La santidad vence


Frente a ese Halloween de fantoches disfrazados de calavera y de muertecitos de película de serie B, hay una propuesta mucho más bella.

Uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos como sociedad es al de la suplantación y pérdida de nuestros símbolos y tradiciones. Cuando se atacan a los toros y se prohíben, no se ataca a una actividad concreta, sino a gran parte de un país llamado España que siente la tauromaquia tan propia como el DNI. Cuando se persigue la caza se hace contra unas costumbres y tradiciones que han pasado de padres a hijos y que han estado presentes desde los albores de la humanidad, con la peculiaridad de que en España también hay modalidades de caza únicas y propias, que forman parte de nuestra identidad.

Cuando la cocina tradicional se va perdiendo entre las prisas cotidianas, los chefs impostados y las nuevas propuestas marcianas de carne sintética y hormigas proteínicas, no solo despedimos a una manera sana y nutritiva de comer, sino a todas las generaciones que detrás de una receta hay, con productos de la tierra, con momentos de celebración, con una herencia familiar que se difumina.

Sirvan algunos de estos ejemplos para llegar al que nos ocupa en estos días que es la celebración de eso que llaman Halloween y  que en España, sobre todo en la última década, ha entrado de lleno vestida de fantoche y con calabazas que nunca hemos visto en nuestros mercados. El cine, la televisión, los medios de comunicación en general, han influido sobremanera para llegar a celebrar una ‘fiesta’ que no es nuestra, que no nos identifica y que nada tiene que ver ni con nuestra historia ni nuestras tradiciones. Puede gustar más o menos, pero España es católica en su tradición. Y usted, aunque sea agnóstico y  sume varios  quinquenios en los que no pisa una iglesia, tiene costumbres, gestos, maneras y formas de ver la vida moldeadas    por ese catolicismo con el que creció aunque no fuera consciente de ello. Cuando se habla de batalla cultural se habla en muchos casos  de ese dique de contención necesario para no perder lo que los enemigos de la tradición, de la identidad nacional, de la familia y de la verdad objetivamente buena, saben que conlleva ese catolicismo social- valga la expresión-  que todavía España atesora. Las calabazas no son, por tanto, un juego inocente, sino otra de las muchas y perversas maneras que tienen de arrebatarnos nuestra identidad y nuestra historia.

Resulta llamativo, además, que sean algunos colegios católicos los que promuevan y participen en el Halloween. Lo que demuestra el poder de ese ‘virus’ que es algo más que apropiación cultural, para la que, por cierto, no hay quejas de los lobbies habituales de las movilizaciones progres.

Frente a ese Halloween de fantoches disfrazados de calavera y de muertecitos de película de serie B, hay una propuesta mucho más bella, más antigua y más esperanzadora. Es la propuesta de la Iglesia que nos exhorta a vivir como santos, a celebrar el sentido trascendente de la santidad y a respetar a nuestros difuntos y pedir por ellos como rezarán por nosotros cuando ya no estemos en este plano de la existencia. La iniciativa ‘Hollywins’ (La santidad vence) está creciendo en todo el mundo como respuesta cristiana al paganismo de Halloween. La similitud fonética no es casualidad, y se conmemora con este ‘Hollywins” la Festividad de todos los Santos en cada vez más sitios: centros escolares, parroquias, hospitales… En Córdoba también son distintas las parroquias y colegios que celebran estos días esa iniciativa, que no es sino recuperar con el lenguaje de hoy lo que siempre fue tradición común de un pueblo.

Se trata de recordar que, en efecto, la santidad vence. Y que el resto de propuestas y modas son peligrosas distorsiones que vienen disfrazadas de inocentes caramelos  y sustos para niños.