¿Soy yo acaso, Señor?


Hoy finaliza la Cuaresma, mañana iniciaremos el Triduo Pascual. Hoy como ayer seguimos abundando en algunos detalles y signos de la Cena pascual que mañana celebraremos más intensamente

Rocío y Lágrimas./Foto: Luis A. Navarro
María Santísima del Rocío y Lágrimas y Nuestro Padre Jesús del Perdón./Foto: Perdón
María Santísima del Rocío y Lágrimas y Nuestro Padre Jesús del Perdón./Foto: Perdón

Jesús dice: “En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar”. La reacción de los discípulos no se hace esperar, muestran una actitud cuasi infantil, la actitud del que dice “yo no he sido” y desvía la mirada para no verse descubierto en su debilidad. Y en vez de asumir la responsabilidad de sus actos, como si estuvieran hablando con otro igual, se pronuncian con una pregunta: ¿soy yo acaso, Maestro? Olvidan que el Señor es el Hijo de Dios, es la verdad en estado puro, ante su mirada quedamos descubiertos, como Adán y Eva aparecemos en la máxima desnudez.

Es relativamente fácil mentir a los hombres, pero a Dios no lo podemos engañar. Él nos ve tal como somos, nuestras virtudes y también nuestras debilidades y miserias. De ahí que aún estemos a tiempo de culminar satisfactoriamente este tiempo de la Cuaresma, realizando un verdadero y profundo examen de conciencia, considerar el mal causado y pedir el don de las lágrimas, proponer con determinada determinación cambiar de vida, confesar nuestros pecados y volver a la alegría de estar en el corazón de Dios y así poder reclinar nuestra cabeza sobre su pecho y participar dignamente en la Cena pascual que Jesús ha mandado preparar para ti.

No te quedes anclado en la mediocridad; una vida cristiana instalada en la vulgaridad, esponja el corazón porque Jesús va a pagar un precio muy alto para que tú tengas vida, y vida en plenitud. Conmuévete ante Aquel que ofreció la espalda a los que le golpeaban, las mejillas a los que mesaban su barba; no escondió el rostro a ultrajes y salivazos; padeció el desprecio y el abandono de sus amigos y será azotado, coronado de espinas, recibirá vinagre para calmar su sed, crucificado entre ladrones y traspasado. Y todo por ti, porque te ama con un amor único que mana de su corazón herido.

Esta tarde ve a San Pedro a contemplar al Santísimo Cristo de la Misericordia que te acoge con los brazos extendidos para dejarse abrazar por un corazón arrepentido, y en la parroquia de la Trinidad te espera para ofrecerte su Perdón y enseñarte cómo mostrar la mejilla al que te ofende ante la mirada de Ntra. Sra. del Rocío y Lágrimas. Camina en San Lorenzo en su subida al monte Calvario, allí está el Señor del Marrubial, y toda su compasión y ternura la recibirás con el Señor de Pasión, el Señor de los hortelanos en San Basilio. Y finaliza esta jornada contemplando en las Palmeras a la bendita Madre llena de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra y déjate elevar al cielo envuelto en el manto de pureza inmaculada, plateado con el fulgor de las estrellas, de la Paloma de Capuchinos, Reina de la Paz.