Nominados


Moreno ha advertido a los no vacunados sobre su nominación a una UCI o incluso a la entrega de cuchara. Salen de la casa de Gran Hermano.

 

Juanma Moreno./Foto: Junta de Andalucía
Juanma Moreno./Foto: Junta de Andalucía

El presidente Juanma Moreno está preocupado porque nos quitamos algunos la mascarilla en los interiores. No exactamente cuando nos tomamos el café y un mollete de Antequera- que está permitido- sino cuando, por ejemplo, miramos boquiabiertos el móvil sin consumir algo comestible. El móvil evidentemente no lo es: nos devora a nosotros.

Esta semana en la que se ha reactivado el protocolo de expertos reunidos y se barruntan nuevas medidas restrictivas que igual llegan que no lo hacen, o mitad y mitad, Moreno ha advertido a los no vacunados sobre su nominación a una UCI o incluso a la entrega de cuchara. Salen de la casa de Gran Hermano. Podríamos decir que el presidente de la Junta, nuestro presidente, nos ha acojonado. Empleo un plural mayestático – porque yo estoy conveniente y ciudadanamente vacunado- o igual no, porque me solidarizo con los andaluces que decidieron en libertad, con las plenas facultades mentales que les permiten pagar la contribución, el IVA y el impuesto de sociedades, no pincharse en el antebrazo. La libertad era eso que creíamos tener antes de la pandemia y que ahora se administra en dosis administrativas con un código QR. Es solo una extensión más del certificado de ciudadano perita, transversal, sostenible y obediente.

Juanma Moreno lleva una semana muy complicada por cuanto mira por el bienestar de sus administrados, o sea, nosotros, y tanto la oposición en el Parlamento como el libre albedrío humano y andaluz le están complicando su gestión, mucho más difícil de llevar que el desmontaje de la administración paralela sociata, que ha quedado refundada en una macro agencia liberal de cuarto y mitad. La oposición no le ha permitido aprobar los presupuestos que son sociales y sin mácula ideológica y solo divididos en partidas generosas para nuestro bienestar. No lo han entendido así en la bancada opositora, que únicamente mira a sus propios intereses partidistas, no como Casado que solo vigila el centro monocorde y sin disonancias, que es como mirar el cerebro de un afiliado contemporáneo.

Me produce cierta desazón lo de Moreno porque lo hemos visto crecer como político y presidente en la adversidad covidiana y en sus intervenciones pandémicas con atril oficial. Nada que ver con Sánchez, que solo salía para que le aplaudieran a él, a su ego y a su afectación dirigida por Iván Redondo: Moreno aclaraba, daba datos, agradecía esfuerzos, enseñaba gráficos y miraba a la cámara con firmeza y seguridad. Moreno ha sido el líder que nunca tuvimos y que nunca nos hubiéramos imaginado.

Pero ahora ha sacado la varita del miedo. La que señala a los disidentes. La que colabora con este nuevo orden mundial que no busca acabar con una pandemia sino con los hombres que fuimos. El presidente de la Junta ha avisado de los peligros que se ciernen sobre los que, posiblemente, ven un peligro en la vacuna por muchas evidencias científicas- o no- que nos cuenten. O sencillamente porque no les sale de la tasa de incidencia el someterse a un pinchazo.

Comentaba ayer Javier Benegas en un tuit que “la peor variante del virus se contagia a través del alarmismo de los medios de información y los políticos histéricos. Y tiene un nombre: Neurosis”.

Juanma Moreno de momento conserva la calma, pero ha empezado a nominar al porcentaje no inyectado. Menos mal que estamos en Andalucía y no en Cataluña, porque las nominaciones acaban con los nominados sufriendo las clases en una única lengua menor y apaleados a la puerta de la facultad, como ya hemos visto. Cuidado con señalar, hombre, que es cosa fea.