Tirar de chequera


Ahora la izquierda no pretende superar nada sino comprarlo. Con nuestro dinero, por supuesto.

Entre la patronal de transportistas que se reunió el jueves con la ministra y los parias de la plataforma que fueron recibidos ‘graciosamente’ en el ministerio ayer viernes hay varias dosis de dignidad de diferencia en favor de los segundos. Porque como denunciaban los de la plataforma, la ministra “ha negociado con los que nos explotan”. Y no les falta razón. Los pequeños del transporte, los autónomos – que son tal porque muchos tuvieron que buscarse la vida con la crisis de 2008- soportan condiciones que ningún trabajador debiera permitir y que por supuesto no se dan en otros sectores – sobre todo públicos- que todavía gozan de convenios más o menos respetados y alguna inspección con amenaza de acabar en magistratura.

Los pequeños del transporte están vendidos. Los grandes ya están comprados sobre todo porque todos tenemos un precio y porque la ministra ha tirado de chequera y ha soltado unos céntimos – o la promesa de los mismos, que no es igual- para callar a los que curiosamente no se están manifestando/parando.

Es la forma que tiene la izquierda y los partidos centristas de moderación progre de solventar los problemas o prevenirlos: soltando limosnas. Es curioso como en la izquierda, además, el concepto de caridad les levanta ampollas sobre todo porque no entienden que pueda haber generosidad fraternal sin necesidad de reciprocidad. No les cabe en la cabeza ni en el corazón antaño dialéctico. Porque ahora la izquierda no pretende superar nada sino comprarlo. Con nuestro dinero, por supuesto. De ahí la reticencia a bajar impuestos, ya que de los sangrados fiscales a la población se pueden sacar siempre centimillos que les serán devueltos a modo de ayuda oficial o cheque cultural. Te compran con lo que te quitan. Así se escribe la historia de la habilidad pero de la miseria humana también.

Los transportistas pequeños, no obstante, se enfrentan a mayores problemas que los portes a pérdidas, las áreas de descanso tercermundistas o los tajos a destajo: un mundo distinto. Es el que se ha ido transformando con la revolución digital y ha cambiado por completo las relaciones laborales y las reglas del juego. Por eso los sindicatosmayoritarios son tan anacrónicos además de sobre-vividores: porque su relato es del siglo XIX. Ni tan siquiera del XX. La era digital permite relaciones directas entre los trabajadores – que podemos ser casi todos desde casa- y las empresas, lo cual rompe cualquier tipo de norma colectiva paritaria, oficial y administrativa. Y escudos obreros. En la logística, que vive su particular momentum debido al comercio digital y globalizado, esa nueva manera de entender las relaciones laborales es mucho más palpable. En realidad la base es la misma: yo presto un servicio, vendo mi mano de obra y recibo una compensación por ello. Pero en una sociedad donde hay muchos más haciendo eso, más rápido y más barato. Y por su cuenta. Y si no son capaces, contactan con los intermediarios que les facilitan servicios pero que, claro, van a conseguir también su beneficio. La vida es así y no la he inventado yo.

Por tanto las reivindicaciones, aunque justas, andan con el tiro errado, porque exigen soluciones a un mundo que ya no existe. Y lo que hoy es en la logística mañana será en el pequeño comercio, la comunicación (ya lo es, de hecho), como la deslocalización en la industria vino para quedarse. El gran fracaso de nuestros políticos es que no han sabido ni quieren saber enfrentarse a una nueva realidad que exige desaprender, reformar con calado e incluso ser antipático, porque fuera del escaño hace tela de frío. Y se está más cómodo legislando medidas ecoverdes para parecer que te preocupa el mundo.

Y si los parias hacen ruido, se tira de chequera. Esa limosna transversal que pagamos todos.