«Ninguna cosa es más propia a Dios que el amor, ni al amor hay cosa más natural que volver al que ama en las condiciones e ingenio del que es amado. De lo uno y de lo otro tenemos clara experiencia. Cierto es que Dios ama, y cada uno que no esté muy ciego lo puede conocer en sí por los señalados beneficios que de su mano continuamente recibe: el ser, la vida, el gobierno della y el amparo de su favor, que en ningún tiempo ni lugar nos desampara». Son las primeras letras del Cantar de los Cantares en pluma de Fray Luis de León. Es el inicio del prólogo. Gracias al teólogo humanista, gracias al oficio de la traducción, el lector aprehende y goza de este texto. Y ello sin necesidad de leerlo en hebreo. El fraile renacentista lo rescribió en español y aquí está.
A lo largo de tres días se ha celebrado en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia el XVI Congreso Internacional sobre «Teoría y práctica de la Traducción Literaria. Verso y Prosa», organizado juntamente con la Universidad de Córdoba. En el mismo una de las conferencias plenarias ha estado a cargo del profesor Carlos Clementson sobre «Modestia y Nobleza de la Traducción Poética: Técnica y variedades (Francés/ Inglés/ Portugués/ Español/ Catalán/ Italiano y Gallego)». Con motivo del mismo se ha tratado sobre sus últimastraducciones literarias, como “La belleza es verdad» (Antología de poetas ingleses de W. Shakespeare a W. B. Yeats) y sus otras antologías y estudios sobre las poesías francesa, catalana, portuguesa, italiana y gallega, que han ido viendo la luz sucesivamente en la editorial Eneida, junto a otras traducciones de Pierre de Ronsard, Fernando Pessoa y Barbosa de Bocage.
Un botón de muestra. La antología inglesa se extiende casi seiscientas páginas. Es buen ejemplo de su labor. Tras las páginas introductorias, el libro presenta más de cuarenta poetas cuyas composiciones están impresas en versión bilingüe, que van desde la época isabelina hasta el premio nobel irlandés William Butler Yeats o hasta Chesterton.
«Si no se es poeta, no se es buen traductor de poesía», esta es la opinión y conclusión de Carlos Clementson tras dedicar muchos años a la poesía y a la traducción. Ahí está Fray Luis de León, que también tradujo a Virgilio y a Horacio. Muchos son los ejemplos dignos de mención. Baudelaire que aclimata en Francia al norteamericano Edgar Allan Poe, Salvatore Quasimodo (Premio Nobel) que vertió al italiano poetas griegos y latinos, Ezra Poundque puso su mirada en Propercio, José María Valverde que trasladó al español poetas románticos ingleses, José Antonio Muñoz Rojas, Marià Manent, Carlos Pujol. Ahí está Juan Ramón Jiménez que, junto a Zenobia, es la voz española de Rabindranath Tagore o Mariano Roldán con su traducción en verso de Lucano (La Farsalia) y de Catulo. Josep Maria Sagarra traduce al catalán la Divina Comedia y el teatro de Shakespeare. Aquí está el cordobés Manuel Álvarez Ortega que traduce poesía simbolista y, sobre todo, poesía contemporánea francesa. También Carles Riba, con La Odisea.
Y aquí está Carlos Clementson. Merece la atención del lector y del estudioso, de quien disfruta del placer estético de la literatura y de quien además se acerca a la obra de arte verbal con lentes críticas y analíticas. Carlos Clementson es un poeta y traductor cordobés. Quien esta columna escribe reivindica con determinación la figura literaria de Carlos Clementson para la cultura española, para las letras andaluzas y para la poesía cordobesa. Ello por mérito propio. Ahí está el corpus publicado hasta la fecha. Un corpus ingente de libros de poesía y también un corpus ingente de literatura traducida, bien traducida. Carlos traduce desde el menester intrínseco del oficio.
Traducir poesía no es fácil; lo decía Carles Riba y Octavio Paz. Carlos Clementson conoce sus postulados. Carles Riba advierte de lo que es la auténtica fidelidad al poema al afirmar que «la traducción más poética es la más literal», es decir, la más fiel al poema, a su poesía; no a la letra, sino al espíritu del poema. Para Octavio Paz «la traducción literal no es traducción. Ni siquiera en la prosa. Solo las matemáticas y la lógica pueden traducirse literalmente. La verdadera prosa –la literatura, la historia–tiene un ritmo y numerosas propiedades físicas como la poesía. Al traducirla hacemos lo mismo que cuando traducimos poesía: transformaciones, metáforas».