Sumisión química


Deberíamos prestar atención a la droga que inoculada desde el Gobierno impone la sumisión hacia los disidentes

Anda muy activo nuestro diputado socialista Antonio Hurtado en su cuenta de Twitter celebrando los grandes logros del gobierno de Sánchez. Aporta titulares de prensa afín – para qué contrastar- y remata el comentario con un arcoíris o una foto suya. Orgullo sanchista. Tenemos en estos días felices para los socialistas que no sufren recortes, ni apuros para llegar a final de mes (y pueden permitirse poner el aire acondicionado todo  lo que quieran) que entre las diversas limosnas que comparten con el pueblo, y así lo destaca nuestro diputado, hay que celebrar que pagamos el recibo de la luz menos caro de Europa – que no el más barato, ojo- , que la gasolina ‘retrocede’ un 11% en las últimas semanas ; que tenemos abonos gratuitos para los trenes cordobeses y que el bono social eléctrico beneficia a miles de paisanos. Por no seguir con la retahíla de triunfos, apuntemos además que los derechos de los animales están garantizados para los mascotistas – no así el de los niños sin nacer-  y que las gordas ya pueden ir a  Chipiona sin que nadie les prohíba el paso ni la melena en el sobaco.

De prohibir sí que entienden los socialistas y sus socios de Podemos. A golpe de decreto ley, por cierto. Ya tenemos el aviso  de nuevas limitaciones luminarias impuestas a golpe de sostenibilidad y chulería, y sus correspondientes sanciones millonarias, porque los socialistas prohíben para después recaudar. La serie de limosnas sociales que tanto alegran las pajarillas a Hurtado son el fruto de la recaudación confiscatoria a una clase trabajadora sumisa y callada, que no está quemando contenedores en la calle porque no gobierna el PP. El Gobierno crea el relato, se saca de su chistera mediática los problemas y la mugre para después salvarnos con dádivas que nosotros mismos hemos pagado con creces.  Este trilerismo de izquierdas es el engaño de toda la vida, la filfa socialista, el atraco comunista. Está estudiado, comprobado, expuesto, publicado, repetido, historiografiado y sufrido desde hace más de un siglo.

Pero triunfa. Sobre todo en lo propagandístico y por supuesto en los receptores humanos y en bermudas  y chanclas de un maná público cómodo, aliñado con su bilis de odio hacia el que produce, gana dinero y brilla por sí mismo. Ahora que andamos tan preocupados por los pinchazos heteropatriarcales hacia las muchachas en los pubs, las fiestas populares y las discotecas y que dicen que las vuelven sumisas químicamente,  deberíamos prestar atención a la droga que inoculada desde el Gobierno impone la sumisión hacia los disidentes y se aprovecha de ella gracias a los acólitos sumisos que callan ante la pobreza energética – esta de verdad- los viajes en Falcon sin parar, los muchos ministerios, asesores y enchufados, los disparates transversales bien subvencionados y todo ese légamo de miseria disfrazado de derechos conquistados que desde su llegada al poder está aplicando Pedro Sánchez para hacernos venezolanos, necesitados, sin coche, con las luces apagadas y obedientes.

Y esa sumisión es peor que la química de unos pinchazos histéricos  y amplificados que son serpiente de verano.