El lujo de las fuentes


No es de extrañar que los usuarios de Emacsa calificaran de excelente el trabajo del pasado año

Fuente de la Plaza de Andalucía./Foto: Emacsa
Fuente de la Plaza de Andalucía./Foto: Emacsa

Reconozco que jamás había podido imaginar el número de fuentes que hay en Córdoba; es más, nunca me lo había planteado. Sabía que había muchas, sí, pero no podía suponer que fueran nada menos que 650 en total.

El número es alto, por supuesto, y de éstas, 450 son de las denominadas bebederos -vaya nombre: me sentiré teckel o palomo zurito la próxima que doble el espinazo para refrescar el gaznate- y las doscientas restantes son de las denominadas ornamentales, las de toda la vida, como las del Campo de la Merced, la del Palace o las del Vial.

La ciudad de Córdoba, que entra en estas fechas en temporada alta meteorológica y es nombrada a diario en los informativos de radio y televisión por tener las temperaturas más altas de España, dispone de un envidiable número de fuentes, ya sean de un tipo o de otro. ¿A qué se debe esto? Simplemente a una riqueza natural en agua que envidian en otros lares y a una más que excelente gestión de Emacsa ininterrumpida a lo largo del tiempo y que -oh, milagro en una empresa pública- ha procurado estar al margen de las veleidades de los políticos. Profesionalidad ante todo.

No es de extrañar, por tanto, que los usuarios de Emacsa calificaran de excelente el trabajo del pasado año, porque en la historia de la sociedad no hay mancha que enturbie su trayectoria.

Lo mismo que desconocía que en Córdoba hay 450 fuentes bebedero tampoco sé cuál es el ránking en España, si es que lo hay, de chorritos a pie de acera por habitante. Aquí cabemos a más de uno por cada mil cabezas, lo cual no está nada mal, sobre todo cuando cumple un servicio público que, para quien lo necesita, es impagable.

Ahora, con la ‘app’ que Emacsa ha puesto en marcha dedicada a las fuentes de Córdoba, no sólo podemos conocer más de la historia y valores de esas que a diario exornan nuestro paseo por la ciudad, sino que dicha aplicación, además de ser una herramienta didáctica, es también un servicio público impagable. En un momento la geolocalización nos marca el punto exacto en el que hay un bebedero. Así de rápido. 

En estos días de calor, si por necesidad estamos en un barrio que no conozcamos al dedillo y no se encuentre un bar a la vista, o no nos apetezca entrar, simplemente tenemos que sacar el teléfono para saber al instante dónde está la fuente más cercana. Esto no tiene precio, señores.