Parece ser que Aristóteles afirmaba que “un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes”. A mi me encantaría que acontecieran las dos cosas, una persona buena y unas buenas leyes. Y en el caso que nos ocupa, sin conocer personalmente a la señora Eva Timoteo – pero sencillamente por su trabajo- me ha parecido una persona buena. Y eso es un valor muy importante para gobernar.
Le ha tocado lidiar con una de las parcelas más complicadas en este tiempo de pandemia que ha afrontado, desde la inexperiencia del que llega al poder por vez primera sin conocer el patio, francamente con muy buena nota. No significa que haya acertado en todo, yo mismo fui muy crítico con una campaña publicitaria, pero no le podemos cuestionar su dedicación, entrega y esfuerzo para poder llevar a cabo un trabajo digno en una concejalía en la que sobraba una excesiva ideologización a la que estaba sometida.
Esta claro, que el error de la incompatibilidad de su trabajo con el de dedicación exclusiva es una metedura de pata que podríamos decir ‘de principiante’, y resulta evidente – y no es la primera vez- que las preguntas al secretario hay que hacerlas con luz y taquígrafos. Pero le honra a la señora Timoteo que se haya movido en última instancia por la prudencia que la “capacita para tomar decisiones coherentes, con realismo y sentido de responsabilidad respecto a las consecuencias de las propias acciones”.
No podemos decir esto de muchas otras personas que se dedican a la política y que nos mantienen en un permanente desgobierno porque les mueve más sus intereses personales y su codicia que servir al bien común con excelencia como diría Platón: “Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia”. Una prueba de esto es el fugaz entendimiento de la clase política a saber de la concesión de la Base Logística para Córdoba.
Señora Timoteo, le felicito por su decisión, que comprendo que es triste y dolorosa para usted y su familia además de quedarse con el sabor agridulce de no haber podido finalizar un proyecto ilusionante como es el de estar al lado y sirviendo a los más pobres y necesitados de nuestra sociedad. No lo dude, su decisión pone de manifiesto la moralidad de sus acciones y que, como afirmaba Albert Eistein, son éstas las que dan belleza y dignidad a la vida.
Su decisión viene a mostrarle al ciudadano de a pie que son posibles políticos de altura, que no surgen de los noviciados de jóvenes con aspiraciones políticas, sino de profesionales que por esfuerzo y méritos propios se han construido un porvenir y que tienen una vida profesional que va más allá de la política. Muchos no pueden decir lo mismo, por ello, cada día asistimos a un circo donde las payasadas absurdas y la corrupción campan a sus anchas.
Le felicito porque su decisión abre un rayo de esperanza.