Los puristas


Las prebendas, para quienes las merecen. Los puristas, o sea.

A los pocas horas de que la edil Badanelli, de VOX, rezara un Ave María en el pleno municipal ordinario del mes de septiembre, los puristas del tendido 7 de la vida en general calificaban el hecho de frivolidad, por la parte más corta. Porque en esta sociedad hay muchos tipos que saben perfectamente cómo tienen que ser las cosas y cuales son los marcos adecuados para ello.

Un experto en comunicación a la Badanelli le hubiera dado una calificación de sobresaliente por el hecho si se hubiera presentado a un examen en la materia, porque el asunto se viralizó mucho y la edil  (y también periodista) Badanelli, consiguió lo que se proponía que no era solo un rezo, sino que se conociera el discurso anterior que se marcó previo a la oración y que fue un alegato por la libertad, esa cosa que a los puristas del tendido 7 de la vida en general  tanto les molesta porque la libertad es lo que ellos dictaminen desde su atalaya o marquen sus camaradas a la hora de pagarles las cervezas, los libros publicados y las exposiciones expuestas. Por lo visto en ello no hay frivolidad, sobre todo si se hace con dinero público. Las prebendas, para quienes las merecen. Los puristas, o sea.

Que se rece en un acto administrativo y público es escandaloso, parecer ser. Que se presenten mociones para la liberación del pueblo palestino- en un pleno local de una capital de España- es digno de una risas y compadreo en el Bar Correo, con todos nuestros respetos para el pueblo palestino y para el Bar Correo. Los puristas son así. Palestina, bueno. Rezar, malo.

Badanelli, de nombre Paula, puede que no sea la concejal perfecta, pero sabe justificar los euros que cuesta al erario público en nombre de sus votantes como la mayoría de los ediles, cada cual en su función, realiza. El muchacho de Izquierda Unida, mosca cojonera del espectáculo del Alcázar, también cumple su función, por ejemplo.  Incluso el concejal de Recursos Humanos, que parece que a veces existe e incluso está aunque no se le espere. Quiero decir que la gran mayoría de votantes de VOX se sienten satisfechos por la labor de sus ediles y en concreto de la portavoz porque se lo curra, con sus aciertos y sus errores. El Avemaría no fue un desacierto ni un desatino y mucho menos una frivolidad. Frivolidad es ir de progre y de conservador y de rojeras y de centrista todo al mismo tiempo y a la vez en distintos escenarios y en diferentes tribunas: el bar de moda o la cabecera mediática; con el señorito al que contentar o de postureo afectado.  Frivolidad ha sido reírle las gracias durante años a Rosa Aguilar o a Andrés Ocaña que en gloria soviética esté.  Los puristas por tanto han sido capaces de reírles las gracias a dos ajos de la serie premium. Tamaña frivolidad también era peloteo pero no olvidemos que los puristas comen. Y exponen. Y publican. Y marcan tendencia.

Regreso al discurso de la edil porque aquí estamos frivolizados y hasta escandalizados con el Ave María pero se nos olvida lo mollar. La libertad. Que la gente rece donde quiera. Que no se persiga a nadie por sus creencias. Que no se coarte la libertad de reunión, de manifestación. Que se pueda discrepar sin llamarle cocainómana y mala madre, puta y zorra a una policía como hace alguna aforada de Podemos. (Los puristas en este caso suelen callar). Que no te llamen fascista cada dos por tres. Que seamos demócratas. Que creamos y ejerzamos la Constitución. En fin, esas cositas que nos hacen personas civilizadas y que a los puristas les parecen una frivolidad porque no se las pontifican desde Movistar Pus a la hora del vermú y las sesudas y punzantes reflexiones de Twitter entre amiguitos.