Hay previsión de lluvia para mañana. Sí, en uno de los días que más preocupa la meteorología a los cordobeses, junto con la Semana Santa. Los pronósticos se hacen con más antelación que la debida y como aparezca el más mínimo atisbo de agua la preocupación cunde y protagoniza las conversaciones. “¿Sabes que dan agua para el día de San Rafael?” “No me digas”. Es lo peor que se puede escuchar cada otoño en Córdoba.
La lluvia siempre es bienvenida salvo cuando aparece para fastidiar los planes. Puede ser el perol de San Rafael o una procesión, como hemos visto, pero también puede ser una boda, aunque tanto la ceremonia como la celebración sean a cubierto. Hay temporadas en que a las monjas Clarisas les sube el colesterol de tanto huevo en mil recetas distintas. La superstición que no falte. Si finalmente falla el sortilegio, nunca falta quien diga lo de “novia mojada, novia afortunada”, como consuelo ‘in extremis’ para quien no se puede lucir ese día ni tampoco enseñar el álbum de fotos a las visitas porque ve cómo en sólo unas horas se van a la puñeta muchos meses de preparativos.
La lluvia en el día de San Rafael tiene carácter casi de maldición bíblica, de afrenta a las señas de identidad locales, de ofensa a la ciudad. Un perol pasado por agua puede ser de todo menos un perol, que es lo que la liturgia laica de la ciudad prescribe para cada 24 de octubre.
El perol tiene unos preceptos que cumplir, que no están en ningún libro pero que todo cordobés sabe de memoria. Uno de ellos es el de que haga buen tiempo, con sol y ni mucho frío ni mucho calor, que unos ratos apetezca estar a la sombra y otros a la recacha. Si cae agua, todo se estropea y aunque haya intensos que prefieren salir adelante a base de chubasqueros y paraguas saben que no es lo mismo, que si lo hacen es por aprovechar los avíos.
Si el perol es de parcela, en la práctica totalidad de las ocasiones se celebra. Raro es que se suspenda. “Veniros, que nos metemos en el porche y no ha problema”, dice la dueña de la casa sabedora perfectamente de que los niños -elemento imprescindible en todo perol- estarán todo el día entrando y saliendo, pisando charcos, y le llenarán de barro toda la casa, algo que ella contemplará con gesto sieso pero resignado. “Todo sea por la familia y los amigos”, dirá autoconvencida.
La previsión meteorológica avisa de agua para mañana, día de San Rafael. Aunque no se perciba en las calles, hay auténticos nervios en los hogares que tienen previsto ir mañana de perol. El objetivo es pasarlo bien sin que se moje el arroz. Por eso, a estas horas en que usted lee estas líneas, muchos están pensando en planes alternativos con la finalidad de que, sea como sea, en la fiesta del custodio no falte algo tan nuestro como la ‘cuchará’ y el paso atrás.