Epílogo


Francisco Ruiz Palma
Francisco Ruiz Palma.

Me prestaba a escribir estas líneas de despedida, una vez que la fase dos de la desescalada parece acabar con esta cuarentena de más de dos meses de encierro, dispuesto al agradecimiento hacia todos aquellos que han leído este diario y que me han transmitido su ánimo o desánimo por lo escrito, sabedor en suma de que no han quedado indiferentes ante la humilde opinión de quien les relata. Y dispuesto también, que nobleza obliga, a pedir disculpas si en el calor de la escritura he podido herir alguna sensibilidad o ser más grosero de lo habitual.

Pero justo en el momento de coger el papel, ni siquiera el lápiz, recibo vía change.org una invitación para firmar a favor del “mérito del gobierno de Pedro Sánchez al gestionar la mayor crisis de nuestra historia”, y como la curiosidad acabará conmigo como con el gato, antes de soltar una carcajada que llegue a oídos de mis vecinos, he leído detenidamente los argumentos a favor de dicha adhesión. No tienen desperdicio.

“La pandemia ha derivado en la mayor crisis sanitaria, social y económica de nuestra historia reciente…”, reza el inicio del panfleto, que continúa halagando la responsabilidad del gobierno y su gestión, en la que ha priorizado el salvar vidas humanas.

Tras leer todas las medidas adoptadas en aras a afrontar la crisis, y que en verdad no son pocas, pero a cual más peregrina, continúa:

“ Por otra parte, está trabajando en definir una nueva normalidad y un nuevo modelo social, donde se fortalezcan los servicios públicos, especialmente los sanitarios, educativos y servicios sociales…”

Y claro, al leer lo de la nueva normalidad, me sube un cosquilleo por la espalda peor que el sentido arácnido de Spiderman, ese que le avisa con antelación del villano que se acerca por su espalda.

El pacto de sangre con Bildu, pues con esos no se puede pactar de otro modo, no es una anécdota aislada, ni mucho menos un acuerdo in extremis para salvar vidas como ayer, de manera miserable nos lo quería vender el socialista Simancas , pues además de que era innecesario para la prórroga del estado de alarma al haber obtenido los votos de Ciudadanos, los contagios han conseguido controlarse, sino totalmente, con unas ratios que impiden, al menos por ahora ( salvo que posean información que no nos trasladan) la tan temida saturación de los servicios sanitarios.

Si estamos mejor, mucho mejor que hace 70 días, no hay razones que justifiquen la continuidad de la alarma, pues leyes tiene suficientes el reino de España como para atender de manera inmediata cualquier aspecto relacionado con la seguridad sanitaria, a salvo, eso sí, de las prerrogativas máximas que suponen para el ejecutivo a fin de hacer y deshacer a su antojo, para, en suma, trabajar en esa nueva normalidad, que ya sabemos que se trata de un “nuevo modelo social” donde cargarse la iniciativa privada, bien sea en el sector sanitario como el educativo, a fin de igualarnos a todos en el nivel de las miserias que predican mientras disfrutan de sus privilegios y prebendas.

No hay nada distinto en el ideario de Bildu o de Podemos, y al parecer tampoco en el del PSOE.

Eso sí, nada de manifestarse en contra del gobierno, nada de crítica. “No es el momento de luchas partidistas, ni de fomentar el odio”, dice folleto de adhesión que les relataba. Como si ellos fueran ajenos a este clima de crispación social en el que vivimos inmersos, ora cacerolas, ora manifestaciones antichavistas en coches por las Avenidas de las capitales, que entre los que nos gobiernan y la oposición más extrema nos parecemos cada vez más a esa sociedad de la que tanto renegaba nuestro presidente durante el periodo electoral que le llevó al poder.

¿Realmente buscaba esto Sánchez Castejón? Porque si no albergo dudas en la extrema izquierda, empiezo a pensar que en esta crispación ha visto nuestro presidente la oportunidad que perdió Zapatero de hacer revivir la época más oscura de nuestra historia, esa en la que una pandemia de odio se llevó por delante más de un millón de españoles, hermanos contra hermanos, amigos frente a amigos, cuyos gritos de angustia parecen volver a oírse llamándonos insensatos.

Volveremos a vernos cada semana.

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.