
¡Qué difícil es pedir perdón! Reconocer que nos equivocamos, que decimos, hacemos y pensamos mal y erróneamente de situaciones y personas; en algunas ocasiones con conciencia y a sabiendas de que estás causando dolor o pesar. Y no digamos de las oportunidades que tenemos todos los días para hacer el bien que dejamos de hacer por comodidad u otras razones peores.
Siempre digo, que cuando uno comienza un año debe meditar y realizar un Plan Personal de Vida en el que se establezcan unas metas; también los medios para llevarlas a cabo y oportunidades para una constante revisión. Pues llegado el final de curso, antes de iniciar el periodo de descanso, se nos presenta la oportunidad de examinar nuestra vida y analizar cómo hemos procedido a lo largo del año. No vale quedarse solo en la revisión, sino que también ha de implicar el dolor por el mal causado, saber pedir perdón a los otros y a Dios, y hacer propósito de enmienda. Y para aquellos que sois cristianos, la necesidad de recibir el sacramento de la penitencia, el sacramento del amor y la misericordia.
Y en esa faena me encuentro estos días antes de comenzar una peregrinación penitencial. Entre tantas actividades, también escribo artículos de opinión. Normalmente lo hago en este medio y, en ocasiones extraordinarias, en otros medios de comunicación. Soy consciente de que cuando escribo un artículo no siempre llevo la razón, porque me dejo arrastrar por mi punto de vista y realizo juicios sobre situaciones o personas que han podido causar dolor y sufrimiento. Los periodistas y opinadores no estamos en la posesión de la verdad, tenemos una parte de esa verdad, pero no la verdad en sí. Y nos falta conocimiento, humildad, templanza, responsabilidad y mesura en nuestro proceder.
Por ello, desde aquí quiero y necesito pedir perdón públicamente a todas aquellas personas que de un modo u otro he podido causarle algún mal. Más aún, pido perdón por si en algún momento he sido motivo de escándalo o me he convertido en un anti-testimonio para alguien. Seguiré en la tarea de escribir porque me apasiona y creo que puedo aportar algo a la sociedad. Eso sí, me propongo alejarme y evitar aquello que pueda ser causa de sufrimiento a los demás.