A primeros de la década de los años 50 en España, en aquella España de posguerra, se crearon las universidades laborales. El espíritu de esos centros de formación era netamente falangista y tenían como propósito la formación profesional y cualificada de los muchachos que entonces llevaban sobre sus espaldas un futuro algo más gris que el reciente pasado que acababan de dejar. Aquella España empobrecida y destruida por los experimentos ideológicos, las revoluciones fallidas y una guerra civil necesitaba levantarse. Francisco Franco depositó su confianza en la figura de José Antonio Girón de Velasco ,que fue ministro de Trabajo de 1941 a 1957, para este cometido. El que más tarde fuera conocido como León de Fuengirola, curiosamente – o quizá no- abogaba en un discurso anunciando la creación de las universidades laborales por la libertad de los hombres ‘capaces’ a través de la cualificación laboral. Ese discurso queda recogido en el blog de paraninfo-ulc, que reúne a antiguos alumnos y profesores de la universidad laboral cordobesa en un portal digital repleto de información, historia y documentación de toda una época y testimonio de varias generaciones.
Las universidades laborales se desarrollaron por tanto como un proyecto educador y formador para una amplio sector de la población que no tenía acceso a la universidad – tampoco eran precisamente numerosas las universidades entonces- y que principalmente provenían del ámbito rural. Según señalan los autores de ‘paraninfo’, con las universidades laborales se concibió una macro-beca que comprendiera: todos los costes de enseñanza, los viajes de ida y vuelta desde el domicilio familiar al centro educativo, calefacción y alumbrado de éste, lavado y mantenimiento de ropa, servicios médicos y farmacéuticos, así como todo lo necesario para el aseo”. El Estado, oh amantes de la nueva socialdemocracia, se hacía cargo de todo. En una época – he aquí el misterio- en la que por cierto no se pagaban impuestos.
Desde peritos industriales hasta ebanistas, las universidades laborales dotaron a España de obreros y trabajadores profesionales y cualificados o en orden inverso si se prefiere, que no es lo mismo. España progresó y muchos de los que ahora legislan para contar la historia de otra manera – a su parecer- son hijos y nietos de ese progreso y de esas universidades laborales.
Con la llegada de la democracia aquello desapareció y mutó o se demolieron. En Córdoba es ahora la UCO quien quiere derribar los bloques de viviendas de los antiguos profesores que habitaron lo que en la actualidad es Rabanales. Afortunadamente la Junta lo ha impedido. El León de Fuengirola siguió aferrado de manera felina a los principios del Movimiento hasta su fallecimiento en 1995 en… Fuengirola. Un hombre de principios, aunque estos no gusten. También para amasar una fortuna personal, porque en España todos los pájaros que no corren, vuelan.
Esta semana ha sido noticia la inauguración del Campus Europeo de Formación Profesional. De momento son 2.000 metros cuadrados, 16 aulas formativas, un taller de mecánica y distintas zonas para realizar prácticas. La valiente iniciativa privada llevada a cabo por la Fundación Albor se ha instalado en las antiguas dependencias de la escuela de Agrónomos, cuya torre brutalista y rompedora diseñada por Moreno Barberá estaba condenada al abandono. Fue construida entre 1963 y 1969 aunque se inauguró en 1968. También gobernaba Francisco Franco en aquella época, por cierto.
El alcalde Bellido, que no es Girón de Velasco – ni Dios lo quiera- hizo un discurso en el que se apeló al espíritu de la época,- esto es, la base logística-, cuando destacó “la especialización de obreros, pensando en un futuro en lo que va a venir de la mano de la base logística del Ejército de Tierra». También se habló en el acto de conectar al alumno con la empresa.
En Córdoba, esta semana, hemos descubierto la universidad laboral. Qué cosas.