Patios cordobeses


Y es que la vida en un patio ha sido siempre semejante al calor que se siente en una tertulia de verano en el umbral de la casa de un pueblo o en las tardes que se alargan sobre la arena de la playa

festival patios
Patio de la calle Tinte 3. /Foto: LVC

Un patio cordobés es un lugar de convivencia, un espacio mágico en el que la belleza de las paredes parece reproducir un lienzo que podría haber salido de los pinceles de un insigne pintor y, que sin embargo, te envuelve en aromas, colores, luces…, evocación de recuerdos que aluden a un sitio veraz. Son muros y portales repletos de flores que acariciadas a lo largo del año por sus moradores, reciben con alegría al visitante.

Penetrar en un patio es sentir que alguien te abre los brazos y te acoge en su casa, porque las puertas de los patios no solo permiten acceder al hogar sino a la intimidad de las personas que los habitan. La Fiesta de los Patios en nuestra ciudad es fruto de la generosidad de distintas generaciones que han ido gestando un evento que hoy trasciende nuestras fronteras. Un siglo después, cuando la mayoría de las casas de vecinos han desaparecido tal cual las conocíamos, se sigue percibiendo el fondo que ha perdurado y marcado a generaciones de cordobeses que tenían allí un modo de vivir auténtico: desde la celebración de un evento familiar a encontrar el refresco bajo el caño de una manguera en tantas tardes calurosas del estío. Ya son pocos los patios en los que varias familias viven en un espacio común, pero un buen ramillete de viviendas unifamiliares son capaces de brindar al forastero un momento único para conocer la naturaleza de su existencia.

Y es que la vida en un patio ha sido siempre semejante al calor que se siente en una tertulia de verano en el umbral de la casa de un pueblo o en las tardes que se alargan sobre la arena de la playa. Se podría definir como ese emplazamiento o punto de encuentro entre los habitantes de la casa y los familiares y amigos que se iban uniendo para departir o comunicar los aconteceres diarios, que compartían un espléndido chorro de agua del botijo que se situaba en el rincón más fresco de la casa.

Cien años más tarde los patios de Córdoba no paran de sorprendernos. Este año, a los tradicionales que siguen manteniendo el concurso y suponen la esencia del mismo, se incorporan otros como el recién estrenado (no por nuevo sino como novedad para ser visitado) patio conventual de las Madres Jerónimas de Santa Marta. Una oportunidad no solo de conocer un reducto de paz escondido en el centro de la ciudad sino para muchos una ocasión de aproximarse a la vida en un monasterio. Gracias a la generosidad y a la colaboración de la Hermandad de la Misericordia, es posible contemplar a las Madres rezar o poder entender la relación de las mismas con el exterior. Si usted lo visita, no solo va a poder admirar un hermoso patio sino que podrá conocer espacios de un convento como el locutorio, esa zona que conecta la vida mundana con la vida en clausura.

Hasta el domingo se puede disfrutar de una fiesta singular, única en el mundo. Deléitese paseando por Córdoba.