Tres ministros tres


El PSOE nunca ha hecho autocrítica cuando ha perdido unas elecciones y siempre ha salido del paso buscando como justificante un factor ajeno

ministro

Lo de esta semana ha sido histórico: que tres ministros del Gobierno de Pedro Sánchez hayan venido a Córdoba en menos de 24 horas, cada uno por su lado, no tiene precedente. No se recuerda una presencia tal, tan rotunda, tan firme, tan improductiva. Uno de ellos, que vive en Córdoba, tiene una rueda de prensa en la sede del partido y la presentación de un anuario; otro, al que abuchearon hasta la extenuación la última vez que estuvo en la ciudad se encierra por unas horas en la cárcel para entregar unas condecoraciones, y la tercera, bueno, la tercera, que es la ministra de Transportes -antes Fomento-, preside un acto tan tan relacionado con su cartera como es la Gala del Turismo en Montilla. Toma ya. 

Esta ministra, a diferencia de sus otros dos compañeros que estuvieron en Córdoba, tiene la ventaja de formar parte del grupo del Gabinete de Sánchez cuyo grado de conocimiento es ínfimo, por no decir nulo, debido a su falta de actividad, por eso le buscan entretenimientos ajenos a sus competencias, como presidir una Gala del Turismo. Lo mismo le pasa a Diana Morant. Tanto es así que no me extrañaría que el servicio de seguridad de La Moncloa les pida que se identifiquen cada vez que cruzan la cancela. Yo haría lo mismo.

En las mismas horas, otros compañeros de Gabinete estaban repartidos por Andalucía en una semana en la que la comunidad autónoma ha hecho algo realmente histórico, como es cambiarle el paso al Gobierno de España, algo que no se recuerda que haya hecho el PSOE en sus 37 años -toda una vida- al frente de la Junta. El anuncio de Juanma Moreno de bajar impuestos ha puesto de los nervios a los de La Moncloa y como tienen ministros y un batallón de asesores para dar y regalar han decidido intentar la recuperación de terreno en una región que consideran de su titularidad.

Ahora es cuando se han dado cuenta de la situación en la que están. El PSOE nunca ha hecho autocrítica cuando ha perdido unas elecciones y siempre ha salido del paso buscando como justificante un factor ajeno. Las elecciones de noviembre de 2018 no se las tomaron en serio y pensaron que el Gobierno de PP y Ciudadanos en San Telmo iba a ser algo transitorio, algo así como un breve paréntesis antes del regreso a lo que consideran suyo.

Después vino el 19 de junio y quedaron noqueados. El impacto de las urnas, que es el más democrático que existe, fue de tal calibre que aún no se han recuperado y siguen en shock.

En medio de este shock es cuando alguien les ha dado con el codo en los costillares, los ha despertado del sopor y les ha dicho que la Junta va en serio, que tiene cuatro años por delante y que la propuesta de bajada de impuestos es algo que cala hasta en “las clases medias y trabajadoras” que tanto babosean en sus actos públicos.

Esta es la razón del desembarco, inédito hasta el momento, de ministros en Andalucía. Si en La Moncloa no le da a alguien otro ‘volunto’ y cambian de estrategia esto es lo que nos espera en los próximos meses hasta que aprieten el acelerador cuando se aproximen las elecciones. Hay nervios, muchos nervios, por lo que pueda ocurrir en mayo y los socialistas saben que la patada a Sánchez se la van a llevar en su culo y que, por culpa de un presidente del gobierno se han devaluado hasta límites inimaginables sus siglas, las urnas van a desalojar al PSOE de muchas alcaldías, algunas de ellas injustamente, bajo el lema de “Que te vote Txapote”.