Sentimientos para la Pasión


Cinco son los sentidos a través de los cuales todo lo que puede llegarnos, se percibe. Pero estos cinco, se convierte en miles a su vez, en la Semana Grande

Foto: Luis A. Navarro

Los cinco sentidos llegan aun grado tal de sensibilidad, que son capaces de multiplicar las sensaciones que nos transmite la vida y sus circunstancias. Nada tangible, nada grabable, nada apresable.
Los sentidos nos hacen llegar vivencias a través de sus vías de comunicación, que según quienes las reciban, gozarán de menor o mayor intensidad y perdurabilidad, aunque el instante de su percepción sea tan efímero como una exhalación, dependiendo de si su receptor ejerce la endémica costumbre de olvidar, así será de perdurable su memoria.

Jesús Caído./Foto: Caído

Es ya tarde. Recogen su tristeza los últimos espejos.
Entre dos luces nace tu belleza quebrada de reflejos.
Llevan las asas de tu pena henchida de brillos maternales
a la penumbra larga de la vida dos ángeles iguales.
(Juan Sierra)

Las yemas de los dedos rozan, sumidos en la timidez que da estar junto a Dios, la fortaleza indiscutible de las manos del Señor Nazareno y Rescatado.
Acarician con la suavidad de un susurro de cenobio en oración de tercia, los nudos recios del árbol, Sacro Santo de la Cruz, desde un balcón de privilegio. Las manos, rozan delicadas las andas sobre las que se abren paso entre la marea humana de las calles, Cristo y su Madre, hechas con la mesura y belleza, con las que sólo en Andalucía, se realiza el arte sacro, con las técnicas heredadas desde tiempo inmemorial y que siguen vivas merced a nuestra Semana Santa.

Veneración de los fieles al Cristo del Amor./Foto: Francisco Patilla

Las manos y su eterna dualidad: la fuerza demostrada al extenderse al aire de una saeta y la demostrada suavidad al pasar el lienzo fino que roba los besos que la ciudad deja en las carnes del Rey de reyes y en el delicado pétalo de rosa de los dedos de la Madre de Dios.
La misma mano, llenará del fruto del incendere navetas e incensarios, sujetará con vehemencia el palo en el que la cerviz sufrirá el peso del arte, de la devoción y de la historia.
Prenderá alfileres de cabecilla negra, en los mantos de salida y plancharan, como solo las madres de siempre saben hacerlo, tergal, sarga, ruan, lana y merino, con el que viste la penitencia según el Sur.
El silencio se ha adueñado de las calles, tras las andas de Cristo y Su Bendita Madre.

Nuestro Padre Jesús de la Pasión./Foto: Jesús Caparrós

Reflexión en voz alta

La nostalgia

Alto fanal de trágica galeota
sobre un mar de encrespada muchedumbre.
Las andas vienen y a la opaca lumbre
Jesús marca a la nave la derrota

¿A dónde en la tiniebla densa, ignota?
Turbia ansiedad, livor e incertidumbre.
De la Cruz cuanta es más la pesadumbre
tanto de penas el bajel más flota.

Desmayo de violetas, y el ventalle
que el vidrio helado empáñale al lucero…
El alba, en fin, que asoma por la calle.

Y en las manos de fiebre su Madero,
como asido a un sangriento gobernalle,
va Jesús –ya entre rosas-, timonero.

(Rafael Laffón)