lo mejor de nosotros mismos y consigamos tener líderes embajadores de la marca territorio Cordoba por todos los rincones de nuestro planeta y hagámosla grande porque sí señores, también Córdoba llega a nuestros paladares.