Fe, tradición y sentimiento


Los cordobeses, como ha quedado demostrado con la coronación de la Paz, se sienten orgullosos de sus señas de identidad

Coronación de María Santísima de la Paz y Esperanza./Foto: José I. Aguilera-Cabildo Catedral
Coronación de María Santísima de la Paz y Esperanza./Foto: José I. Aguilera-Cabildo Catedral
Coronación de María Santísima de la Paz y Esperanza./Foto: José I. Aguilera-Cabildo Catedral
Coronación de María Santísima de la Paz y Esperanza./Foto: José I. Aguilera-Cabildo Catedral

Hace apenas unas horas hemos asistido a un acto singular e histórico en Córdoba, la coronación pontificia de la Virgen de la Paz y Esperanza. No era un acto cofrade más, sino la expresión máxima de la fe de un pueblo, lo que se conoce como piedad popular.

Mística popular la denomina el Papa Francisco y mucho de eso tuvo la ceremonia de coronación, con una espiritualidad desbordante en el corazón mismo de la historia de Córdoba, que late en su Catedral. Después, la procesión triunfal de la Paloma de Capuchinos dejó en evidencia otro aspecto, la materialización de la fe en la imagen y en el pueblo que la venera.

Una forma de entender la fe, conservar la tradición y de dejar fluir el sentimiento que definen a Córdoba y a Andalucía y que demuestran la vigencia del humanismo cristiano, a través de este tipo de manifestaciones. Los cordobeses, como ha quedado demostrado, se sienten orgullosos de sus señas de identidad, por más que los políticos caminen por otras sendas -más propias de tendencias impostadas- con leyes de género, sostenibilidad, bonificaciones y catastrofismo climático.

De ese último apartado saben bien las cofradías que, en tiempos de sequía y hambruna, llevaron a sus devociones en rogativa por las calles de la ciudad. Por tanto, nada es nuevo, y lo que permanece para el cofrade, para el cordobés de a pie es un orgullo sin parangón por su modo identitario de entender la vida.