No, no dejes que te lo cuenten. Es mejor que vayas a verlo y juzgues por ti mismo, porque se han vertido tantas opiniones sobre él… Y digo yo que es mejor vivir las cosas para poder hablar con propiedad. Me estoy refiriendo a “33, el musical”, una magistral creación del sacerdote salesiano Toño Casado, que se puede disfrutar en Madrid hasta el próximo 3 de marzo. Nada que ver con “Jesucristo Superstar” ni algo que se le parezca.
Un musical es un género teatral que tiene como base escenas cantadas y bailadas. Eso es lo que ha hecho su creador, un gran espectáculo en el que a través de la música y el baile ha llevado a la representación los tres años de la vida pública de Jesús, “la historia del mayor influencer” según el subtítulo con el que se presenta en el programa de mano.
Con 33 años es crucificado el Señor; a esa misma edad, a los 33 años, su autor comienza a dar forma a algo que hoy es un hecho. El resultado ha sido hacer palpable el mensaje de amor de Jesús. Su propio autor lo define así “33 es mucho más que un musical. Es un mensaje de Dios para la gente de hoy, un reencuentro con la Buena Noticia de Jesús que muchas veces los profesionales de la religión no hemos sabido transmitir”.
Este es un musical para todos los públicos. En paralelo a la representación, siguiendo la fidelidad al carisma salesiano, cuenta incluso con el diseño de unos materiales a modo de guía didáctica para que no solamente se disfrute en vivo sino para trabajar sobre él con los alumnos que cada día acuden a ver el espectáculo en una versión adaptada.
Después de haber asistido a una de las funciones, animo al que tenga la posibilidad, a no perdérselo, porque todo está pensado y cuidado al detalle. Evidentemente, la madera es el principal elemento del escenario, haciendo clara alusión al entorno en el que crece el protagonista. Por supuesto, ambientado en Jerusalén. Y, lo mejor, el papel de todos y cada uno de los personajes: un Jesús cercano, atrayente, dulce; su madre, María, mujer sencilla, que siente el vacío ante la marcha del hijo, el desgarro ante el sentimiento de perderlo; los apóstoles, con papel destacado de Pedro y Juan; la maldad de los demonios, muy bien caracterizados…
Me quedo con algunos flashes: la Entrada en Jerusalén con llamativas palmas, la Última Cena y la Crucifixión. 33 es una oportunidad para disfrutar, para reflexionar y para orar. En definitiva, una experiencia fascinante que nadie se debe perder.