Las fernandinas


Es también una demostración de que la colaboración público privada funciona en el turismo como en cualquier otro terreno

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Bóveda de la parroquia de San Lorenzo. /Foto: LVC

Desde mañana vuelven a estar abiertas al turismo las iglesias fernandinas después de que en marzo de 2020 tuvieran que cerrar precipitadamente por culpa de la pandemia del coronavirus. Ahora, no sólo reabren, sino que se incrementan, ya que el Cabildo Catedral, promotor de la iniciativa, incorpora dos templos más, como son las iglesias de San Pablo y del Juramento de San Rafael.

Esta propuesta del Cabildo es, hasta la fecha, la más efectiva para desfocalizar el turismo y sacarlo de la zona más inmediata de la Mezquita Catedral para repartirlo por el casco histórico, extenso como pocos y en absoluto huérfano de encantos.

Este ha sido uno de los problemas que ha arrastrado la política turística en Córdoba durante décadas: la Mezquita Catedral y poco más.Y este poco más es el Alcázar y la Sinagoga, porque están a un puñado de metros del principal templo. Más allá de este foco está la plaza del Potro y la Corredera, pero el volumen de visitas no es en absoluto comparable, razón por la que había que buscar una fórmula que repartiese las visitas turísticas por el resto de la ciudad.

Cuando se puso en marcha la Ruta de las Iglesias Fernandinas se comprobó que la fórmula funcionaba. No es que hubiera riadas de guiris camino de San Lorenzo y de Santa Marina, pero si se pudo ver que la iniciativa daba su resultado. Muchos, al volver de su viaje a Córdoba, podían incorporar a sus recuerdos las iglesias fernandinas, tan importantes como diferentes.

Hasta ahora, esta ruta estaba formada por San Francisco, San Pedro, Santiago, El Carmen, San Lorenzo, Santa Marina y San Andrés. Ahora se incorpora la iglesia del Juramento con un centro de interpretación sobre el arcángel por el que deberían pasar todos los cordobeses y San Pablo, que es toda una sorpresa de categoría para el que entra por primera vez.

Esta Ruta de las Iglesias Fernandinas vuelve a partir de mañana y se incorpora como un producto turístico de calidad, que diferencia la oferta que Córdoba hace al visitante de la que realizan otras ciudades, y que al ir de iglesia en iglesia se obtiene una visión más real y afortunada que la que ofrecen las calles de la Judería, prostituidas en favor del souvenir y de la taberna típica.

Además, por si queda alguna duda, es también una demostración de que la colaboración público privada funciona en el turismo como en cualquier otro terreno. El buen funcionamiento de la Ruta de las Iglesias Fernandinas debe ser un estímulo para que esta iniciativa no sea la única.