Hace unas semanas, el diario La Vanguardia se hacía eco del asesinato del político británico David Amess con el siguiente tuit: “David Amess, asesinado hoy apuñalado en un acto político, era un conservador euroescéptico, católico, antiabortista y contra los derechos lgbti, partidario de la pena de muerte y muy a la derecha en temas sociales”. Les faltó añadir “Y se lo tiene bien merecido el muy cabrón”, porque seguro que ustedes han pensado que era la frase final lógica ante tamaña exposición de cualidades de míster David. Fueron varias las voces que se levantaron ante el trato que el señor Amess había recibido por parte de un redactor y un diario, a la postre, centenario y veterano y al que todavía se le supone algo de decencia, aunque esta es la primera que se pierde cuando uno se embarca junto al totalitarismo secesionista aunque sea para sobrevivir, como tantos otros.
En un sentido contrario y en el fallecimiento, por ejemplo, de una comunista como Pilar Bardem, hubiera sido inimaginable. Algunos atrevidos fascistas hicieron un apunte sobre el hecho de que los grandes defensores de la sanidad pública suelen ser atendidos por covid o palmar en la muy privada Clínica Rúber y el periodismo chachi, categoría donde podemos encuadrar a la catalana Vanguardia, ponía el grito en el cielo ante esta observación que consideraron ruin y maliciosa. Los repartidores de deontología periodística y de casi todo en esta vida están ubicados en la izquierda o en el extremo centro, que compra los postulados de decencia progre. De ahí el trato informativo que se llevó el político británico.
Ahora que viene el frío o que ya está aquí de repente como vaticinaba la niña Thunberg, -que nos avisó con un elocuente bla bla bla desde su oráculo subvencionado en Milán- el trato informativo que recibe la caída de los grados en según qué diario y qué momento gubernamental es digno de pudor. Así, El País, diario independiente de la mañana y tal, en 2016, con Rajoy haciendo de Don Tancredo en Moncloa, titulaba sobre la muerte de una mujer en invierno por el frío por culpa de la pobreza energética por culpa de la subida de la luz por culpa de Mariano por culpa de la derecha por culpa del PP. En 2021, el diario El País no se ha hecho eco hasta la fecha de la pobreza energética y nos titula alegremente sobre los trucos que debemos emplear para ahorrar unos centimillos en la factura en el mundo piruleta de las nubes de algodón de azúcar y derechos transversales con medidas sostenibles.
Para rematar la desfachatez, desvergüenza y entreguismo de la mayoría de los medios de comunicación nacionales, como se acerca el invierno, Tele 5 nos dibuja la precariedad que ya nos anticipa la Agenda 2030 como ese nuevo estilo de vida necesario – no para Thunberg- de la siguiente manera: “Cómo mantener la casa caliente sin necesidad de gas y electricidad y prepararse por si hay un apagón”. Excuso decir que si hubiera estado Pablo Casado en la Moncloa – esto es pura ciencia ficción, claro- la cadena amiga no se hubiera marcado, con toda probabilidad, una pieza de estas características. Posiblemente apuntara hacia la rebelión de los pobres energéticos que ahora, en 2021, somos todos nosotros.
Todo esto ocurre con una silenciosa, cobarde, y sectaria mayoría de la población que ante los atracos y la indecencia calla cómplice y asquerosamente. Ese es el verdadero frío que padecemos.
Y el periodismo, un reflejo fáctico de ello.